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General Villegas
jueves, 28 marzo, 2024

La única verdad es la realidad | Por Omar Emin*

«Ninguna cantidad de evidencia persuadirá a un idiota» (Mark Twain)

«Dividir un prejuicio, es mas difícil que dividir el átomo» (Albert Einstein)

«Un objetivo sin un plan, no es mas que un deseo» (Antoine de St. Exupery)

«No importa lo lejos que fuiste en la dirección equivocada, igual deberás volver» (Proverbio Turco)

«Lo mejor de no saber adonde vamos, es que cualquier camino nos lleva» (Lewis Carroll)

«El dólar tiene que tener un valor tal que la tía deje de comprar y que los cadetes no se vayan a South Beach» (Carlos Melconian)

La frase que encabeza el presente – atribuida por muchos al General Perón -, fue pronunciada por primera vez por Aristóteles hace casi 2300 años y luego por el filósofo Immanuel Kant a mediados del siglo XIX. En realidad para quienes han vivido siempre de relatos, parece un contrasentido (que la verdad sea la realidad y no el relato). Esta contraposición relato / realidad no es mas que una nueva brecha (si, una mas!) entre el relato y lo que realmente ocurre a nivel político, económico, financiero o en cualquier aspecto de nuestras vidas.

Esta diferencia se ve claramente cuando un gobierno no toma las medidas técnicas necesarias en temas que así lo requieren y el ajuste de las variables se produce de todos modos. Esta situación la han vivido a lo largo de los años gobiernos de diferente signo político, incluso los gobiernos militares. A través del tiempo hemos podido comprobar que si no se implementan soluciones a la altura de los problemas planteados, para «no herir susceptibilidades» o para mantener el status quo; el ajuste lo hace la realidad afectando quizá a mas gente que si se hubieran tomado la medidas adecuadas oportunamente.

También se tiende a la repetición de medidas que no han servido en el pasado y que quienes ya las han sufrido, han encontrado alguna forma de gambetearlas (por aquello de no tropezar dos veces con la misma piedra), mientras que quienes no han tenido esa experiencia (o no han querido escuchar), sufren las consecuencias.

Hace setenta años – con algunas excepciones temporales -, que se intenta dominar los precios con una ley de abastecimiento que impone multas y clausuras a los establecimientos y que nunca cumplió su cometido; esto es, controlar los precios.

Otra medida recurrente, fueron lo congelamientos de precios de determinados artículos que pudieron funcionar por corto tiempo hasta que quienes vendían los sacaban de circulación generando escasez de artículos (el famoso desabastecimiento). En realidad me parece que es mejor preguntar no si alguien vivió estas cosas, sino cuantas veces las vivió.

Nuestros políticos son una fábrica de slogans y frases que reflejan una realidad paralela en contra de lo que verdaderamente ocurre, generando una brecha entre los dos conceptos que se cierra cada vez que la verdadera realidad es mas significativa que la falsa, absorbiéndola, superándola y llevándose puesto todo a su paso, cual tsunami depurador de relatos y mentiras institucionalizadas.

Por mucho tiempo los jubilados han sido la variable de ajuste para la obtención de fondos por parte de los políticos. Pregúntense porque se privatizaron las AFJP (y los políticos festejaban …), porque se terminó la convertibilidad (y los políticos festejaban …) y la respuesta es la misma; es porque los políticos necesitaban proveerse de recursos a través de la captación de fondos de pensión y la destrucción del corset al gasto que imponía la convertibilidad. Hay quienes se están dando cuenta de esto 20 años después (se incluyen periodistas) y hay quienes todavía no se dieron cuenta (también se incluyen periodistas).

Un político radical – populista él -, dijo alguna vez y quedó registrado en letras de molde, que «un poco de inflación, no hacía mal» cuando estábamos en plena convertibilidad; claro, no lo dejaban gastar sin límite como le hubiera gustado.

El relato habla de emisión y de consumo / gasto (les suena el reciente «plan platita» del cual estamos viviendo las consecuencias ?); mientras que la realidad se refiere a la pérdida del valor de la moneda por la excesiva emisión para sostener el consumo / gasto, si a ello agregamos la falta de crédito externo (quien le presta a un dispendioso sin control ?); el combo de la realidad tiene consecuencias terribles tales como escasez de mercaderías, alza consecuente de los precios, aumento de los servicios de gas y energía eléctrica, que impactarán nuevamente en el precio de las cosas, creando lo que se denomina «espiral inflacionaria».

La falsa creencia de que este es un país rico, también favorece el relato porque siempre aparece alguien (algún enemigo) que no deja desarrollar los planes de los políticos; lo cierto es que es mas fácil ser víctima que protagonista, entonces dejamos todo en un limbo donde coexisten la incapacidad manifiesta de los políticos y los «enemigos de turno» que solo constituyen una ficción (relato) que permite cubrir la mencionada incapacidad. La realidad indica que nuestro país tiene riquezas, pero es pobre y es pobre porque esta preso de un régimen laboral que en la Edad Media hubiese sido considerado abusivo, tiene regulaciones extractivas (en el sentido económico) que no incentivan necesariamente la explotación de numerosos recursos y padece de una inestabilidad jurídica que hace que la inversión extranjera (con recursos y tecnología que no tenemos) se aleje o venga a buscar significativos retornos en el corto plazo mientras duran las condiciones que pueden ser cambiadas en cualquier momento por esa ansia de los políticos de refundar destruyendo todo lo que hizo el anterior. Conclusión: en lugar de refundar … refunden.

La falta de crédito externo y por ende de dólares para importar también derriba el relato de que aquí «podemos todo porque somos un país rico mal administrado»; la realidad es que existen un montón de cosas que aquí no se fabrican, porque es mas barato importarlas ya que producirlas localmente con los altos costos laborales y la cantidad de impuestos y regulaciones no termina siendo rentable hacerlo; así como otras cosas que no tenemos como el café (se viene malta para todos !! o no producimos malta ?). Aún así las materias primas que necesitamos importar sirven para producir bienes que consumimos habitualmente y dan trabajo a la gente; imaginemos si esa cadena se corta (que según los expertos está a punto de hacerlo), nos vamos a quedar sin un montón de productos que habitualmente consumimos.

Cuando me refiero a «altos costos laborales» en el párrafo anterior no me refiero a los salarios de los trabajadores, sino a todos los costos accesorios que significa tener empleados y que alimentan a un montón de entes de contralor y regulaciones que obstaculizan el normal desenvolvimiento del trabajo y de los trabajadores (prueben preguntar si les funciona la obra social sostenida por el aporte de los trabajadores y empleadores?).

Adonde nos llevará este populismo de papelitos de colores llamado moneda, no se sabe; pero la realidad es que nunca se extingue – al menos temporalmente -, sin amenazar el derecho de propiedad; en otras épocas se atacaron las cuentas bancarias de la gente no permitiendo el uso inmediato de los fondos depositados en varias ocasiones (Plan Bonex, Corralito), ahora parece que los cañones han apuntado hacia las existencias de cereales y oleaginosas no liquidados de los productores agropecuarios (los culpables actuales, les suena?), fogoneando a las organizaciones sociales para cometer delitos contra la propiedad en clara vulneración con preceptos constitucionales.

*Omar Emin es Licenciado en Administración y Contador Público. Colabora con Actualidad en temas fiscales, laborales y económicos en general. Socio fundador de Echenique, Emin, Albín & Asociados, firma dedicada a trabajos profesionales de carácter administrativo, laboral, contable e impositivo. Se desempeñó en el ámbito educativo universitario, terciario y secundario, con algunas experiencias en educación a distancia en el nivel universitario.