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miércoles, 24 abril, 2024

«Lo que el tiempo se llevó»: relatos de una cañadense

Cintia Mansilla es de Cañada Seca, pero hace más de 20 años dejó su tierra natal para irse a estudiar y ya no regresó. Hoy tiene 42 años, vive en San Martín de los Andes, es docente de Lengua y Literatura; y escribió su primer libro, «Lo que el tiempo se llevó».

«A esta altura es como que soy de muchos lugares, pero en el libro se nota esto de ser de pueblo. Creo que es algo que no se puede sacar de la escritura y se ve marcado a través de los relatos. Es algo en lo que yo me reencuentro con mis orígenes y un montón de situaciones que viví en Cañada Seca», le comentó Cintia a ACTUALIDAD.

¿Qué te llevó a escribir un libro?

El hecho de que yo haya escrito siempre, desde los 14 años. También está muy atado al hecho de leer muchísimo, sobre todo cuando era muy jovencita. Estuve muy pegada a la biblioteca siempre; y necesidad de escribir todo el tiempo. Tardé un montón en publicar, animarme recién ahora tiene que ver con todo un proceso de darme cuenta de que necesitaba publicar para seguir escribiendo. Creo que llegué como a una especie de edad bisagra, tener 40 años me hizo dar cuenta de que el resto de mis años necesito hacer todo lo que no hice antes. Escribir un libro tiene que ver con eso, empezar a cumplir todas las cosas que había pensado antes, que había soñado en algunos casos, pero que las dejé incluso por ciertos prejuicios que son instalados en una sociedad en la que todo se tiene que hacer cuando se es muy joven. Y a veces cuando se es muy joven no se tienen herramientas, no podés ya sea por cuestiones económicas o porque no estás preparado. Entonces tiene que ver con cambiar mi visión de mundo y pensar que en realidad tengo un montón de vida todavía, para hacer muchísimas cosas que siempre quise.

Desestructurarnos un poco de los mandatos…

Sí. Yo siento, y de hecho lo expreso en algunos relatos, el tema de los mandatos dentro de comunidades muy chicas, pero que a veces están dentro de la sociedad y funcionan a gran escala también. Por eso algunos de los textos tienen que ver con mandatos hacia las mujeres, no hacia los hombres; cuestiones más que nada de restricción de libertad que recorren parte de mi historia, de haberlas visto o vivido a través de otras personas, siendo observadora; y que de alguna manera me terminaban influenciando, porque dentro de una comunidad uno crece con esas ideas. Y después sacárselas de encima tiene que ver con otro camino. Muchos prejuicios, muchas cuestiones instaladas desde muy chica.

Además de lo que comentás, es un libro que nos invita a reflexionar, a pensar…

Creo que todos y todas se pueden sentir de alguna manera identificados, porque no son historias excesivamente ficcionadas. Tienen su cuota de ficción, pero la base es real. Entonces cualquiera puede verse representado en alguno de los relatos, ya sea por las vivencias o porque conoce a alguien que ha pasado por una situación similar. Entonces no es algo tan lejano, no se está leyendo algo totalmente inventado. Inclusive el hecho de que me lea gente que conozco lo hace pensar: ‘¿de quién está hablando?’.

Tenés un sudónimo, Beloure. ¿Por qué no elegiste tu nombre?

Usé el seudónimo porque hace bastante años que lo uso, creo que hace unos 17 años, cuando recién empezábamos a usar el correo electrónico. Necesitaba un nombre cortito y ese lo es. Necesitaba algo que me representara. Me gustaba la palabra que significa terciopelo en francés, que no sabía cómo se escribía, entonces supuse que se escribía de esa manera y quedó. Pero ha sido un nombre que ha estado todo el tiempo dentro de mis cosas. Tengo un microemprendimiento con mi hermana de tejido y también se llama de esa manera. Me identifica, sobre todo en redes sociales, porque se parece a mí, en el sentido de que puedo parecer suave pero en el fondo soy una persona áspera o rústica. Las dos están en mí y me parecía que me representaba esa metáfora de esa tela que es tan hermosa, pero cuando uno la da vuelta el reverso es totalmente áspero, no tiene que ver con lo que se muestra.

Sos docentes de Lengua y Literatura, tenés un microemprendimiento con tu hermana; y seguís capacitándote, activa en distintos ámbitos.

Sí, hace unos dos meses también empecé un grupo con otras tres personas que están dentro de la comunicación, a hacer difusión de escritores regionales. Es algo que recién está naciendo, pero que también lo hago por redes sociales. Se trata de dar a conocer, a través de libros y entrevistas, a escritores de diferentes puntos del país. Hasta ahora voy conectando a las personas que conozco y con el grupo estamos abriendo posibilidades para incorporar más gente de otras provincias, que quieran unirse a este trabajo y dar a conocer escritores de su propia región. Hacer un trabajo federal que hoy por hoy no existe, un lugar que aglutine y dé a conocer escritores que a lo mejor son conocidos sólo en su provincia, o dentro de una región; y hacen una labor que tal vez no está dentro de las grandes editoriales, pero que es muy valiosa. Entonces, tratamos de aprovechar las redes sociales para dar a conocer esos escritores que son importantes, pero como es un país tan grande y a veces el costo mismo de los libros hace que se publiquen en una tirada muy pequeña, siempre los mantiene dentro de un lugar muy chico.

«Lo que el tiempo se llevó» lo presentaste en la virtualidad en mayo de este año, invitada por la Red de Bibliotecas. ¿Te gustaría volver a nuestra zona para presentarlo como merece?

No se cuándo podrá darse esa oportunidad, porque es muy incierto el regreso a cierta normalidad, pero me gustaría. Inclusive me gustaría charlar con los docentes, porque creo que el libro tiene mucho que ver con la ESI (Educación Sexual Integral) en algunos aspectos; y son cosas que a lo mejor podrían ser trabajables dentro de las escuelas, discutibles, como para iniciar ciertos procesos de enseñanza. Me gustaría tener contacto con otros que puedan darle algún tipo de uso a los textos.

La invitación ahora es a leerlo. ¿Cómo se puede adquirir?

La vía más rápida es mediante la editorial de manera online. Ellos tienen una biblioteca online, que es Tinta Libre; y buscando por mi nombre o el del libro, pueden comprarlo.

Tu primer libro, pero no el último, Cintia.

No. Ya tengo la idea de uno próximo y tengo esbozados dos o tres. Pero necesito tiempo para escribirlos. Lo que me deja tranquila es que tengo las ideas. Lo que tengo que hacer es sentarme, escribir y armar otra vez un conjunto de relatos. Por lo pronto me siento más cómoda en ese género; y más adelante voy a probar con una novela. Me resulta más sencillo cerrar los relatos de manera corta. El formato de novela requiere otras herramientas que todavía no tengo, o no experimenté. Pienso en los relatos porque me gusta que el texto tenga cierta contundencia, que el final impacte o que de alguna manera toque al lector. Y en la novela uno suele anticipar mucho antes del final cuál va a ser el final. La mayoría de los relatos tienen que ver con tocarle la fibra al principio y sobre todo al final, es como una especie de narración circular la que hago. Me siento cómoda en ese sentido.