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martes, 23 abril, 2024

Los cisnes negros, mi abuelo y el pavo de navidad / Por Omar Emín (*)

«El hombre medieval era una pieza en un engranaje que no entendía; el hombre moderno, es una pieza de un sistema complejo que cree entender». (Nassim Nicholas Taleb)

«No es lo que no sabes lo que te mete en problemas, sino lo que crees saber con certeza y simplemente no es así» (Mark Twain)

«Todo anda bien, hasta que deja de andar bien» (Escuchado por ahí)

«Si algo parece un poco fuera de lugar, esta fuera de lugar».»Si parece estar muy fuera de lugar, es que tu método de evaluación es incorrecto». (Nassim Nicholas Taleb)

En la Europa antigua, cuando todavía no se había producido la expansión colonial, todos los cisnes que podían ser avistados eran de color blanco, razón por la cual la afirmación «cisne negro» era considerada una pauta de imposibilidad, relacionada con la ocurrencia de un hecho.

   Los científicos, filósofos y pensadores en general se debatían en esos momentos, entre diversas formas de obtención del conocimiento científico, se estaba experimentando un cambio desde el método escolástico (totalmente basado en el razonamiento deductivo sin énfasis en la observación de mundo real), a la aplicación de un método empírico (basado en experiencias reales) sin control, respecto de las conclusiones extraídas del análisis de hechos concretos.

   También estaban quienes adoptaban una posición intermedia y sostenían que «ningún número de observaciones de cisnes blancos nos permite inferir que todos los cisnes son blancos, pero la observación de un único cisne negro, basta para refutar dicha conclusión».

   En 1697 en Australia, un explorador holandés fue el primer europeo en avistar un cisne negro. Esta visión pudo constituir una sorpresa para los ornitólogos de la época, pero lo realmente importante aquí es entender la grave limitación de nuestro aprendizaje a partir de la observación o la experiencia, cuando una observación; y solo una sola, puede invalidar las afirmaciones realizadas en extensos períodos de tiempo e inhabilitar conclusiones, procedimientos y creencias arrastradas por años.

   Lo que se conoce como cisne negro es un suceso que responde a ciertos atributos como rareza, es decir fuera de las expectativas consideradas normales; produce además un impacto significativo y dada su condición de fenómeno extraño e imprevisible, tratan de buscarse explicaciones con posterioridad al hecho, intentando que parezca predecible, lo que se ha denominado predictibilidad retrospectiva (oximorón si los hay).

   Tratemos de imaginar diferentes sucesos que tuvieron las características apuntadas como la desaparición del bloque soviético en la década de 1990, la aparición de Internet, del fundamentalismo islámico, de la computadora personal, la crisis económica de 2008 y veremos que todos obedecen a los atributos detallados, haciendo que lo que no sabemos sea mas importante que lo que sabemos o creemos saber de una determinada forma.

   Uno de los grandes problemas es que actuamos como si fuéramos capaces de predecir los hechos del futuro, como personas individual y colectivamente ciegas a los efectos de la incertidumbre. Lo sorprendente no es la magnitud de los errores, sino la falta de conciencia que tenemos con relación a la aleatoriedad. Esta incapacidad en la predicción, unida a la inconsciencia, hace que algunos, aunque se consideren expertos, no conocen de la materia de su oficio mas que lo que conoce la población en general, aunque quizá sepan relatarlo de manera mas atractiva. También es probable que se presenten como candidatos a algún cargo público en los próximos comicios.

   La idea no es tratar de predecir sucesos con las características de un cisne negro, sino construir robustez (como término opuesto a fragilidad), frente a actitudes negativas que se producen y conspiran contra el reconocimiento de sucesos de gran impacto; ya sea por la utilización de modelos defectuosos (basados en rudimentos matemáticos y estadísticos como el promedio y la desviación standard) o la ignorancia – ya mencionada -, a las consecuencias de la incertidumbre y la aleatoriedad.

   Si el lector ha llegado hasta aquí y todo lo antedicho le parece pura palabrería, probemos con algunos ejemplos: mi abuelo paterno Abdülhay Cüneyd Karabey (caballero negro, en turco), hijo de Mehmet Emin, nacido en Izmir (Esmirna) en 1318 del calendario islámico (aquí 1902), en el mes de Reyeb (aquí enero), mas conocido aquí como Alfredo Emin, compraba, como era costumbre, un pavo para la celebración de la Navidad (en realidad el abuelo era un musulmán muy heterodoxo, porque se prendía en todas las festividades religiosas, aunque no fueran de su religión). Como decía, compraba un pavo con anticipación a la celebración navideña y lo alimentaba diariamente. Cada vez que le  daba de comer, el pavo probablemente confirmaría la creencia de que la regla general de la vida era ser alimentado todos los días, por miembros del género humano; en la víspera de nochebuena un hecho inesperado – para el pavo -,  lo llevará a revisar seriamente sus creencias.

   A esta altura surgen algunos interrogantes: de que modo podemos conocer el futuro, considerando datos del pasado ?, como podemos entender las propiedades de lo desconocido a partir de lo conocido ?. Si pensamos en la experiencia del pavo, el animal aprendió de la observación, su confianza iba en aumento a medida que se repetían los comidas y cada vez se sentía mas seguro, a pesar del sacrificio inminente.

   Si observamos una variable cualquiera durante un período de tiempo como pueden ser nuestros ingresos y gastos personales, el valor de determinados bonos y acciones, la relación del valor del oro con las crisis económicas, el precio del barril de petróleo o los partidos perdidos por Independiente como local; en forma posterior y solo a partir de esos datos del pasado, podemos sacar algunas conclusiones y tratar de elaborar como nos enseñaron, proyecciones para un período de tiempo, pero si en el transcurso del período elegido, se produce un gran cambio, que el pasado no había previsto en modo alguno, toda la experiencia acumulada y las conclusiones iniciales pueden tornarse inútiles en un instante.

   Para el final les dejo esta joya destinada a quienes creen firmemente en los beneficios de la experiencia pasada: «Con toda mi experiencia, nunca me he encontrado en un accidente de ningún tipo que sea digno de mención». «En todos mis años en el mar, solo he visto un barco en situación difícil». «Nunca vi ningún naufragio, nunca he naufragado, ni jamás me he encontrado en una situación que amenazara con acabar en algún tipo desastre». Estas palabras fueron pronunciadas por Edward J. Smith en 1907.

   Los pasajeros que zarparon de Southampton el 10 de abril de 1912, habrán estado muy tranquilos y relajados y probablemente se habrán sentido muy seguros, aunque a pesar de la seguridad y experiencia esbozada por su capitán en las declaraciones de cinco años antes; protagonizaron uno de los mayores naufragios de la historia, ocurrido en tiempos de paz.

Fuentes inspiracionales: The Black Swan – Nassim Nicholas Taleb

(*) Omar Emín es Licenciado en Administración y Contador Público. Colabora en medios de comunicación en temas fiscales, laborales y económicos en general. Socio fundador de Echenique, Emín, Albín & Asociados, firma dedicada a trabajos profesionales de carácter administrativo, laboral, contable e impositivo. Se desempeñó en el ámbito educativo universitario, terciario y secundario, con algunas experiencias en educación a distancia en el nivel universitario.