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jueves, 28 marzo, 2024

Pablo «Pali» Rosiere: pura intensidad, pura entrega, puro gol

Goleador histórico de Juventud Unida de Banderaló con 83 goles, apasionado por el fútbol, dejaba el alma hasta en los entrenamientos. Jugó en el fútbol pampeano (en Intendente Alvera, en Realicó, en General Pico), también pasó por Ferro, River y Gimnasia de La Plata. Se trata de Pablo «Pali» Rosiere», un delantero letal que quedó para siempre en el corazón y la memoria de los hinchas de la «Juve».

«Juventud me abrió las puertas a mi vuelta de Gimnasia y Esgrima de La Plata. Estoy agradecido de por vida con Juventud y con toda la gente de Banderaló», cofía Rosiere.

Es oriundo de Intendente Alvear, donde arrancó a jugar al fútbol desde muy pequeño. Ya a los 13 o 14 años se fue a Ferro Carril Oeste de Caballito. Se volvió. A los 15 o 16 años fue a River. Allí estuvo 6 meses y compartió plantel con jugadores que luego fueron importantes en el Millonario, como «Juanjo Borrelli». Los padres lo hicieron volver para que termine el colegio secundario.

«Después, de más grande, a los 19 años, mi hermano que estaba estudiando medicina en La Plata me consiguió una prueba en Gimnasia y me quedé dos años. Sigo teniendo el contacto con algunos de los chicos. Tuve de compañero al ‘Ciruelo’ de Villegas. Me acuerdo de mi debut en reserva. Entrené dos semanas con primera y debuté en reserva en el Monumental. En ese momento Batistuta estaba en River y me tocó encontrarlo en la cancha. No era el Batistuta que fue después, pero ya era un jugador reconocido», recuerda.

«Después de Gimnasia no quería jugar más al fútbol. Un amigo al que extraño mucho, Marcelo Dalmasso, me llevó a una prueba a Piedritas, a Santa Rita y no sé cómo caímos en Banderaló. Yo no quería saber nada con el fútbol, estaba procesando lo que me había pasado en Gimnasia. Tuve la suerte de encontrarme con una familia que me abrió las puertas de su casa hasta el día de hoy, una familia a la que quiero mucho, que es la familia de Fernando Echenique. Así fue como terminé arreglando en Juventud de Banderaló. En esos momentos Juventud armaba grandes planteles y sumaba gente interesante. Tuve la suerte de salir campeón y meterme en el corazón de la gente», en las palabras de Rosiere se puede leer la gratitud hacia la gente de Juventud y la emoción al recordar al «Pato» Dalmasso.

En el fútbol pampeano jugó en Ferro de Alvear, en Ferro de Realicó, en Ferro de Pico. Jugó Argentino B y C.

«Me gustaría tener menos años para seguir jugando. Igual estiré mucho mi carrera y eso me trajo muchas lesiones. Mi último partido fue en Alvear Fútbol, un provincial. Ahora juego en veteranos, en Pico Fútbol, pero uno no pierde la intensidad que tenía cuando jugaba. No me relajo y no puedo disfrutar», añade.

Cuando le consultan sobre la posibilidad de ser DT, Rosiere lo descarta: «No estoy convencido en ser técnico, porque a veces no me veo reflejado en el esfuerzo que hacen los jugadores para entrenar. Yo lo hacía con otra intensidad. Yo amaba lo que hacía. Con los azules, y teniendo 40 años, jugamos más de 40 partidos y entrenaba a la par de chicos de 20 o 25 años. Luego eso me trajo mis consecuencias. Yo era así. Hasta el último día».

Un jugador distinto, que tiene en Juventud y en Banderaló su segunda casa: «Siempre voy a estar cerca de ellos, aunque esté a la distancia», concluyó.