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jueves, agosto 7, 2025
InicioDeportesOtros¡¡Dale, dale, vos podés, Locomotora! | Por José Luis Azurmendi*

¡¡Dale, dale, vos podés, Locomotora! | Por José Luis Azurmendi*

Un sentido homenaje a Alejandra «Locomotora» Oliveras

El boxeador nace del hambre y se convierte en león,
ese cross de la pobreza lo pone en guardia al nacer,
sorteando como se puede la pobreza y desazón,
peleando round a round sin cuenta de protección.

De nacimiento en el norte, Alejandra era jujeña,
vino al mundo trepando desplazados la muralla,
de cientos de mañanas con privaciones y esperas…
por golpeadas sus sombras en convivencias amargas.

Ser madre a los 15 años, por adolescencia apresurada,
un crecer golpeado peleando en días muy amargos,
buscando huir de agresiones, Alejandra entra al gimnasio.
Allí nace la boxeadora, la gran campeona que admiramos.

Tan solo con 47 años dejaste sin admirada presencia,
todo es demasiado triste, demasiado pronta tu partida.
Maldita mano en cross de traidora mala suerte
te ha puesto en la lona por fatal conteo de muerte.

Serás una estrella guía brillando en el camino
por todos aquellos muchos valores que se han ido,
hasta hoy sembrado por las valientes boxeadoras
triunfadoras o no, son deportistas del boxeo femenino.

Aquella niña pies descalzos, una noche llegó campeona
como tantas, diamante en bruto saliendo del barro.
Quedó dura fue tu batalla de tus horas tan aciagas,
pelea desigual sin guantes por el cielo o por la tierra.
Descansa en paz.

Algo de historia del boxeo femenino

El primero que «vio el negocio» fue un boxeador excampeón mundial, «El Bulldog» Mickey Walkers, quien abrió en Nueva York una escuela de boxeo para hombres y mujeres. El comienzo fue en marzo de 1940, cuando nadie en Argentina se lo imaginaba, las mujeres no votaban aún. Antes, años 30, en México fue muy famosa una mujer boxeadora llamada «La Maya».

La red de cumbres a veces es tan tumultuosa del boxeo amateur y profesional. Los campeones, las campeonas, suelen exponer tres claros de sus itinerarios más en lo social por venir de capas modestas. La motivación para el chico pobre: el triunfo es salir del barro, un envión a nueva vida. Las chicas boxeadoras hoy luchan por ese otro nivel,
reclamando mejores pagas y reconocimiento por lo hecho sobre los cuadriláteros sin otra etiqueta que lo deportivo, ética formada de alegrías, tristezas, sudor y lágrimas
por ganar un título o la derrota inesperada, no por perder en el ring, sino en maliciosas tarjetas mal sumadas.

*José Luis Azurmendi es un asiduo lector de Actualidad. Trabajador de la construcción, veterano deportista, lector desde siempre, gusta volcar al papel sus vivencias y opiniones. Y compartirlas.