«Yan Ba se sentó en la tribuna en el medio del mas absoluto silencio.» «Ajustó el micrófono, ordenó los folios y miró al público que entreveía en la semipenumbra de la sala.» «Comenzó a hablar del futuro …» «Hemos alcanzado un punto en que es preciso enfrentarse a una nueva y dramática encrucijada.» «Si no lo hacemos y si no elegimos lo correcto, existe un gran riesgo de que estalle en distintas regiones del país.» «Ni siquiera la lealtad de los militares podrá detener a cientos de millones de campesinos iracundos cuando estos decidan rebelarse .» «…cientos de millones de campesinos que esperan impacientes hacer suya la posibilidad de otra vida, como ha hecho la creciente clase media de las zonas urbanas.» «Su paciencia se agota y va transformándose en una ira inconmensurable expresada en repentinos estallidos que exigen acción.»
«Después de la segunda hora Yan Ba había llegado al punto en que dos palabras dominarían su discurso amenaza y necesidad.» «Que fuerzas podrían retener a los campesinos cuando las opciones eran la pobreza y una vida lejos de esa abundancia de la que oían hablar y de la que reclamaban su parte?»
«Al ingresar a la tercera hora de su exposición Yan Ba comenzó a hablar del futuro y propuso al auditorio dejarse llevar a un continente totalmente distinto: Africa…» «En las desiertas llanuras, en los fértiles valles que rodean los grandes ríos, trabajaremos la tierra trasladando a millones de nuestros campesinos pobres … de este modo cultivaríamos la tierra africana al tiempo que eliminaríamos la amenaza que se cierne sobre nosotros.» (El Chino – Henning Mankell – Tusquets Ed. 2010).
Esta porción de ficción (a la luz de nuestra realidad actual, no tanto), pertenece al libro citado del reconocido y hace algunos años fallecido escritor sueco; si le cambiamos Africa por Argentina (igualmente dentro de poco no se va a notar la diferencia), parece que el plan de los chinos se ha convertido en una realidad tangible. Lo curioso de todo esto, es el énfasis con que han luchado a través de la historia, los antecesores ideológicos de este gobierno contra el colonialismo y toda clase de imperialismo; siempre desde el relato y los slogans «para la tribuna», pero nunca desde la realidad práctica. Además la lucha contra el colonialismo y toda clase de imperialismo, es uno de los conceptos mas antiguos del relato populista, parece que todavía no se han dado cuenta que la globalización ya arrasó con todo eso mientras ellos estaban haciendo la cola para sacar entradas para ver a Queen en el José Amalfitani. Esto explica claramente porque no estamos relacionados – de ningún modo -, con el resto del mundo que está a la vanguardia del progreso, de los adelantos tecnológicos y de la innovación.
El gobierno parece querer destacarse por atraer a los chinos y acordar negocios con ellos como fabricar autos eléctricos en nuestro país, instalar frigoríficos de carne porcina, cosas con las que en principio deberíamos estar de acuerdo, aunque nuestra posición como país en la negociación no esta precisamente en un lugar de privilegio. Además de estas noticias, ampliamente difundidas en medios gráficos y digitales se agrega un ambicioso (para nosotros) plan energético y de transportes. Del lado de las cosas que debieran ser debatidas seriamente (y no están siéndolo) deberíamos anotar la entrega de tierras en el sur y la admisión de la pesca libre en nuestras aguas sin ningún tipo de control; pero insisto en que nuestra posición en las negociaciones no es una platea, es apenas una popular de las mas baratas, lo mas lejos posible del escenario.
Aunque si leemos la ficción convertida en realidad que encabeza el presente, son los chinos quienes se adelantaron, tal como lo hicieron con la pólvora, la imprenta y un montón de cosas, que cuando alguien las «inventó» en esta parte del mundo, ya estaban inventadas en China.
Me estoy imaginando a nuestros trabajadores altamente sindicalizados y a las agrupaciones que los representan, discutiendo condiciones salariales y laborales con los chinos.
Parece que al final deberé dar la razón a un amigo (muy extremista él) cuando me dijo «Estos populacheros y los gobiernos anteriores, hablaron durante años de combatir el imperialismo, usando eso argumentos como estandarte en discursos, campañas políticas y cuanta cámara o micrófono se les pusiera adelante y ahora le van a entregar todo a los chinos?». Abandone a José Gorila en sus cavilaciones totalitarias y alcancé a escuchar «ni hasta la derecha mas recalcitrante entregó partes del país sin ninguna concesión, siempre se hicieron negocios !!!». Por un momento recordé el sketch del inolvidable Alberto Olmedo en su papel del Dictador de Costa Pobre cuando ordenaba a su ministro de confianza (un abrumado Vicente La Russa) «declaremos la guerra a los japoneses !!!» (lo demás lo pueden ver en youtube).
Aclaro que no tengo nada en particular contra los ciudadanos chinos o de alguna otra nacionalidad que se establezcan en el país, solo estoy indicando el choque cultural que se producirá entre una cultura milenaria, acostumbrada al esfuerzo y al trabajo, con otra donde una parte significativa de la población está entregada al ocio financiado por el estado (curiosamente denominados en forma genérica «Planes Trabajar»). De este choque puede ser que mejoremos nuestra situación en el mundo a las trompadas o convenceremos a los chinos de adaptarse a nuestro modelo haragancorruptoopulento?.
Para el final les dejo un par de reflexiones sobre la consideración del trabajo en los distintos modelos laborales, elaborados por el abogado y destacado laboralista Julián De Diego, con motivo del III Congreso de Gestión de Capital Humano celebrado en Buenos Aires en 2016.
– El derecho laboral europeo está basado en el Derecho Romano y el Derecho Canónico. Es un modelo influido por la Iglesia Católica y sostiene que el empleador es responsable por el empleado; esa responsabilidad consiste en preservar el empleo del asalariado. Si esto no se puede cumplir, el empleador deberá pagar una indemnización.
– El segundo modelo es el estadounidense influenciado por la cultura luterana, donde la salvación se produce a través del éxito, del éxito dinerario. En EEUU la escasa legislación laboral no se ocupa de la indemnización; en todo caso, porque existe una sanción implícita al trabajador por haber fracasado.
– El tercer modelo es el de China basado en las ideas de Confucio, en donde la salvación se da a través del grupo solidario. Bajo estos preceptos el despido es como un castigo, la expulsión del seno comunitario por no haber ejercido la solidaridad con el grupo de pertenencia. En China, no hay legislación laboral ni tampoco concepto de despido.
(*) Omar Emín es Licenciado en Administración y Contador Público. Colabora en medios de comunicación en temas fiscales, laborales y económicos en general. Socio fundador de Echenique, Emín, Albín & Asociados, firma dedicada a trabajos profesionales de carácter administrativo, laboral, contable e impositivo. Se desempeñó en el ámbito educativo universitario, terciario y secundario, con algunas experiencias en educación a distancia en el nivel universitario.