Natalia Werbowecki y Josefina Gómez son las coordinadoras del Centro de Rehabilitación y del Centro de Día, respectivamente. Su tarea es trascendental ya que deben atender a todo lo que necesita el equipo multidisciplinario de profesionales que trabaja en ADERID, pero también tienen que responder a las demandas de las familias y los pacientes. Un trabajo que requiere tiempo, paciencia, presencia y mucho diálogo.
Durante el peor momento de la pandemia, ADERID -al igual que muchas instituciones- debió cerrar sus puertas. Los pacientes y sus familias eran asistidos de manera virtual por los profesionales. Pero poco a poco la situación sanitaria fue mejorando, los números del distrito ya no reflejan una situación crítica y muchos de los pacientes que concurren a ADERID (los más grandes) pudieron vacunarse.
Si bien todavía el funcionamiento de la institución dista de ser el mismo que antes de la pandemia, una luz de esperanza aparece al final del túnel. Y es que paulatinamente los niños y adultos que concurrían a ADERID empezaron a retornar para recibir sus tratamientos de manera presencial.
Con todos los cuidados que exige el protocolo, la institución empezó a andar el camino hacia la nueva normalidad. En esta nota Natalia Werbowecki, coordinadora del Centro de Rehabilitación, y Josefina Gómez, coordinadora del Centro de Día, explican en qué consiste su tarea y cuáles son los desafíos que enfrentan.
DA: ¿Cómo es trabajar en ADERID?
NW: Trabajar en ADERID tiene cosas hermosas. A uno se le vienen palabras bastante cursis pero tiene como esta magia cuando uno escucha a los chicos, cuando los ve bailar, o cuando salen de las terapias y arrancan a caminar de la mano de la kinesióloga. Tiene esa magia del logro cumplido en lo terapéutico y en lo artístico, en todas las áreas que se trabajan. Y después está el desafío de acompañar nada más y nada menos que la discapacidad, a los papás, a los pacientes, a los bebés, a los adultos. Es hermoso. Encontramos en ese espacio muchísimo amor, mucha empatía con la familia. Es la única manera de trabajar en este tipo de instituciones.
DA: Y cada logro es festejado de una manera muy especial…
JG: Sí, se comparte eso. Desde los dos Centros. La información de los pequeños grandes logros va llegando y uno se pone contento. Eso se ve en los pasillos, en los consultorios, en las salas. Es movilizante en todo sentido.
DA: ¿Cómo es la tarea en el centro de Rehabilitación? ¿Qué se hace? ¿Cuál es la función?
NW: El Centro de Rehabilitación de ADERID es la terapia ambulatoria desde bebés hasta adultos, sin límite de edad. Son tratamientos individuales. Los niños y los adultos van con un turno establecido y realizan su tratamiento. Todos los pacientes que participan del Centro de Rehabilitación son pacientes que, por su patología, requieren de un tratamiento interdisciplinario. Significa que va un niño que necesita ser abordado desde fonoaudiología, kinesiología, psicología, terapia ocupacional, un equipo de estimulación visual, un profe de educación física. Cada niño, cada paciente que asiste al Centro de Rehabilitación está mirado por un equipo de, por lo menos, 5 o 6 profesionales. El desafío es mayor porque como es un trabajo en equipo eso hace que tengamos que coordinar acciones para lograr los mismos objetivos e intereses. Sumando a este equipo está la familia, porque nosotros hacemos un trabajo acompañando a la familia. El desafío es muy grande y hay muchísimo trabajo. En rehabilitación tenemos más de 40 pacientes, desde bebés recién nacidos hasta adultos de más de 80 años. El trabajo en lo que a mí me compete tiene que ver con ser un facilitador entre lo que el equipo de profesionales necesita y lo que la familia demanda. La idea es darle al paciente lo máximo que podamos ofrecerle y lograr un equilibrio entre las demandas de lo que el equipo requiere y lo que la familia está esperando. Estamos en el medio. Las coordinaciones no atendemos al paciente, pero estamos atentos a sus demandas.
DA: ¿Y el Centro de Día?
JG: Tiene más o menos 30 pacientes, entre niños y adultos. Los más chicos de alrededor de 6 años y los más grandes son de 62 o 63. Están divididos en grupos, el formato es grupal. Antes de la pandemia venían todos los días, divididos en turnos (mañana y tarde). En función de las necesidades, de los diagnósticos y patologías se trabajaba una propuesta terapéutica distinta a la mañana y otra a la tarde. Con la pandemia nos cambió el formato de trabajo. Hubo que redefinir la cantidad de gente y de horas. Antes venían 4 horas y ahora están viniendo 2 horas. Fuimos priorizando lo motor en el turno de la tarde, mientras que en el turno mañana se siguió trabajando en relación a la independencia y a su comunicación. Nos fuimos acomodando. En el medio cedimos el espacio físico que usábamos. Eso nos implicó movernos y readaptarnos. Pero acá estamos, sumando horas y sumando gente.
DA: ¿Un paciente que va al Centro de Rehabilitación también puede ir al Centro de Día o son dos cosas distintas?
NW: Son dos cosas distintas, pero se complementan. Por la cuestión de las obras sociales y de prestación del servicio no se puede. Sí lo que suele suceder es que un paciente ingresa, hace su tratamiento en rehabilitación y en algún momento que se hace grande pasa al Centro de Día. No es en todos los casos, pero en general ese sería el proceso. Hacemos actividades juntos, planificamos cuestiones de recreación y artísticas. Pero un paciente que participa de un centro no participa del otro.
DA: ¿Cuáles son los desafíos que se pudieron lograr y cuáles quedan por delante?
NW: En lo que respecta a mi rol, mi mayor desafío es que el equipo de profesionales pueda tener la formación, la capacitación, y estar a la altura de las circunstancias que requiere un menor o un adulto con discapacidad. Son un montón de aristas, no es solo lo propio de la disciplina sino también las cuestiones de empatía, de ponerse en el lugar del otro, de entender lo que le pasa a la familia, de no cuestionar o no juzgar lo que la mamá hace o no hace. Acompañar al equipo en ese aspecto es mi mayor desafío. Yo estoy tranquila porque cada paciente en rehabilitación está mirado por 40 profesionales. Cualquier cosa que surja, sé que ellos lo están cuidando. En mí caso yo tengo que cuidar al equipo porque sé que trabajar en salud es complejo y trabajar en discapacidad tiene una carga emocional muy fuerte, requiere de estar muy bien parado porque muchas veces los objetivos tardan mucho tiempo en lograrse o son objetivos muy chiquitos. Bajar las expectativas de los papás no es fácil. Nosotros trabajamos de manera interdisciplinaria, entonces nos juntamos con las familias para preguntarles qué necesitan de nosotros, qué quieren que nosotros trabajemos. A veces son objetivos muy grandes y hay que trabajar para poder bajarlo un poquito. Contener al equipo es mi mayor desafío. Que se sientan acompañados.
JG: Acompañar al equipo es el desafío. Han sido dos años complejos en cuanto a esto de reacomodarnos para que el equipo se sienta cómodo, que tenga el lugar que tiene que tener y que los pacientes puedan volver al Centro de Día. Fue un desafío enorme.