11.4 C
General Villegas
martes, septiembre 2, 2025
InicioSociedadAntonio Rumi, el caballero de la coctelería

Antonio Rumi, el caballero de la coctelería

Antonio Rumi es un barman profesional de nivel internacional. Es oriundo de General Villegas y hoy vive en nuestra ciudad, pero su profesión lo llevó lejos, a trabajar en los lugares más exclusivos. En diálogo con Edgardo Bonetto, Rumi hizo un repaso de su vida. Si tomamos el profesionalismo, la disciplina y el conocimiento y los batimos bien, surge esta historia que Actualidad comparte a continuación.     

Todo comenzó en un bar de Villa Ballester llamado «Mi Rincón», propiedad de «Pepe» Salvaneschi. Cuando recibió la propuesta de trabajo no dudó en hacer las valijas y marcharse para iniciar lo que sería un largo camino. Allí, por su tarea, comenzó a tener relación con muchos licoristas y destiladores. Poco a poco empezó a hacer algunos tragos y a conocer los gajes del oficio.

Fue una época de aprendizaje, donde el joven Antonio comenzó a erigirse en el barman profesional que sería años después. Mucho tuvo que ver en esa formación el gran Eugenio Gallo, campeón mundial de la coctelería, a quien conoció a través del dueño de una prestigiosa destilería.

«Eugenio Gallo me dio unos consejos. Me vio con potencial de trabajo en el manejo de la coctelera, en la postura, en la presencia. Él me dio la posibilidad para ir a trabajar a un lugar muy aristocrático en la Rural de Palermo, que fue la Asociación Argentina de Fomento Equino donde estaban los grandes propietarios de caballos pura sangre. Fui creciendo, siempre buscando la forma de mejorar, hasta que un ‘maître’ (camarero especializado en restaurantes u hoteles) me dijo: ‘Vos tenés mucho profesionalismo y tenés que explotarlo más’. Eso fue en el San Juan Tenis Club, donde hacía extras», comenta Rumi, durante una entrevista para el programa radial «Con Todos», conducido por Edgardo Bonetto.

En ese momento se le presentó una nueva oportunidad que le abriría las puertas y le permitiría convertirse en un N° 1 del mundo de la coctelería. Una familia amiga decide irse de Villa Ballester a Bariloche a poner una pizzería y le dijeron: «Antonio, vos tenés mucho potencial. Tendrías que irte a Bariloche porque ahí hay una gastronomía impresionante».

Fue así como nuevamente Antonio hizo las valijas y se dispuso a perseguir su sueño. Pero Bariloche no era para cualquiera.

«En ese momento para conseguir trabajo tenías que tener conocimiento, no entrabas a trabajar en cualquier hotel por ser barman. Te tomaban una prueba», dice Antonio.

Fue así como entró a trabajar a Grisú, el boliche más emblemático de San Carlos de Bariloche, donde estuvo desde el año 1970 hasta 1994.

Pero también hizo temporadas en los hoteles más exclusivos, como el Llao Llao, el Catedral y el Edelweiss. «Se hacían tragos nutritivos. A mí siempre me gustó leer mucho en el mundo de la bebida. Mezclar mezcla cualquiera, pero hay que mezclar con determinados fundamentos. Se hacían tragos nutritivos a la hora de la mañana. Tragos con tomate, con yema de huevo», rememora Antonio.

Esa época de Bariloche fue muy productiva para el villeguense. No solo porque abundaba trabajo, sino porque ganó varios campeonatos donde competían los mejores barman profesionales:

  • Campeón trago corto. Certamen Especial whisky Royal Command, Bariloche 1976. Coctel “Edelweiss”.
  • Campeón trago largo. Certamen Patagónico de Coctelería 1988.
  • Campeón trago corto bajativo, S.N.C. 1989.
  • Campeón trago corto bajativo. Certamen Patagónico de Coctelería, Bariloche 1989. En éste torneo ganó el trofeo de Destreza Profesional.
  • Tercero trago corto y trago largo. Certamen Patagónico de Coctelería, Bariloche 1990.
  • Campeón trago largo. Torneo Patagónico de Coctelería, Bariloche 1991.
  • Subcampeón trago corto aperitivo Torneo Patagónico de Coctelería, Bariloche 1991. En éste torneo ganó el trofeo de destreza profesional.

Más allá de que la paga y las propinas eran muy buenas en temporada, Rumi decidió emprender y abrir su propio bar. Lamentablemente no le fue bien y por eso retornó a Buenos Aires.

Pero el destino y su buena reputación le volverían a abrir una puerta: esta vez vez fue la bodega Chandon, en Mendoza. «Ellos tienen un shopping y al costado un bar muy coqueto. Fui por tres meses y me quedé un año», recuerda.

Luego se fue a trabajar a un bar de Pinamar, donde estuvo 10 meses, hasta que apareció un amigo con una propuesta que sería el pináculo de su carrera: trabajar en el prestigioso Plaza Hotel.

«Fui a cuatro entrevistas para poder entrar. Éramos cuatro o cinco barman, había que responder y hacer la fórmula de dos tragos clásicos internacionales por día y fueron cuatro días de entrevista. Gané y me quedé desde el 96 hasta el 2003. Siempre había soñado con terminar en una cadena multinacional. Ese fue el logro más lindo: trabajar en una multinacional y más que nada en el Plaza Hotel, donde hay un excelente público. Es un lugar privilegiado. Entrar al Plaza Hotel era muy difícil, tenías que tener muchas cualidades: disciplina, buena conducta, conocimiento de tragos y de la ciudad para recomendarle a un huésped dónde ir o qué hacer».

Allí atendió a grandes personalidades, tales como el ex presidente Menem y todo su gabinete, un ex presidente de Jamaica, al ex presidente de Brasil Fernando Henrique Cardoso, al juez Urso, al locutor y animador Cacho Fontana y a artistas como Palito Ortega, Mirtha Legrand, Amelia Bence y Silvia Montanari. Supo tener a nueve empleados a su cargo.

Terminó su ciclo laboral en la cadena española de hoteles Sol-Meliá.

Ante la pregunta de si le quedó algo pendiente, Rumi señala: «Me hubiese gustado ser director de alimentos y bebidas, es decir gerente de todo lo que es eventos, banquetes, room service (servicio a la habitación), restaurante y cocina. Hubiese sido muy exigente porque siempre fui muy detallista. El orden, la disciplina y la limpieza no pueden faltar en la gastronomía».

Ahora, ya instalado en Villegas, lejos de las luces, los lugares exclusivos y las grandes personalidades, sueña con tener un bar propio. «Tendría una gran selección de bebidas, importadas y nacionales. Mi idea es mezclar y hacerle probar a la gente. Mostrarles que hay mucho más que lo clásico y tradicional, como el Fernet Cola, el Gin Tonic o el Daikiri», concluye.