Desde hace tiempo que escuchamos hablar de los conflictos internos que hay en el Hospital municipal.
Llevo allí más de 20 años, conocí muchos directores médicos y directores administrativos, conocí jefes de servicio nombrados y jefes de servicio reales, colegas de todo tipo. Trabajé en casi todos los lugares donde pude dar mi servicio de médico generalista… incansablemente durante mucho más de la mitad de esos veintipico de años, en detrimento de mis hijos, de mi persona y de mi tiempo libre. Y no me arrepiento de mucho, creo que desarrollé una carrera honrosa. Me nutrí de grandes colegas en lo profesional y en lo personal, soy sociable y me gusta compartir momentos de charlas y encuentros dentro y fuera del Hospital. Creo que tengo muy buena relación con casi todos (por no decir todos) los trabajadores de los distintos servicios que funcionan allí, y eso se corona por conservar una conducta de cordialidad y buen trato con cada uno de ellos.
Tengo unas cuantas certezas:
Cada uno de los que estamos ofreciendo horas de servicio, lo debemos hacer con el único objetivo de facilitar la solución a los problemas de salud que nos exponen los pacientes.
Debemos dar lo mejor de nuestro profesionalismo como retribución simbólica por lo que con los años nos han enseñado sus casos clínicos. Nos debemos a ellos (los pacientes).
Los pacientes son quienes con sus aportes tributarios hacen posible que el municipio nos retribuya.
La planta política y directivos son pasajeros, no conozco uno que haya persistido más tiempo en su despacho que el promedio de antigüedad de los empleados del Hospital.
El municipio, los directivos, y los jefes de servicio tienen la obligación de generar los lineamientos para que se produzcan políticas públicas de salud medibles y comparables año tras año.
Los directivos y los jefes de servicio deben hacer cumplir esas políticas en un ambiente de cordialidad y estímulo suficiente para que todo fluya correcta y placenteramente.
El buen ambiente laboral y edilicio es fundamental para el desarrollo de la actividad en salud. Y es un reflejo de la buena o mala salud institucional
La pandemia ha dejado un tendal de almas rotas: pacientes, familiares y personal de salud. Asistimos y vimos pelear por la vida a muchos amigos, vecinos y familiares…muchos se quedaron en el camino (muchos más de lo deseado). Ese deterioro físico y psicológico del personal de salud hay que reconstruirlo, con mucha paciencia y contención, contención institucional. No con destrato o despidos.
Los conflictos se solucionan con política negociadora, pero para eso hay que tener voluntad y convencimiento de ambas partes de llegar a una solución… sentándose las veces que sea necesario a dialogar alternativas posibles.
Con la idea primordial de que nadie sobra, dejemos de hacer del Hospital la institución expulsiva que siempre fue.
(*) Marcelo Tau, Médico, Trabajador de la salud, Vecino de Gral. Villegas.