Esteban Parola nació en Santa Eledorora, una localidad del partido de General Villegas, el 11 de noviembre de 1980. Orgulloso de su pueblo, él habla de la importancia de mantener la identidad.
Artista versátil, formado en la Escuela de Arte Dramático, tuvo grandes maestros de Clown y trabajó durante catorce años junto a Ana María Giunta en más de una docena de espectáculos inclusivos.
Actor, director, brinda talleres de teatro para personas convencionales e inclusivo y realiza capacitación docente.
Su «Homenaje al Circo Criollo» está inspirado en el inolvidable Circo Patagonia, que fue la mecha que encendió el espíritu del artista.
En el marco de la 1º Feria del Libro realizada en el Centro Cultural Molino Fénix, Esteban se vistió de payaso para emocionar a los chicos y a los grandes que se volvieron chicos, ante la sorpresiva presencia de Mario Holmer, el Payaso Patagonia.
Después del espectáculo, Actualidad se comunicó con Esteban, quien expresó a través de las redes haber vivido uno de los momentos más emotivos de su vida como artista.
Ese día, sobre el escenario montado en el CCMF, Esteban sintió que cerraba una etapa de mi trabajo que comenzó cuando «se dispara este bichito por la actuación a partir de verlo a él y a toda su compañía, representando las obras de teatro, en lo que eran las presentaciones del circo criollo, que era lo que llegaba a Santa Eleodora como uno de los pocos atractivos artísticos, sobre todo a fines de los 80, principio de los 90.»
Por aquellos años «no había mucha propuesta cultural en Santa Eleodora y alrededores, por eso todo lo llegaba, trataba de verlo, o tuve la suerte de que me llevaran a verlo», señaló.
«A partir de ahí a mí se me disparó el interés por lo que es el circo criollo y por la formación como artista y después, derivándolo en la temática del circo criollo exclusivamente, que es muy diferente a la propuesta de los circos europeos, que terminan en la primera parte de de habilidades», expuso.
El circo criollo, que nace la ribera del Río de la Plata, lo diferenció de los circos europeos. Algunos circos que venían de afuera mantenían la estructura y otros, se formaban acá, tomaban esa estructura del circo tradicional europeo, que eran sólo habilidades humanas y de animales, porque en esa época estaba permitido el uso de animales.
«A fines del siglo XIX, empiezan a incorporarse algunas pantomimas y la primera que se tiene como registro fuerte es la de Juan Moreyra en 1884, que se estrena en Chivilcoy de la mano del Circo de los Podestá. A partir de ahí se considera que nace lo que sería después, la estética del teatro nacional y el teatro gauchesco», detalló el actor.
De hecho, el 6 de octubre, que es el nacimiento de José Podestá, es el día del Circo Criollo. «Es en honor a él, pero me interesa mucho remarcar que el circo criollo es puramente rioplatense y es un género nacido en estos lugares. Por eso me parece que tiene que tener un tratamiento especial, tanto en la historia, como en la formación de los actores», aseguró.
¿Será consciente Mario Holmer, de lo que despertó en ese niño de seis años? Para Esteban, «eso me parece que es lo maravilloso, no tener la conciencia de haberlo producido» y además contó que «Patagonia» se había emocionado mucho cuando lo escuchó decir que era actor porque ese circo.
«Me parece que es maravilloso poder establecer ese vínculo entre lo artístico y la fantasía de un niño. Y a partir de eso, la formación de una profesión, porque también es un oficio y es un espacio donde uno se tiene que formar todo el tiempo», planteó Esteban.
«En esta época de tanta tecnología, de tanta accesibilidad en muchas cosas, la accesibilidad cultural sigue siendo una cuenta pendiente del Estado y de casi todos los gobiernos que han pasado, porque sigue faltando el recorrido del artista por lugares donde no hay posibilidad de acceder a las expresiones culturales», manifestó.
Por eso, «cuando con Claudia fuente, conformamos Payasos sin carpa, el objetivo fue llevar el circo adonde las carpas no llegan y acercar el hecho teatral a todos aquellos espacios no convencionales que no tienen la posibilidad de un espectáculo teatral», aseguró el actor.
Mientras Esteban permanecía al aire, llegaban mensajes con valiosos recuerdos del Circo Patagonia, como uno de gente de Piedritas que decía: «cómo olvidar Circo Patagonia. Los chicos del circo venían a la escuela 13 de enteritos verdes y remeras amarillas. Compartíamos los almuerzos del comedor de la escuela y nos regalaban entradas a los más pobres para que pudiéramos ir. Era un modo de agradecimiento.»
«Mario me contaba que ellos se instalaban, por ejemplo, en Piedritas y en un momento el circo llegó a tener un repertorio de sesenta y cuatro obras para el final, porque cuantas más obras tenían, más tiempo se podían quedar en la localidad», contó.
Para Esteban Parola, «el circo es uno de los pilares de toda nuestra cultura nacional, por eso tengo como un capricho en trabajar la estética y en poder recuperar esa dinámica de trabajo.»
«Hay algo que tiene que ver con la pasión del hacer, al menos lo que intentamos es nunca depender del otro para hacer. Cuando montamos un espectáculo producimos y después vemos cómo se devuelve la plata que se pide o cómo se recupera lo que se pone», porque esa pasión «no te lo da el dinero», aseguró.
Sobre el Centro Cultura Molino Fénix, Esteban opinó que «es un espacio sumamente productivo para Villegas, porque descentraliza y eso hace a la amplitud del derecho a la cultura.»
Sobre su trabajo, Esteban señaló que comienza a trabajar en un espectáculo que se va a presentar en el Festival Iternacional de Teatro de Buenos Aires. Continúa con Carmela, que es la obra que hacemos con Silvia Peyrou, una historia de encuentro de soledades y esperanza.
Por otra parte, continúa con los talleres para formar artistas diversos o artistas con discapacidad que el 9 de diciembre y trabaja en una muestra fotográfica sobre un trabajo que hicimos en la segunda mitad del año sobre la belleza en la diversidad corporal.
Esta última muestra utiliza como género, los burdeles, los prostíbulos, el circo criollo, todo lo periférico de la sociedad. Cada artista armó un personaje, que fue fotografiado y lleva una descripción de los personajes con audio y texto.
«En nuestro caso, la diversidad corporal tiene que ver en algunos casos con alguna patología o con alguna discapacidad que los artistas tengan como malformación, parálisis cerebral, hay artistas con síndrome de Down, con esquizofrenia, con psicosis, pero a todo eso lo llevamos a la belleza de cada uno de nosotros», explicó.
«Cumplo 42 y desde los 18 que estoy en esto», concluyó Esteban Parola. El hijo de María Elena y Juan Carlos. El pelirrojo con rulos que vivía en Santa Eleodora. El mismo que a los seis años descubrió que quería ser artista cuando vio Juan Moreyra en el Circo Patagonia y hoy es el vicepresidente de la Casa del Teatro. Todo un recorrido.