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jueves, octubre 10, 2024

Chardonnay, la reina blanca | por Carolina Walser Oddone*

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Si hablamos de delicadeza, versatilidad y distinción en vinos, hablamos de la “reina blanca”.

Venida de la región de Borgoña, de la mano de los vinos Chablis, la Chardonnay ha conquistado el mundo enológico como la variedad ínclita de los vinos blancos y espumantes naturales.

La admirable capacidad de adaptación de esta cepa a diversos suelos y climas, la han llevado a diferentes regiones del planeta, siendo la variedad vitivinífera blanca predominante y de mayor prestigio. Su reinado también se debe a su participación en nuestras celebraciones más importantes, ya que es el vino base más utilizado en la elaboración de los principales champagne, crémant, cavas y espumantes en general, presentes en el momento del brindis.

Cuando tenemos el placer de degustar un buen chardonnay, al acercar la copa a la nariz, percibimos delicados y seductores aromas afrutados y florales. Con definidas notas de frutas blancas como peras y manzanas verdes maduras que se entrelazan con sutiles toques cítricos de toronja y pomelo. También se pueden apreciar matices de durazno, banana y ananá, que añaden una dimensión tropical y refrescante al conjunto aromático.

Estos aromas se complementan con un delicado toque de azahar, manzanilla o jazmín. La acidez equilibrada y la escasez tánica, propias de los vinos blancos, aportan una frescura vibrante y realzan los sabores sobresalientes de este varietal.

También se destaca por la complejidad que adopta cuando tiene pasaje por barricas de roble, incluso durante la fase fermentativa, lo cual le permite extender su vida y adquirir robustez. En malange con otras cepas, es posible percibir su distintiva presencia, siendo habitual encontrarlo en los blend de blancas.

El vino Chardonnay es versátil y se puede disfrutar por sí solo, en copa, o maridando con una amplia variedad de alimentos. Combina bien con mariscos, pescados, aves de corral, pasta, salsas blancas o verdes, y se ensambla muy bien con quesos suaves y cremosos, como el brie o el camembert.

La producción de Chardonnay en Argentina comenzó a tomar fuerza en la década de 1990, y desde entonces ha ganado reconocimiento a nivel mundial; aunque en la última década ha disminuido la superficie tanto de éstas como de otras variedades vitiviníferas. Pero es posible revertir esta situación, ya que, con el consumo actual en ascenso de este tipo de vinos, las condiciones del mercado son propicias.

Y si pensamos el futuro vitivinícola desde este rincón de la provincia, ¿podemos soñar con un distinguido Chardonnay villeguense?

Sinceramente creo que se están acortando las distancias entre el anhelo y el suceso, y hoy el sueño de grandes vinos locales es posible. Y por eso, no encuentro mejor motivo para que elevemos una copa de chardonnay y brindemos.

¡Salud!

Ana Carolina Walser Oddone, Técnica en Enología de la Escuela Superior de Vitivinicultura de la Universidad del Trabajo del Uruguay (U.T.U.) y ayudante de la Cátedra de Vitivinicultura en la misma institución. Pasante de tesis de la Magister en Enología Graciela Calero. Trabajó como Enóloga en bodega De Luca, en Canelones-Uruguay.
Radicada en Bunge desde 2005, trabaja como docente de Fisicoquímica, y en ocasiones dirige degustaciones y catas. En el presente asesora al establecimiento vitícola BOHEMIANS VINES & WINES de General Villegas y columnista en el programa Cuidarte Más, que se emite todos los sábados de  9.30 a 12 horas por FM Villegas.

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