«GPS, villeguenses por el mundo», el programa de los nuestros, nos trajo una nueva aventura. Otra emotiva y profunda historia de vida, llena de sacrificio y desafíos.
La protagonista fue Rosana Fenocchio, que desde hace 14 años se encuentra fuera del país. Egresada en el Colegio Nacional en 1989, la villeguense habló con Esteban Mutuberría desde tierras trascandinas, en Chile.
Primeros pasos
Terminados los estudios secundarios, comenzó su carrera de Arte en La Plata, donde se mantuvo durante 17 años, desde 1990 hasta 2007.
En su camino por esta ciudad, apareció la opción de Diseño en Bellas Artes. «Fueron años muy lindos», manifestó.
Rosana comenzó a trabajar en Administración Pública, donde dio clases en Bellas Artes. «Mi gran fuente de trabajo siempre fue al arte, así fueron pasando los años», afirmó.
Vida matrimonial y opción en el extranjero
En 2005, la villeguense conoció a su esposo chileno, Osvaldo. Luego de formar pareja, aparecieron nuevas propuestas y destinos en la vida de Rosana. Santiago de Chile se presentó en el horizonte inmediato.
El embarazo de Dante, su primer hijo, no fue para nada sencillo. Tal es así que debió regresar a La Plata para su nacimiento, hace casi 14 años.
En septiembre de 2009 se produjo el arribo definitivo de Rosana a estas tierras. «Nunca pensé en venir a Chile, pero un hijo lo define todo», dijo sobre su decisión, de la cual se siente muy conforme y satisfecha.
Una vez llegada a tierras trasandinas, empezó una maestría de Artes en una Universidad de Chile. «Me encanta leer y estudiar, sobre todo los temas relacionados con el arte», reconoció.
Posteriormente, comenzó a trabajar en el Diseño Editorial, que consiste en la realización y formación de los libros.
Pandemia y vida laboral
Tanto Rosana como su familia no sufrieron la enfermedad, pero sí las restricciones y órdenes a seguir: «Fue difícil la prohibición de tantas cosas, sobre todo para mis hijos en el colegio».
En cuanto a lo laboral, debió hacer modificaciones ante lo estrictamente restringido que estaba el país, con el objetivo de que todos puedan desarrollar normalmente sus actividades.
Planes para el futuro
A corto plazo, la idea de Rosana es una exposición planificada para septiembre de 2023 en General Villegas. La misma consiste en la identidad de la mujer.
No obstante, por ahora no tiene pensado regresar a Argentina, por lo que su intención es vivir durante algunos años más en suelo chileno.
¿Cómo es Chile?
Más allá de que nunca había vivido allí, Chile no era un lugar desconocido para Rosana, porque tenía familiares en este suelo y ya lo había visitado.
La villeguense está radicada en Santiago, la capital del país: «Es una ciudad linda, pero que requiere de vez en cuando una salida por el desgaste que genera tanto tráfico y montaña, aunque la playa y el mar se encuentran bastante cerca».
Rosana definió a Chile como un «espejo de la Patagonia argentina», sobre todo la zona cercana a la Cordillera de los Andes. Pero su lugar favorito es el norte del país, el cual según la villeguense, se asemeja al Caribe por sus costas.
Sobre lo cultural, mencionó que es un país muy diferente a Argentina. «Los argentinos somos más entregados a la amistad, siento que los chilenos cuidan mucho de su espacio. Tenemos una entrega que para mucha gente puede parecer chocante», dijo.
¿Hay rivalidad entre Argentina y Chile?
La experiencia de Rosana no responde a esta incógnita: «Siento que esta enemistad es real y me molesta, pero en el caso de mi familia nunca fue así».
La cuestión que más le molesta es el «aprovechamiento» de los chilenos con respecto a la situación económica de Argentina. «Ellos creen que Argentina está de regalo, pero no hacen autocrítica de que en Chile todo es muy caro e incomprable. Siento que nos tienen un poco de envidia», indicó.
¿Qué es lo que más extraña de General Villegas y Argentina?
Sin dudar, Rosana nombró a la familia y los afectos cercanos como las razones que más echa de menos de sus tierras: «Hay cosas que todos los días duelen un poco, pero la comunicación telefónica acerca más».
No obstante, estuvo junto a su familia en General Villegas durante el verano: «Por suerte pude volver al país y a mi ciudad, es una sensación hermosa. Cuando me preguntan de dónde soy, yo soy de Villegas, siempre».
Anécdota
El recuerdo más olvidable de su experiencia en el exterior fue, sin dudas, el terremoto sufrido en 2010, el 27 de febrero: «Era de madrugada y yo estaba con mi familia en un lugar cerca de la montaña. En ese camino oscuro de bajada, sentimos que el auto se empezó a mover y, a priori, creí que era la velocidad con la que estaba manejando Osvaldo. Sin embargo, el movimiento persistía y me di cuenta de que estaba temblando la tierra. En ese momento, Osvaldo me respondió ‘si está temblando y se siente arriba del auto, es el fin del mundo’. Entonces decidimos bajar a la ciudad, fue lo mejor que pudimos haber hecho, porque si salíamos instantes después, las piedras que caían de la montaña nos reventaban el auto. De arriba se veía una ciudad en llamas, con fuego y cortes eléctricos por todos lados».