Milan Kundera, autor de «La insoportable levedad del ser», «La broma», «La inmortalidad», «El libro de los amores ridículos» y «La ignorancia», entre otros, murió a los 94 años de edad en su casa de París.
Siempre he pensado que sobre la mesa de luz, a veces sobre la cama o sobre un sofá, los lectores dejamos, para tener a nuestro alcance, algunos libros a los que necesitamos volver. Libros de hojas marcadas, esquinas dobladas y líneas resaltadas, que esperan nuestro regreso.
A mi alrededor siempre hay unos cinco o seis libros a los que vuelvo, con necesidad de respuesta, como argumentó también Oreste Crusat en una entrevista del espacio de radio Cuidarte Más, que llevo adelante por FM Villegas.
Uno de ellos lleva más de veinte años de vueltas de página: La insoportable levedad del ser, de Milan Kundera. Parco, pero de palabras profundas. El fallecimiento del checo, uno de los más grandes narradores del siglo XX, le pone distancia a los nuevos tiempos.
Mi consultor de respuestas necesarias ha dejado una huella imborrable en el mundo literario gracias a su incisiva y profunda exploración de la condición humana. A través de sus novelas, Kundera supo capturar los matices de las emociones y revelar las complejidades de las relaciones.
Durante toda su obra, se entrelaza la filosofía, la política y la psicología. ¿Cómo escapar a la reflexión y al autoexamen de la prosa poética de «La insoportable levedad del ser»? Cada párrafo nos ofrece un espacio de pensamiento íntimo, cercano a la meditación y siempre en contacto con las emociones. Dolor. Ansiedad. Tristeza. Euforia. Alegría. Incertidumbre. Rabia. Perdón.
Kundera desafió las convenciones narrativas tradicionales utilizando técnicas como la fragmentación y el contrapunto para explorar múltiples perspectivas y verdades subjetivas, impregnadas de una capacidad especial para revelar una sutil ironía, inherente al hombre como especie.
A través de personajes complejos y bien desarrollados, examinó temas como el amor, la identidad, el poder y la memoria. Sus historias nos propusieron, casi como una obligación subyacente, confrontar nuestras contradicciones y debilidades, pero también a descubrir la resiliencia, cuando esa la palabra ni siquiera se utilizaba.
Además de su valor literario, la obra de Kundera contiene un profundo significado sobre quiénes somos. Afloran luchas internas y dilemas éticos a los que todos, tarde o temprano, nos enfrentamos en nuestra búsqueda de significado, trascendencia y felicidad.
El escritor checo mostró como ninguno, el impacto que las elecciones individuales tienen en nuestras vidas y en las vidas de todos aquellos que nos rodean. Como en un dominó, cada acción provoca una reacción en cadena. Sus historias, repletas de símbolos, nos muestran que somos seres complejos y falibles, y que la vida no siempre es clara ni justa. Pero es la vida y por más vueltas que le demos, es la única, a falta de certidumbre e inmortalidades.
Él no quería opinar de todo, no quería sentirse un intelectual, aunque lo fue, muy a su pesar, por esa inagotable costumbre de ver siempre más allá.
En un diálogo imaginario consigo mismo en El arte de la novela, escribió:
“—¿Usted es comunista, señor Kundera?
—No, soy novelista.
—¿Usted es disidente?
—No, soy novelista.
—¿Usted es de izquierdas o de derechas?
—Ni lo uno ni lo otro. Soy novelista”.
En 2019, recuperó la nacionalidad checa, de la que el régimen comunista lo había despojado a finales de los setenta tras instalarse en Francia con su esposa Vera. Había nacido el 1 de abril de 1929 en Brno, al sureste de la República Checa.
Y como en una de sus mejores metáforas, me responde desde La insoportable levedad del ser que «El amor no es un estado de ánimo sino un signo del Zodiaco.» Escorpio con ascendente en Escorpio.
*Celina Fabregues es periodista. Conduce Cuidarte Más por FM Villegas, los sábados de 9,30 a 12 horas, programa que se repite a las 19 del mismo día.