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miércoles, diciembre 11, 2024
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La vida de Mama Antula, la primera santa argentina y la misa en su honor que celebrará el papa Francisco

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María Antonia de Paz y Figueroa, la laica consagrada y promotora de la obra ignaciana en los tiempos coloniales prerrevolucionarios, será canonizada en una misa en la Basílica de San Pedro el 11 de febrero. En octubre pasado se le reconoció el milagro.

María Antonia Paz y Figueroa, Mama Antula, nació en 1730 en Santiago del Estero. El próximo 11 de febrero se convertirá en la primera santa argentina. Su vida fue un camino signado por el trabajo que sobrepasó lo religioso: fue una mujer empoderada que vivió fuera de su época en un país colonial que tenía una concepción de vida patriarcal, jerárquica, que sólo buscaba en ella (como en las demás) que dejara de lado cualquier indicio de independencia y rebeldía. Su gran empoderamiento fue saber escribir y leer.

Pese a esas posturas, nadie pudo con ella que no dudó en rebelarse al mandato cultural del siglo XVIII y al credo de su familia acomodada y respetuosa de los estereotipos femeninos de ese tiempo: a los 15 años desafió a su padre. Le avisó que no se casaría ni sería monja.

Educación jesuita

Lo que sí hizo fue encontrar su vocación y se unió a los jesuitas, con quienes colaboró en la organización de ejercicios espirituales. Comenzó, así, a recibir educación poco habitual para su género y fue miembro de la Compañía de Jesús. Luego inició un peregrinaje por varias provincias con el objetivo de difundir su misión: predicar el mensaje de Cristo. Lo hizo por 20 años.

Nació en Santiago del Estero en 1730 y fue quien trajo al país la imagen y posterior devoción por San Cayetano a quien nombró patrono protector de su empresa evangelizadora por ser el Santo de la Providencia y le encomendó cuidar todas sus tareas.

El papa Francisco es fiel devoto de Antula. En sus años de arzobispo de la Ciudad solía nombrarla y tener presentes sus enseñanzas en las homilías y desde que asumió la titularidad de la Iglesia Católica pregonó para declararla beata, lo que sucedió el 27 de agosto de 2016, en Santiago del Estero. El domingo 11 de febrero, en la Basílica de San Pedro, el Papa oficiará una misa en honor y será santificada.

La historia

En los albores de la patria decidió vestirse de varón y ser laica jesuita, cosa que fue considerada una rebeldía por sus padres, que no tardaron en echarla de su casa y se instaló en el beaterio de los jesuitas, dejó de usar su apellido, renunció a la riqueza familiar y eligió su nombre de iglesia, María Antonia de San José.

“Siendo aún joven, entró en contacto con la espiritualidad ignaciana. En 1745 vistió el hábito de ‘beata’ jesuita mediante la emisión de votos privados y comenzó a llevar vida comunitaria junto a otras consagradas. Bajo la dirección del padre jesuita Gaspar Juárez, se dedicó a la educación de los niños, al cuidado de los enfermos y al socorro de los pobres”, destaca un portal del Vaticano.

Fue el pueblo quechua el que la bautizó Mama Antula, el derivado de su nombre Antonia en la lengua que había adoptado. Fue evangelizadora de los pueblos originarios santiagueños, a quienes además les enseñó a leer y a escribir como a perfeccionar las técnicas con las que trabajaban.

El 9 de agosto de 1767, el rey Carlos III ordenó disolver la obra jesuítica y desde entonces el trabajo social y espiritual que realizaban quedó vedado. Todos fueron expulsados de los territorios de la corona española cuando ella tuvo una experiencia epifánica: escuchó una voz interior que la convocaba a ser “la heredera”.

Tenía 36 años y se consideraba “hija espiritual de la Compañía de Jesús”. Su objetivo era continuar predicando la palabra de Cristo por medio de los ejercicios espirituales que los jesuitas realizaban para la salvación de las almas.

“Perseveró en su intención de seguir organizando cursos de Ejercicios Espirituales. Entre 1768 y 1770, los participantes vivieron el tiempo de retiro durante varios días, recibiendo orientación y reflexionando sobre sus vidas. Para este proyecto contó con el pleno consentimiento de su confesor y del Obispo de la ciudad de Santiago del Estero, donde abrió una casa”, describe el Vaticano News la vida de Mama Antula.

Se impuso la meta de llegar a los lugares más recónditos: desde Silípica avanzó hasta Loreto, Salavina, Soconcho, Atamisqui, en Santiago del Estero; siguió por las provincias de Catamarca, La Rioja, Jujuy, Salta y Tucumán. Caminó más de 4000 kilómetros descalza por todo el Virreinato a fin de mantener vivo el legado jesuita pese a la prohibición. Quería visitar las regiones pobres del nordeste argentino y enseñarles los ejercicios espirituales. En ocho años llegó a setenta mil personas.

Esos ejercicios constaban de un curso de diez días de duración y se basaban en el legado que Ignacio de Loyola: la práctica de meditaciones, oraciones y ejercicios mentales diseñado para practicarlos y orientar a las personas a la fe. EL propio creador los definió como “todo modo de examinar la conciencia, de meditar, de razonar, de contemplar; todo modo de preparar y disponer el alma, para quitar todas las afecciones desordenadas (apegos, egoísmos…) con el fin de buscar y hallar la voluntad divina”.

La rebelde

Llegó a Buenos Aires en septiembre de 1779. en la ciudad, se encontró con la negativa del virrey y del Obispo para dictar los cursos de ejercicios, pero los retiros alcanzaron igual a los fieles que manifestaban una espiritualidad profunda y los grupos para aprenderlos reunía hasta unas 200 personas.

Eso no pasó desapercibido por el Obispo que no tuvo más que autorizarla para continuarlos al punto de mandar a que construyeran la Santa Casa de Ejercicios Espirituales, en la Avenida Independencia 1190. Su peregrinar ahora era de puerta en puerta para recaudar fondos y colaborar la construcción de la Casa de Ejercicios. La noticia de esos esfuerzos llegaron a Francia.

“Acusada de loca y de bruja, el peso histórico de Mama Antula en los sucesos independentistas de la Argentina quizá haya sido más importante que el religioso, aunque ahora se encuentre olvidado”, apunta la Agencia Informativa Católica de Argentina, que fomenta la premisa de que es una de las madres de la patria, porque de sus ejercicios espirituales participaron varios próceres como Manuel Belgrano, Miguel de Azcuénaga y hasta el Virrey Santiago de Liniers.

Con 69 años, Antula murió el 7 de marzo de 1799 sin haber visto la independencia que tanto buscaba. Sus restos fueron enterrados en la Basílica de Nuestra Señora de la Merced, en Buenos Aires, y más tarde trasladados a la Basílica de Santo Domingo y, finalmente, llegaron a la Iglesia de Nuestra Señora de la Piedad de Buenos Aires.

Se estima que hasta esa fecha, unas 80 mil personas se habían beneficiado de la experiencia de los Ejercicios Espirituales de San Ignacio de Loyola.

“Antula fue importante para la historia argentina porque fue quien preparó a los próceres de la patria con ejercicios espirituales”, contó Nunzia Locatelli, escritora del libro Mama Antula que conoció de la existencia de esta laica cuando producía un documental sobre el papa Francisco. Quedó impactada: “Me hablaron de esa mujer admirable y empecé a investigarla”, le contó a Infobae en la presentación del libro.

La canonización

El Papa Francisco realizará la canonización el 11 de febrero próximo y se convertirá en santa luego de una ceremonia en la Basílica de San Pedro. Fue luego de la aprobación de un milagro atribuido a su intercesión, el 24 de octubre pasado que llegó a esta instancia.

En 2010, Benedicto XVI había dado el primer paso para su beatificación al considerarla “venerable” tras reconocer que la laica consagrada “practicó las virtudes cristianas en grado heroico”.

El proceso de canonización lleva años y requiere varias instancias de aprobación: para la ser beato deben presentarse ante el Vaticano carpetas que documenten que la persona en vida ya tenía fama de santo y además manifestaciones de un milagro que será considerado. Cuando se logra la beatificación, debe esperarse que se produzca un nuevo milagro, que deber ocurrir con posterioridad al rango de beato o beata.

En octubre, el Papa autorizó la promulgación del decreto del milagro de Mama Antula y luego firmó el decreto para convertirla en la primera santa argentina. “Durante la audiencia concedida el martes por la tarde a su eminencia reverendísima Cardenal Marcello Semeraro, prefecto del dicasterio de las causas de los santos, el Sumo Pontífice ha autorizado al mismo dicasterio a promulgar el decreto relativo al milagro atribuido a la intercesión de la beata María Antonia de San José (Antonia de Paz y Figueroa), conocida como Mama Antula, fundadora de la Casa de Ejercicios Espirituales de Buenos Aires; nacida en 1730 en Silípica, en Santiago del Estero (Argentina) fallecida el 7 de marzo de 1799 en Buenos Aires (Argentina)”.

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