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martes, octubre 15, 2024

Sebastián Goedelmann, el villeguense que se arriesgó por un mejor futuro y cumplió su deseo

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«GPS», el programa de los villeguenses, llega una vez más al corazón de cada uno con una historia imperdible de vida.

Los martes por la noche son del programa que recorre la vida de aquellos de los nuestros que, por algún que otro motivo, se encuentran inmersos en otra sociedad, en otra cultura, en otras raíces.

En una nueva edición, bajo la conducción de Esteban Mutuberría, quien nos cuenta su propio testimonio desde el extranjero es Sebastián Goedelmann. El villeguense de tan solo 31 años, pero con un recorrido importante en el exterior, nos atiende el teléfono desde suelo nórdico, a casi 13 mil kilómetros de su querida ciudad.

El anhelo de un cambio para su vida

Egresado del Colegio Nacional N° 7 en 2009, viajó a Rosario para estudiar la carrera de Contador Público y allí vivió durante once años.

La iniciativa de emigrar surge por el deseo de buscar algo nuevo y un cambio para su vida. En este sentido, culminó la facultad y obtuvo el pasaporte europeo. El primer destino de su travesía europea fue Barcelona, España, donde se mantuvo por seis meses. En suelo catalán trabajó como coordinador de eventos y asesor financiero.

Barcelona es la capital de Cataluña, una región del Norte de España que tiene su propia cultura, tradiciones y personalidad. La ciudad es un foco de nuevas tendencias en el mundo de la cultura, la moda y la gastronomía. Combina la creatividad de sus artistas y diseñadores con el respeto y cuidado por los locales tradicionales de siempre.

La locura del Mundial y un giro impensado

Pero por medio de Agustín Kreutz, un joven villeguense, planificaron asistir al Mundial de Qatar 2022. Es por eso que entre octubre y noviembre de ese año hizo una pequeña pasantía por dos meses en Copenhague, para ahorrar dinero y viajar a Medio Oriente durante el mes mundialista. «Yo sabía que en Dinamarca se vivía bien y me convenció», reveló.

Situada en su mayor parte en la isla de Selandia, en el estrecho que conecta el Mar del Norte con el Báltico, Copenhague es la capital de Dinamarca que deslumbra al viajero por la perfecta combinación entre tradición y modernidad que ostenta.

Tras la locura de la consagración de Argentina, se planteó el dilema entre la vuelta a Barcelona o el establecimiento en Copenhage. Finalmente, terminó decidiendo regresar a Dinamarca, para asentarse definitivamente. «El deseo de ir al Mundial fue un factor determinante para hacer este click. Fue un momento increíble, sobre todo por cómo se dio la conquista», expresó.

Estando en Dinamarca se abrió la posibilidad de conocer y explorar distintos lugares turísticos del planeta, destacando por sobre el resto a Croacia, Portugal y Mallorca (España).

Respecto al ciudadano danés, declaró: «Son personas muy correctas y estructuradas, pero también muy fríos y cerrados». Al mismo tiempo, opinó que dentro de su experiencia nunca sintió el rigor de ser extranjero en Dinamarca.

Proceso de adaptación

En Barcelona la adaptación se hizo llevadera, porque se produjeron distintas reuniones con amigos villeguenses en aquella parte del mundo. «Nos juntábamos todos los fines de semana y se armó un lindo grupo. Uno cuando llega le llama todo la atención, era como un chiquito», indicó.

Se podría decir que el verdadero choque cultural lo vivió en Dinamarca. En territorio danés se desarrolló como lavador de platos, cambiador de cubiertas y limpiador de escaleras, entre otros oficios.

En suelo nórdico, las temperaturas suelen ser extremadamente bajas, por lo que ese es un factor complicado al cual acostumbrarse: «Trato de asimilar el frío. Es muy parecido a Tierra del Fuego, porque a las 15 horas ya está de noche, mientras que en el verano oscurece a las 23 y a las 3 sale el sol de nuevo», explicó.

Pero más allá de esto, declaró que es una hermosa ciudad. Tiene una alta superficie y población, pero que lo remite a un pequeño pueblo por su seguridad y tranquilidad. «Uno está en el centro y se escucha el sonido de los pájaros. Los daneses no entienden lo que significa robar, porque nunca lo vivieron y eso es raro, ya que uno se acostumbra», expresó.

Otro aspecto complejo de manejar fue el idioma danés. El conocimiento de Sebastián era muy poco, al igual que el inglés. Para conseguir trabajo no fue un punto negativo, pero sí para mantenerse allí diariamente por medio de la comunicación.

En cuanto a los sentimientos, el villeguense reconoció que extraña mucho la familia, los seres queridos, aunque aclaró que se expuso a eso cuando emigró y lo asimila con el paso del tiempo. «Para ganar algunas cosas, hay que resignar otras», aseguró.

Planes para el futuro

La idea del joven es seguir recorriendo el mundo por el momento, pero sabe que para eso debe prepararse al máximo desde lo laboral y económico.

Tiene pensado conocer Australia y todo el sudeste asiático a fines del 2024, pero previamente le gustaría visitar General Villegas y establecerse durante algunas semanas.

A su vez, también planea viajar a Norteamérica para la Copa del Mundo en 2026, aunque desistió de la idea de asistir a la Copa América en el mismo país, durante junio de este año.

Mirando el camino recorrido hasta entonces, Sebastián se muestra orgulloso por lo logrado y destacó la cantidad de personas conocidas en su travesía por el mundo, lo principal de toda esta aventura.

Los viajes y establecimientos definitivos en otra parte del mundo no son para cualquiera, porque para eso se necesita dedicación y convencimiento. Ningún villeguense que haya salido de su zona de confort negocia el esfuerzo y el sacrificio, así como tampoco las ganas de emigrar.

Eso nunca le faltó a Sebastián, quien con decisión afrontó los riesgos necesarios con tal de saldar una deuda pendiente en su vida. Otra clara muestra de que si se quiere, se puede. Y Sebastián pudo.

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