Se conmemoran los 42 años de la guerra de Malvinas ocurrida durante la última dictadura cívico-militar. Aún hoy la causa Malvinas sigue provocando en la sociedad argentina un fuerte sentimiento de justicia.
El recuerdo de la guerra debe situarse en el marco de las memorias de la dictadura y significarse como un acontecimiento que sigue expresando la violencia desatada por el gobierno de facto.
La guerra, decidida por la última dictadura cívico-militar, alejó a nuestro país del reclamo histórico de soberanía por la vía del diálogo y produjo la muerte de 634 jóvenes y el padecimiento de miles que fueron movilizados al combate sufriendo hambre, frío, la violencia propia del conflicto bélico y las torturas perpetradas contra ellos por los oficiales al mando. Finalizada la guerra, los soldados que se suicidaron por sus secuelas, superaron las personas muertas en las islas.
Malvinas, para los argentinos de las generaciones presentes, es y será «la guerra», aunque ésta se haya terminado y sea uno de los episodios más controvertidos y difíciles de abordar en nuestra historia reciente.
Pensar Malvinas implica a la dictadura cívico-militar, a los pozos gélidos y húmedos, a soldados adolescentes e inexperimentados, y a los suicidios. Pero no es sólo eso, también evoca históricas imágenes de siglos anteriores: las del colonialismo inglés, los gauchos resistentes, los nacionalismos territorialistas y también convoca a sentimientos y causas aprendidos en la escuela.
Los hechos históricos se suceden, se entrelazan, o son causa o consecuencia de otro momento de la historia. No se puede separar la dictadura de la guerra de Malvinas, dado que este conflicto forma parte del proceso cívico militar en la Argentina.
Entonces, pensar Malvinas nos conduce a considerar la amplitud de las consecuencias de la dictadura, a recordar y reclamar justicia por la vulneración de derechos sufrida por nuestros muchachos argentinos.
Describir cómo se llega a Malvinas en 1982, nos enfrenta con la gravísima situación social, política y económica que existía en ese momento. Además, con un costo social posterior, consecuencia de ese tiempo nefasto para la historia argentina. Malvinas, entonces, es un suceso lamentable que hizo más visible las graves violaciones a los derechos humanos en el proceso dictatorial.
A 42 años del conflicto por las islas, varias aristas emergen. Seguir reclamando por la vía jurídica propia de un Estado de derecho la soberanía sobre las islas; por la soberanía política y económica, y por el respeto que debería existir entre los Estados.
Emprender la tarea de reflexionar acerca de nuestra identidad nacional -desde un enfoque intercultural que la conciba como contingente y múltiple-, pensando en sociedades en las que puedan integrarse todos los derechos y libertades de las personas, considerando y respetando las diferencias de todos los que habitamos este suelo.
Las Malvinas condensan un imaginario social que es necesario abrir, desnaturalizar y preguntar. Es preciso interrogar e interrogarnos. En el Día del Veterano y de los Caídos en Malvinas, debemos contribuir a mantener viva la Memoria. Recordar, sí, por los jóvenes soldados que murieron, por sus familias, por sus compañeros; y para construir, entre todos, un país en el que nunca más se vulneren derechos fundamentales como la vida.
Fabián Siri y Ricardo Celaye, de General Villegas; Juan Tula, de Banderaló; José Luis Mellana, de Piedritas; Rubén Leyton, de Bunge; y Sergio Fanin, de Coronel Charlone. Los recordamos y recordaremos siempre como nuestros héroes que dejaron la vida por la patria en aquella época triste de nuestro país.
Es por ello que, desde ACTUALIDAD, entendemos la Guerra de Malvinas en clave de memoria, presente y futuro. Una vez más decimos: memoria, verdad, justicia y soberanía. Las Islas Malvinas fueron, son y serán por siempre argentinas.