El vandalismo ocurrido en los últimos días en la fachada de la casa de Manuel Puig se repite casi a diario en todo el predio del ferrocarril, donde también se encuentra el Museo Histórico Regional.
Así lo expresó Miguel Alegrí en diálogo con ACTUALIDAD, aunque destacó que «el municipio ha ido recuperando cosas, porque habíamos perdido las canaletas, las tortugas, los barrotes de las puertas. Y ahora le tocó a la fachada que conmemora a Manuel Puig. Es una pena, porque este es un paseo público muy agradable que se ve invadido los fines de semana por muchas personas que, en lugar de disfrutar, perjudican al pueblo».
Según comentó, suelen llegar grupos «fundamentalmente en motos y últimamente también en vehículos, con aparatos musicales. Hay mucho consumo de alcohol, porque se suelen sacar entre cuatro y cinco bolsas de consorcio con todo lo que queda de la noche».
Alegrí manifestó que fue advertido por la Guardia Urbana sobre lo ocurrido en el predio. «A nosotros nos habían volteado unas columnas, los famosos ‘chupetines’. Estaban todos caídos, pero el municipio vino y reparó todo eso».
«Es muy difícil contener, a veces, a más de un centenar de personas a la noche. Sobre todo en el andén, que da a las vías. Uno pasa por la calle Alvear y no se sabe. Y utilizan ese predio que está limpio y bien iluminado para sus ‘aventuras’. El tema es que acá vienen muchas familias con niños y disfrutan un montón. La gente con esto empieza a no venir. Nosotros no podemos hacer mucho, más allá de que les decimos que ese no es el modo», agregó.
Para Alegrí, «lo ideal sería que haya una persona encargada de controlar este espacio y poner límites»; al tiempo que expresó que «la causa de que haya una gran concentración de personas acá, es que desde hace un tiempo cierran el acceso al Parque municipal. Este es un predio que está en el centro, cómodo e iluminado. Hacen hasta delivery, cenan acá, hacen de todo».
Por último, agregó que además «hacen carreras con las motos por las diferentes sendas del Museo, con los famosos cortes. Nosotros tenemos varias piezas de herrería antigua a la entrada, que pesan miles de toneladas y no se cómo hacen, pero las vuelcan. Y la fachada de la casa de Manuel Puig la han destrozado».
