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martes, marzo 18, 2025
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Arturo Navarro: anécdotas y legado de un maestro del deporte

El recuerdo, la nostalgia y las anécdotas volvieron a ocupar el aire de Radio Actualidad en una nueva edición del ciclo «Goyo, el memorioso», con Román Alustiza. En esta ocasión, el homenajeado fue Arturo Navarro, conocido por todos como «el Negro» o «el Profe», una figura entrañable del deporte y la docencia en Villegas.

Román abrió la charla con una reflexión que resumió el espíritu de lo que venía: «Nosotros disfrutamos de este recuerdo tanto como la gente, la familia y los amigos. Y hoy nos toca recordar a un personaje entrañable».

De tornero mecánico a profesor de educación física

Uno de los momentos más emotivos llegó con la anécdota sobre los inicios de Navarro en la docencia. «Un día me dijo: ‘Yo soy tornero mecánico’, y fue Jorge López Oleaga quien lo impulsó a anotarse en los colegios para enseñar educación física», contó. Navarro, sin una formación académica formal en el área, se convirtió en un maestro autodidacta: «Se conocía todos los reglamentos de fútbol, vóley, las medidas de las canchas, enseñaba de todo. Incluso decía que no sabía nadar, pero enseñaba natación».

Los torneos y el legado deportivo

El homenaje también repasó la intensa actividad organizativa de Navarro. «Armaba torneos relámpagos de fútbol, vóley, organizaba campeonatos en la cancha del Cura», recordó. En especial, resaltaron los logros del equipo de vóley del Colegio Nacional, que él dirigió: «Las damas ganaron todas las finales contra Lincoln, mientras que los caballeros siempre quedaban a un paso».

En una época en la que el deporte no contaba con la estructura actual, su trabajo fue fundamental. «No había divisiones inferiores ni entrenadores especializados. Todo era a pulmón y Navarro organizaba todo», destacó Alustiza. Tenía una visión amplia del deporte y admiraba a figuras como el tenista Arthur Ashe, Los futbolistas Eusebio y Pelé o el boxeador Cassius Clay, cuyos triunfos y estilos de vida solía mencionar en sus charlas. «Siempre hablaba de cómo Pelé jugaba con alegría y de la personalidad arrolladora de Clay, después Muhammad Alí. Decía que en el deporte, además de talento, había que tener carácter. Y se jactaba de que eran negros cono él».

Las anécdotas inolvidables

Si algo caracterizaba al Negro Navarro, era su estilo directo y desenfadado. «Tenía particularidades a la hora de la docencia que lo convertían en un personaje. Hoy muchas de sus actitudes no serían bien vistas, pero en ese momento era la normalidad», explicó Román.

Entre risas, relató cómo envió a marzo a Eduardo Raúl Ghío, conocido como «El Pelado», exigiéndole «20 vueltas al gimnasio» como examen final. O la ocasión en que intentó entrar al Club Sportivo y le negaron la entrada por no llevar corbata. «Me voy a vengar», dijo en aquel momento, y con humor aseguraba que la venganza llegó haciéndole llevarse la materia a Daniel Robledo, hijo del dirigente que lo dejó afuera, «de primero a quinto año».

Otro momento clásico fue su manera de dividir a los alumnos en clase. «Usted a esta fila y usted a la otra. ¿Pero qué pasaba? Había una fila de los vivos y otra de los bobos. Aunque después rotaba a los alumnos, así nadie quedaba encasillado».

Épocas de riguroso color blanco en sus clases, tenía una obsesión particular con la vestimenta. «Si alguno venía con las medias de otro color, directamente lo echaba de la clase. ‘Así no se hace educación física’, decía con su tono inconfundible». Sin embargo, dejó en clase a un alumno que llevó medias de Boca Junios, porque también era el club de sus amores. Cosas de Arturo.

También solía bromear sobre sí mismo con frases que hoy quedarían grabadas en la memoria de quienes lo conocieron. «Como buen negro resentido que soy», decía con una sonrisa, jugando con su apodo y su carácter fuerte, pero sin perder nunca la picardía.

Un hombre de la calle y del encuentro

Ya jubilado Navarro se radicó en San Luis, pero volvía seguido a Villegas, donde cobraba su jubilación y aprovechaba para reencontrarse con amigos y exalumnos. «Siempre llamaba para organizar cenas y asados. Era un hombre de la calle, del encuentro cara a cara», destacó El Memorioso.

El homenaje cerró con un recuerdo final: «Arturo era de esos personajes que dejan huella. Un profesor, un organizador, un amigo. Un tipo que, más allá de su estilo único, hizo muchísimo por el deporte y la educación en Villegas».

Con el reconocimiento cálido de quienes lo conocieron, el Negro Navarro, con sus cosas, sigue vivo en la memoria colectiva.

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