22 C
General Villegas
viernes, 19 abril, 2024

La fabulosa historia del paraguayo Eugenio Morel Bogado

Actualmente radicado en Asunción del Paraguay, Eugenio Morel Bogado -padre de Claudio Morel Rodríguez, quien jugó en Boca, San Lorenzo e Independiente- recuerda su paso por el Ingeniero subcampeón del 73, donde marcó 11 goles. Fue campeón y goleador de la Copa América del 79 con la Selección Guaraní y se dio el gusto de jugar con Maradona en Argentinos Juniors. Un historia sin par.

La del paraguayo Eugenio «Tito» Morel Bogado es una historia única y asombrosa, distinta a todas las que hayamos escuchado. Es una historia plagada de fútbol, de color, de goles, de títulos y de hechos de los que cualquier futbolista de ley se sentiría orgulloso y agradecido: como salir campeón en la Selección de su país o jugar con Diego Armando Maradona.

El mecanismo que se repite en la mayoría de las historias de los futbolistas es el siguiente: un niño hace las inferiores y se forma en un humilde club del interior; luego parte a probar suerte a un club de Primera División del fútbol argentino donde, con mucha dedicación y sacrificio, logra triunfar; pasados sus días de gloria, regresa al club que lo vio nacer como futbolista o se termina retirando en algún equipo de un punto remoto del país o de una división inferior.

La historia de Morel Bogado se sale de los parámetros y rompe el molde. Comenzó su carrera fichando en Racing de Avellaneda a los 18 años. Luego pasó a Talleres de Remedios de Escalada y de allí a Ingeniero White de Banderaló. Cualquiera podría suponer que ese fue su fin, que a partir de ahí no le quedó otra opción que jugar en pequeños clubes del interior. Pues quien sostenga eso estaría equivocado, ya que luego de jugar en Ingeniero -donde salió subcampeón en el 73, detrás del Pulpo, y metió 11 goles- a Morel Bogado lo esperaba Libertad de Paraguay (club en el que jugó 6 años), su Selección (con la que salió campeón de la Copa América en el 79) y un final a todo trapo en Argentinos Juniors, jugando con un jovencísimo Diego Armando Maradona que recién hacía su aparición en el firmamento del fútbol mundial.

Los inicios

«En 1957 nos fuimos a vivir a Argentina. Yo tenía 7 años. Mi padre se quedó sin trabajo. Nos fuimos a vivir a Villa Fiorito. Ahí jugaba con Héctor Yazalde (quien luego triunfó en Independiente). Jugaba torneos en el barrio, en las canchas en las que después se inició Maradona. Una vez jugamos un torneo en Avellaneda: me vieron jugar los dirigentes de Racing de las inferiores y me ficharon. Tenía 18 años», cuenta Morel Bogado.

El técnico al principio no lo quería probar porque lo veía chiquito y flaco. Hasta que finalmente pudo mostrarse en un amistoso contra Huracán, donde Racing ganó 4 a 1 y él hizo dos goles. Jugó en la cuarta división y salió campeón, jugó en tercera y el resultado fue el mismo. En primera debutó contra Platense en cancha de Racing y a los tres minutos ya había hecho un gol. Ese día marcó dos tantos.

Luego de un año en Racing y un fallido intento de pasar al fútbol español (no había cupo para extranjeros) fue a parar a Talleres de Remedios de Escalada.

«En Racing ya no tenía contrato. Y como Racing necesitaba un lateral izquierdo, me cambiaron a mí. Ahí fue que empecé a jugar en Talleres de Remedios de Escalada», recuerda Morel.

Ingeniero White de Banderaló

Luego llegó la oportunidad de jugar en Ingeniero White de Banderaló. Morel Bogado nunca lo dudó. Se subió al micro e hizo el trayecto de 9 horas de viaje cada vez que jugaban los Rojos de Banderaló.

Allí marcó 11 goles y fue subcampeón en el año 73, a dos puntos del Pulpo campeón.

«Tengo muy lindos recuerdos de esa época. Iba con entusiasmo a jugar. Me acuerdo del desayuno del interior, ese café con leche y el pan con dulce de leche. ¡Que rico por Dios! Yo amo el fútbol y me maté siempre, no me importaba el club en el que jugaba. Cuando había que concentrar porque era un partido importante, me iba los viernes. Los dirigentes nos llevaban a cazar perdices. Para mi era como jugar en un equipo grande, yo me dedicaba profesionalmente. Jugar en la cancha de Ingeniero era lo mismo que jugar en la de Racing o la de Boca porque yo amo el fútbol. Disfruté esa época de mi juventud, de la gente del interior, que es muy distinta a la de la Capital. Todavía recuerdo la amabilidad y el servicio que te daban», destaca el paraguayo.

Libertad, Selección y Maradona

Sus padres se habían vuelto a Paraguay y Eugenio Morel Bogado fue tras sus pasos. Una vez instalado en su país natal lo llevaron a Libertad. En ese club jugó 6 años y salió campeón. Además, fue su trampolín a la Selección Paraguaya con la que ganó la Copa América del 79 y se dio el lujo de marcarle un gol de chilena a Brasil en el estadio Defensores del Chaco para luego eliminarlo en el mítico Maracaná.

«Fui titular en la Copa América del 79. Era diferente en ese entonces, se jugaban partidos de ida y vuelta. Primero eliminamos a Ecuador (al que le hizo un gol), luego a Uruguay (con dos goles de Morel Bogado) y después Brasil (de local le ganaron 2 a 1 y ahí fue cuando marcó de chilena, mientras que de visitante empataron en el Maracaná y dejaron fuera a la «verdeamarela»). La final fue con Chile. En el primer partido ganamos 3 a 1 en Asunción y en Chile perdimos 1 a 0. Ese día me echaron y no pude jugar el tercer partido en cancha de Vélez. Salí goleador de la Copa América», recuerda.

Llegó a tocar el cielo con las manos con su Selección, pero el fútbol le depararía otra gran satisfacción para cerrar su carrera como futbolista con bombos y platillos: jugar con Diego Maradona en Argentinos Juniors.

«Pagaron 70.000 dólares por mi pase. Un equipo mexicano quería llevarme por 120.000 dólares, pero yo quería jugar con Diego. Fue algo inolvidable: jugar, viajar por todos lados, divertirme en la práctica. Él entraba y nosotros nos parábamos para mirar las cosas que hacía. Ese año salimos segundos detrás de River, pero nosotros le ganamos los dos partidos», señala el paraguayo.

Eugenio Morel Bogado, dueño de una historia rica y única, elevó bien alto el estandarte del buen fútbol cada vez que le tocó jugar, ya sea en la cancha de Ingeniero como en el legendario Maracaná.