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miércoles, febrero 5, 2025
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La vida de Nicolás Erro, un romántico villeguense suelto por Oceanía

Oriundo de General Villegas, pero con su sueño en los lugares más exóticos del planeta. Esta es la historia de Nicolás Erro, el joven que se enamoró de la naturaleza y cumplió su sueño de dar la vuelta al mundo.

En su paso por los estudios de «GPS, villeguenses por el mundo», habló de todo sobre su experiencia a más de 12.000 kilómetros de sus tierras: «Estoy de vacaciones desde febrero, me queda poco tiempo en Argentina y estoy muy relajado, intentando pasar mucho tiempo con familia y amigos».

¿Cómo fue el proceso de emigrar?

«Es difícil ubicar el momento donde se empezó a gestar todo», declaró. Luego de haberse recibido de Contador Público Nacional, comenzó a trabajar para un banco en Buenos Aires.

«Siempre fui una persona rebelde, que se opone a lo establecido y, en un lindo momento de mi vida, se me puso en la cabeza la idea de emigrar, ya que tenía un amigo que me contaba sus experiencias en el exterior y yo explotaba de ganas, pero no me animaba», contó.

En ese entonces, comenzó su romance con Amaia Yeregui, joven oriunda de Bunge, a quien no dudó en plantearle su idea y la joven aceptó una vez finalizado sus estudios. «Era una relación nueva, pero lo pensamos bien y emigramos», dijo.

Amaia terminó la facultad y partieron rumbo a Australia, un lugar «fácil» de elegir para ambos, debido al amor por la naturaleza y variada diversidad de animales en este país. «Siempre fue el lugar donde tenía pensado vivir», aclaró.

Lo complejo se dio a la hora de despegarse de sus afectos y pertenencias. «La sensación de no saber con que me iba a encontrar fue bastante fuerte, el estrés y la expectativa eran grandes», aseguró.

Su primer asentamiento en Australia

El primer trabajo fue en una empresa de catering, en la cual se encontraba su amigo como chef. Sin embargo, los trabajos siempre fueron rotando, ya que estuvo en bares y hoteles, entre otros: «Cuando uno está afuera, se reinventa».

El primer destino fue Brisbane, una de las ciudades más importantes del país. Luego, tuvieron su paso por Byron Bay (donde también estuvo Camila Sosa Luyden, otra villeguense). «Creí que sabía inglés hasta que llegué a Australia, es un país que no gesticula a la hora de hablar», dijo entre risas.

Nicolás vivió una vida tranquila y relajada durante su estadía en Byron Bay: «Salía de trabajar e iba para la playa a surfear, fue una vida de vacaciones».

En el transcurso, la pareja pudo comprarse un auto, algo que es más accesible en Australia. Y su próximo pasaje fue en la zona norte del país, Port Douglas, donde se mantuvieron durante medio año.

Sydney, Australia.

Vacaciones

La aventura continuó y tuvo su momento más feliz cuando llegaron las vacaciones: juntos recorrieron Indonesia, Tailandia, Malasia y Singapur. «Todo el ahorro lo gastamos en esta locura», manifestó.

Luego regresaron a Argentina y se mantuvieron tres meses. «Fue extraño porque tenía muchas cosas por contar y a la gente las cosas desconocidas no siempre le caen bien, era muy frustrante no poder comunicarse como hubiese querido».

Tras su visita por el país, partieron hacia Corea del Sur: «Nosotros veníamos de dos años en época de verano, ya que coincidimos con esta etapa en los lugares donde íbamos, pero al llegar a Corea el frío fue muy cruel, aunque sirvió como preparación previa a Tasmania, donde hay poco calor».

Visitando amigos en el invierno nevado de Corea del Sur.

Estadía y amor por Tasmania

Amaia deseaba emprender un proyecto de baile y tenía personas que podían ayudarla en Tasmania, por lo que viajaron a cumplir su deseo y conocer esta parte del territorio australiano, con la idea de quedarse tres meses, como venían haciendo.

No obstante, hubo un factor clave que llevó al asentamiento en aquel sitio: la pandemia. Esta catastrófica enfermedad sirvió para que la pareja encontrara su «lugar ideal», al cerrarse las fronteras y no permitir salidas.

Así fue como de a poco comenzaron a «echar raíces» en este Estado. A diferencia de otros viajes, Nicolás comenzó a interactuar frecuentemente con australianos, hizo un grupo de amigos y eso lo ayudó a entender con mayor profundidad al país.

Tasmania es el territorio más austral del país, con un clima parecido al de la Patagonia Argentina, ya que es un destino frío y cambiante, donde la temperatura varía mucho. Un aspecto particular de este lugar es que no tiene muchos habitantes y su superficie es corta, pero cuenta con una naturaleza muy variada.

En cuanto a lo social, afirmó que en Australia tienen menos preocupaciones y viven más relajados que los argentinos, donde la gente es más intranquila con respecto a varios temas, entre ellos la política.

Canguros salvajes cerca de Sydney, Australia.

Planes para el futuro 

Los próximos años de la pareja son bastantes inciertos y de incógnita. Por lo pronto, Nicolás deberá tramitar la nueva visa desde Nueva Zelanda, un país cercano a Tasmania, donde se encontrará con Amaia.

En este nuevo asentamiento, el joven buscará trabajar «de lo que sea y encuentre». Una vez ya estable económicamente, intentará conseguir un trabajo que sirva y enriquezca para el futuro.

¿Se arrepintió en algún momento?

La sensación de volver al país siempre fue fuerte y estuvo presente en la cabeza de Nicolás, pero no por haberse arrepentido, sino por extrañar y sentir esa necesidad latente.

Asimismo, comentó que en el exterior las relaciones son más superficiales, sobre todo con personas locales. «Todas las personas están de paso y no existe una conexión profunda e íntima con nadie», explicó.

En el lapso de la aventura, fallecieron el abuelo y la abuela de Nicolás, algo muy chocante y difícil de sobrellevar, por lo que acompañó a su familia a la distancia. «Se siente raro, en cuanto a la decisión siempre tuve la convicción de que era la correcta».

Anécdotas

La anécdota más latente y de mayor adrenalina se dio en la playa. «Fuimos con mi novia y amigos donde habían avistado tiburones. Para llegar al lugar donde quería surfear, tuve que nadar bastante y estaba muy solo. Cuando llegué, me senté en mi tabla y vi un movimiento suave en el mar, entonces mi corazón comenzó a latir cada vez más fuerte».

Luego, Nicolas observó un nuevo movimiento, pero esta vez de algo que se metía al agua, por lo cual aceleró su paso. Para colmo, vio una aleta salir del mar, lo cual casi afirmaba que se trataba de un tiburón. Sin embargo, la aleta volvió a meterse al agua y no se quedó arriba, entonces pudo darse cuenta que, para su fortuna, se trataba de un delfín.

Encontrando a Nemo-Buceo libre en la Barrera de Coral, Australia.

Otro recuerdo todavía presente sucedió recién mudados con su novia. «Estábamos en una etapa de enamoramiento absoluto. Sin embargo, las condiciones no eran las mejores, ya que la cuestión laboral no ayudaba, la parte económica nos tapaba, el idioma era nuevo, eran cosas que hacían erosión y nos ponían a prueba».

Sin embargo se mantuvieron firmes en su romance y hoy en día, más allá de las diferencias, saben complementarse y formar el camino hacia el éxito juntos. «Será difícil estar separados», sentenció.