La ruralidad
«Las escuelas rurales y las urbanas son ámbitos diferentes, pero ambos tienen su encanto. Las instituciones rurales son maravillosas, se aprende mucho con gente de experiencia. Son cosas que valen. Cuidan mucho al docente. El trato es especial», dijo Norma.
Desde lo pedagógico, confesó que intentaba trabajar con la realidad, mediante la aplicación del conocimiento. «Saben mucho. Yo enseñaba, pero ellos también lo hacían para conmigo, lo cual agradezco profundamente», comentó.
Norma explicó que «el chico de campo disfruta mucho, porque va a la escuela, juega mucho al aire libre y observa la naturaleza». Y recordó que sus alumnos veían pasar el tren cuando salían del aula. «Era una belleza. Lo más lindo es ver las cosas simples de la vida», añadió.
Reflexión acerca de la profesión
La docencia es una vocación esencial que trasciende el simple acto de enseñar. Los docentes tienen el poder de moldear mentes y corazones, de inspirar curiosidad y fomentar el pensamiento crítico. A través de la educación, no solo se transmiten conocimientos, sino que también se construyen las bases de una sociedad más justa y consciente.
«Para enseñar se necesita paciencia. Se consigue alegría, pero la paciencia es la virtud principal. El alumno también nos enseña. Los procesos son difíciles, pero se aprende con la realidad y con la mirada del niño», expresó Norma.
Además, se mostró agradecida de vivir este recorrido en la educación, que con los años amplió las posibilidades. «Trabajar con la diversidad y la inclusión es maravilloso. Hay que aprender y atender a quien lo necesita, porque el mundo es diverso», sostuvo.
«Una maestra particular»
Junto al aprendizaje, predominaba una «necesidad de transferir conocimientos y enseñar». En su casa, dio clases particulares por más de 40 años. «Es una transferencia hermosa de conocimiento. Me gustaba hacerlo, pero sobre todo por necesidad», dijo.
Norma le enseñó en este contexto a chicos de España, Chile y Alemania, que llegaban a General Villegas para las vacaciones de verano. «Preparaba a los niños para intensificar conocimientos. Yo era curiosa y quería conocer el mundo a través de los libros. Los preparaba a ellos y de esa manera también conocía cosas», manifestó.
«Veía sus modos de ejercitar y las registraba. Conocí de ese modo la parte educativa, que me llevó a tener un conocimiento amplio. Aprendí mucho de los chicos, aparte de la alegría y la fuerza que te dan. Son los más grande de la vida. Uno enseña para los futuros ciudadanos», destacó.
Ser madre y docente a la vez
Norma aseguró que ser docente y tener su propia familia «es llevadero. En mi casa estaban acostumbrados, porque siempre hubo movimiento. Me acompañaron en todo, mis hijos lo entendían y mi esposo fue mi mano derecha. Fue una formación maravillosa. Todos me acompañaron y estoy agradecida».
A su manera, según ella misma lo manifestó, pudo ser maestra y madre a la vez. «Siempre a mi manera, respondí como mamá y maestra. De todas formas, en las escuelas actuamos un poco de madres. Fue una vida con ambos roles. Mi entorno estuvo reducido entre mi casa y la escuela», expresó.
Los vínculos de amistad en la docencia
El compañerismo y los vínculos que se forjan en el ámbito de la docencia son tesoros invaluables. Los docentes no solo comparten un compromiso por la educación, sino también momentos de desafío y éxito que fortalecen la solidaridad entre colegas. Estos lazos se construyen en la colaboración diaria, el intercambio de ideas y el apoyo mutuo en el cumplimiento de una misión común.
En este marco, contó su experiencia: «Éramos unidas y había amistad. Se aprendía siempre de maestras con experiencia y antigüedad. Registrar lo que nos gusta es importante. El trabajo en equipo es maravilloso. Uno aprendió mucho, tanto de los alumnos como de mis colegas. Escuchando, se aprende. Eso da tiempo de reflexión y aplicación. Todos aprenden, tarde o temprano».
El mensaje a los maestros
A los docentes actuales, Norma les dijo: «Han elegido la profesión más hermosa. Nunca se van a arrepentir. Es un ambiente maravilloso. Los alumnos te dan alegría y comprensión. Son flores que nos embellecen».
Y para las maestras jubiladas expresó: «Uno ha preparado chicos para la vida, con el fin de que trabajen, sigan estudiando y tengan alegría. Me pongo a pensar las cosas buenas que pasamos. Ser maestra fue maravilloso. Traté de dejar una huella. Les enseñé a caminar. Pero los años pasan. Y la experiencia fue la más linda de todas».