Por Marta Formica, Licenciada en Psicología
Hablar de EMERGENCIA es referirse a un acontecimiento que tiene que ver con lo inesperado y sorpresivo, que irrumpe y conmociona el orden social, político, económico y también subjetivo de las personas.
En la EMERGENCIA existe un impacto emocional que genera una repercusión bio-psico-social.
El COVID-19 y las medidas necesarias para disminuir y evitar su propagación nos enfrentan a cambios bruscos en la vida cotidiana de todos.
Lo cotidiano está armado de infinidad de pequeños detalles que se nos vuelven naturales hasta el punto que ya no los notamos.
El día que el aislamiento irrumpió en nuestra vida cotidiana nos dimos cuenta hasta qué punto estamos apegados a nuestras costumbres y qué importantes son para nuestra contención emocional. Cuando estas rutinas se rompen es normal que nos sintamos inseguros y durante un tiempo tengamos sensación de pérdida o caos.
«Solo la convicción de que estamos haciendo algo realmente importante para el cuidado propio y de los otros, nos da sentido para mantenernos sin salir a lo largo de los días».
Los humanos con frecuencia en las situaciones más difíciles solemos encontrar recursos que ni sospechamos que teníamos. Es muy importante recalcar que esta etapa va a pasar. Este tiene que ser el elemento esencial en el día a día de la convivencia, porque es de gran ayuda fundamentalmente para los jóvenes que necesitan tener proyectos y orientación hacia el futuro, para que de esta forma ellos puedan pensar en cosas que los motiven para sobrellevar la cuarentena en mejores condiciones. El aislamiento social, si para un adulto se hace cuesta arriba, para un adolescente, que además comienza a tener vida social independiente, resulta más duro.
Los adolescentes pasaron de estar muchas horas fuera de su casa, en contacto con sus pares, con sus amigos, a tener que permanecer sí o sí en sus domicilios sin más contacto físico que el de sus padres. Esto puede producir una situación de disconfort, que se traduce en irritabilidad, enojo, miedo, ansiedad, incertidumbre, sensación de presente truncado.
Es importante transmitir que se trata de una situación transitoria, que el aislamiento es físico y no emocional.
Por esto mantener rutinas es tan importante como dejar espacios para la improvisación y el tiempo libre en las semanas que tenemos por delante.
Cuando lo acontecido afecta a toda la sociedad pueden ser desencadenados dos fenómenos colectivos de graves consecuencias atribuibles a un trauma social y al efecto cascada que esto puede provocar.
Es necesario dar sentido al sinsentido del aislamiento para que no se rompan los lazos sociales, creando defensas no sólo contra el virus sino frente al potencial traumático.
Frente a esto es indispensable ofrecer espacios desde la Salud Mental que puedan reducir la vulnerabilidad traumática de los acontecimientos, contener y sostener frente a la EMERGENCIA, forzar un sentido al sin sentido del sufrimiento, para que no se rompan los lazos sociales.