Norberto Madurga es un ídolo de Boca y un gran mediocampista del fútbol argentino que incluso llegó a jugar en la Selección Nacional. Pero en General Villegas también hay un Madurga. Se trata de Héctor Cruseño, el «Madurga» villeguense. En una charla con OVACIÓN nos contó cómo surgió ese apodo.
«Me conoce todo el mundo por Madurga, son muy pocos los que me conocen por Cruceño», comienza diciendo. Héctor -nacido y criado en General Villegas- es un producto nato del potrero, de un tiempo donde reinaba el fútbol de barrio entre amigos, donde no había «escuelita de fútbol» y la gambeta se aprendía a fuerza de ver e imitar, donde no había televisión y los partidos solamente se palpitaban por la radio.
«Antes para llegar a primera tenías que jugar muchísimo, tenías que ser un jugador muy destacado. En Villegas había muchos jugadores, algunos del montón y otros destacados, pero costaba llegar porque traían cada jugador de Buenos Aires. Por ejemplo, Álvaro era algo extraordinario», rememora.
¿Cómo nació su apodo?
«Nosotros jugábamos por las naranjas. Éramos muy chicos. Un domingo estaba el clásico entre Boca y River y nosotros jugamos contra un equipo que ya no recuerdo. Pero sí me acuerdo que ganamos. Yo jugaba adelante y ese día nos faltó el 5. Nadie quería jugar de 5 y entonces yo dije: ‘Yo juego de 5’. Tuve la suerte de que ganamos 2 a 0, con 2 goles míos. Cuando terminó el partido de Boca y River preguntamos cómo había salido: ‘Ganó Boca 2 a 0, con 2 goles de Madurga’. Uno de los chicos dijo: ‘Igual que éste que jugó de 5 e hizo 2 goles. Tenemos un Madurguita’. Ahí empezó lo de Madurga», reveló.
Eclipse se lo perdió
El Madurga villeguense quería, al igual que su ídolo, jugar de 5 y proyectarse para llegar al gol.
Hincha de Eclipse, jugó en las inferiores de la Maquinita con el sueño de llegar a primera. «Estuve mientras que estuvo Gutiérrez cuando cambió el DT vino Draperi y no le gustó cómo jugábamos un grupo de jugadores. Nos dijo que no nos iba a tener en cuenta. A él le gustaba la disciplina estricta y nosotros solíamos faltar a los entrenamientos», explica.
No pudo cumplir su sueño, pero para todo General Villegas siempre será el Madurga villeguense. O mejor dicho, el verdadero Madurga.