El peine marca una altura pareja y las tijeras avanzan con el corte de cabello a Leonardo, el primero que Héctor Tousedo puede realizar en casi un mes. Aunque lo que le cobre no será el primer ingreso económico que consiga en cuarentena. Porque su peluquería «Estilo Urbano» permaneció cerrada durante estos 29 días de cuarentena, pero algunos de sus clientes se ocuparon de pasarle por debajo de la puerta algo de dinero, a cuenta para cuando pudiera atenderlos. «Esta la peleamos juntos, amigo», le escribió uno de ellos, Sebastián, en el papel que envolvía billetes de 100 pesos.
Héctor pudo reabrir su local ayer. Un volver a empezar para casi el 80% de los 650 comercios que tiene esta localidad de 21.500 habitantes, en el sudeste bonaerense, donde el coronavirus no entró. «Casos sospechosos: 0». «Casos confirmados: 0», se lee en el informe diario de la página web del municipio de Benito Juárez, rodeado por comunas vecinas que tienen casos de Covid-19. En virtud de este escenario sanitario positivo y buen comportamiento de vecinos, se convirtió en el primer distrito de la provincia de Buenos Aires que se arriesga a retomar una dinámica comercial casi normal.
Aun así, el Hospital Municipal está preparado con un área de aislamiento, 11 respiradores (cuatro donados por la asociación cooperadora del hospital), dotación de personal reforzada, 24 camas más para afrontar cualquier emergencia y vacunación a domicilio para que adultos mayores y menores de 0 a 6 años no estén en la calle.
Gastronomía en el salón, hotelería, entretenimientos y aquellas actividades que implican reuniones masivas son los principales rubros que quedaron fuera del listado de más de 20 que el intendente local, Julio Marini, autorizó para que vuelvan a la actividad.
«Es una prueba piloto que se apoya en un protocolo con Nación y provincia y un plan de acción local que llevamos adelante con muy buenos resultados», explica a LA NACION quien además dispuso cerrar 15 de los 16 accesos que tiene Benito Juárez.
Para ingresar a esta ciudad se debe tener residencia, permiso para circular y justificación para la visita; firmar una declaración jurada de salud y superar con éxito la toma de fiebre que realiza una enfermera. «Somos muy celosos en los controles», insiste Marini (Frente de Todos), quien desde diciembre transita su segundo mandato a cargo del municipio.
La medida, anunciada anteanoche, también es una respuesta para comerciantes que empezaban a sentir la asfixia de casi un mes sin facturación, con los consecuentes costos de impuestos, alquileres y sueldos que tienen que afrontar.
«Estas últimas semanas las afrontamos con el negocio cerrado, sin efectivo y comprando lo necesario con tarjeta de crédito», explica a LA NACION Lucas Pizarro, al frente del lavadero de autos «Alegría Wash Car». Una vuelta al trabajo con nuevas exigencias: «Es por turno y el primer paso es desinfectar el interior con mezcla de agua y alcohol», detalla.
La venia municipal alcanza a peluquerías, manicuras y pedicuras; heladerías, talleres de chapa y pintura, mueblerías y vidrierías, pinturerías, pañaleras, compañías de seguro, gestorías, inmobiliarias, zapaterías, polirrubros, casas de indumentaria, de confecciones y composturas, forrajerías, lavaderos de autos y ropa, perfumerías, vinotecas, librerías, casas de electrodomésticos, ópticas, joyerías y relojerías.
La mayoría tiene horario habilitado de lunes a sábados de 8 a 17. Gestorías y compañías de seguro, hasta las 13. Y talleres de chapa y pintura y mueblerías hasta las 20, igual que servicios de comida a domicilio. «No es toque de queda, pero desde las 20 en la calle solo pueden andar patrulleros y la Policía Municipal», aclara Marini. Ya se labraron actas a 120 infractores que no respetaron ese horario límite.
La oferta ampliada significó más vecinos en las calles. El barbijo es hábito instalado desde principios de semana. Para muchos ayer fue la oportunidad de hacer esas compras menos urgentes. «¿Tenés arqueador de pestañas?», piden unas chicas en el Paseo de Compras Alak. También van por esmaltes para uñas y otros elementos de maquillaje.
«Ahora todo depende de nosotros, los vecinos», dice a LA NACION Karim Alak, responsable de este comercio que combina tienda de ropa, regalería y variedades. Allí varios de los clientes tienen cuenta de crédito. «Nos han llamado para pagar, pero decidimos esperarlos hasta esta reapertura», señala el comerciante.
Graciela Palacios se sorprendió cuando, temprano, algunas de sus clientas se acercaron a su perfumería, «Glamour». «Yo soy dueña y no pago alquiler, pero varios colegas la estaban pasando mal porque no facturan y deben afrontar gastos del local», compara.
En todos los casos las condiciones para funcionar lucen explícitas en carteles pegados en las puertas y vidrieras: máximo de una a tres personas al mismo tiempo, según el tamaño del local. Allí deben tener alcohol en gel a disposición del cliente y una desinfección continua del espacio.
El límite horario de las 20 también alcanza al servicio de delivery de comidas. «Demasiado temprano para la cena», reniegan en el sector gastronómico. «Para la economía viene bien, pero para la salud, mal», arriesga Gabriela Ozimek, de Casa de Comidas Clementina. Teme que más gente en la calle pueda afectar el índice cero de contagio que tiene Benito Juárez.
Si bien con los despachos de pizzas, empanadas y milanesas reactivó la caja, sufre porque tiene otro negocio con horizonte muy oscuro: un salón de fiestas infantiles. «Estaremos inactivos quién sabe cuánto y no vamos a poder pagar alquiler, luz y otras obligaciones», advierte.
Juan José Mozo, propietario del restaurante Tío Tito, es otro que se siente perdedor en este contexto «¿Cuánto va a pasar hasta que alguien vuelva a confiar y sentarse en una de estas mesas»», advierte a LA NACION . Dice que por ahora tiene paciencia. Pero presume que deberá cambiar de rubro.
La fragilidad de la cadena de pagos se percibe en el municipio. «Se nos cayó 55% la recaudación», remarca el intendente, que aun así pudo pagar los casi 50 millones de pesos que tiene en sueldos. Espera que la reapertura de comercios empiece a fortalecer la economía local. Y que, con cuidado y controles, el coronavirus siga sin dar señales por Benito Juárez. (La Nación)