Vecinos del barrio Hospital y del barrio Ciclón presentaron una nota (acompañada por más de cien firmas) -dirigida tanto a la empresa ABSA como a la Municipalidad de General Villegas- para exigir que se dispongan los recursos necesarios a los fines de solucionar el inconveniente que hace años afecta la calidad de vida de los vecinos. El reclamo hace mención explícita a los derrames de líquidos cloacales en tres zonas críticas: las esquinas de Isturiz y Derqui, Isturiz e Yrigoyen, e Isturiz y Estrada.
Luego de presentar la nota, las autoridades locales de ABSA les informaron a los vecinos que el reclamo ya había sido elevado a las áreas correspondientes. Además, se comprometieron a mandar el camión dos veces por semana y a hacer todo lo que esté a disposición de la oficina de ABSA General Villegas.
La noticia y la buena predisposición de la gente de ABSA fueron muy bien recibidas por parte de los vecinos.
Pero ¿esta iniciativa vecinal podrá traer solución definitiva al eterno problema de los derrames cloacales?
Un problema estructural y enterrado a muchos metros de profundidad
Las autoridades de ABSA General Villegas fueron consultadas por este medio. No brindaron mayores detalles, pero dejaron en claro que en esta oportunidad se hizo lo que se ha realizado durante años: informar del problema a las autoridades regionales (más específicamente al Gerente de Región de Aguas Bonaerenses, Edgardo Carpaneto).
¿Cómo es el procedimiento habitual? Regularmente se lleva a cabo un registro con todos los inconvenientes que presenta la red de General Villegas. Se confecciona un informe y se lo eleva a las autoridades regionales. ABSA General Villegas no puede hacer más que eso porque no dispone de presupuesto para llevar adelante obras estructurales.
El principal problema de General Villegas es que su red cloacal es obsoleta. Los tres colectores (el de calle Sarmiento, el que conecta al barrio Ciclón y el que conecta al barrio Hospital) son de cemento compactado y tienen 60 años de uso (sobrepasando, por mucho, su vida útil).
En la tubería de calle Sarmiento -más ancha que las otras dos- se introdujo un caño de PVC, con lo cual el problema estaría solucionado. Pero en los otros dos colectores es imposible efectuar un procedimiento similar.
Las cloacas de barrio Ciclón son nuevas y se realizaron con el Plan Hábitat (en la presidencia de Macri). De hecho los caños son de PVC, por lo que no deberían tener mayores inconvenientes. Pero los colectores están colapsados, tapados, derruidos y horadados por el uso y el tiempo. Al obstaculizarse el paso de los líquidos cloacales a través del colector, el agua servida termina filtrándose por distintos puntos de la red.
Este problema no es de hoy, ni siquiera de esta gestión. Los ex intendentes Gilberto Alegre y Horacio Pascual denunciaron en 11 oportunidades a ABSA, mientras que el actual jefe comunal también elevó reclamos a las autoridades de la empresa. Nunca hubo una solución.
¿Por qué? Porque se necesita una cuantiosa suma de dinero para reemplazar las cañerías que, encima, están enterradas a muchos metros de profundidad (donde antes no había napas, pero ahora las napas subieron y eso acentúa la erosión de los caños de cemento). Y para que eso se produzca es necesario: una fuerte inversión, un contexto económico óptimo y, sobre todas las cosas, la decisión política de realizar esa clase de inversión en una localidad como ésta, alejada de las grandes urbes y con muy pocos habitantes.
La iniciativa de los vecinos de barrio Hospital y Ciclón es válida y loable. Cuesta pensar que algo vaya a suceder hasta tanto se realice la inversión que hace años habría que haberse hecho, teniendo en cuenta que la ciudad sigue creciendo y la red es cada vez más vieja e insuficiente. En este contexto de fuerte recesión económica es difícil pensar en inversiones millonarias, por lo que es de presumir que las cosas seguirán así como están por algún tiempo más.
Habrá que respirar profundamente, tomar una buena bocanada de aire y esperar a que ese viejo concepto político «obra que se entierra, obra que no se ve» sea desterrado para siempre.