A puertas cerradas, y siguiendo todas las medidas sanitarias, ante las más altas autoridades del municipio, el obispo diocesano celebró el oficio religioso conmemorando el 210º aniversario de la Revolución de Mayo, agradeciendo el trabajo mancomunado en red de la sociedad nuevejuliense ante la pandemia; y llamó a afrontar la nueva etapa desde una actitud sólidamente espiritual en esperanza y solidaridad.
La mañana del 25 de mayo tuvo lugar el oficio religioso de Acción de gracias y súplica -conocido como “Tedeum” por las primeras palabras latinas de un Himno de acción de gracias que se suele cantar en tal celebración- en la Catedral de Nueve de Julio presidido por el obispo monseñor Ariel Torrado Mosconi.
Debido a la normativa sobre aislamiento social y siguiendo estrictas medidas sanitarias, participóun muy reducido número de personas, encabezados por el intendente municipal Mariano Barroso, la senadora provincial María Elena Defunchio, el diputado provincial Mauricio Vivani, la presidente del Concejo Deliberante María José Gentile y, en represen-tación de otras confesiones cristianas, el Pastor Pablo Furci, quienes fueron acompañados por el párroco de la Catedral, presbítero Guillermo Gómez; y el vicario José Pedraza.
Luego de la proclamación de las lecturas bíblicas, monseñor Torrado Mosconi pronunció la homilía en la cual se refirió al aniversario de la Revolución de Mayo y el primer gobierno patrio, situándolo en el actual contexto de crisis por la pandemia global de Covid19. Animó a mirar este nuevo escenario y la etapa que se avecina desde la esperanza: “También en esta coyuntura histórica, la humanidad está atravesando un momento de muerte, oscuridad, incertidumbre, sufrimiento, con todas sus consecuencias. Sostenidos por el Señor de la historia, está en nuestras manos transformarlo en vida, esperanza, generosidad, esfuerzo, sacrificio, compasión y solidaridad, que son las virtudes, valores y actitudes a partir de los cuales podremos acometer la reconstrucción de la sociedad”, afirmó.
Sostuvo que la tarea y el esfuerzo de rehacernos como sociedad, será acertada y eficaz si se apoya en una sólida base espiritual que le de consistencia, impulsándola y sosteniéndola: “Semejante y sostenido esfuerzo necesitará de un “alma”, unas motivaciones e impulsos verdaderamente espirituales. Es esencial -en estos tiempos en que hemos hablado tanto de los servicios esenciales- descubrir y convencernos que las realidades espirituales dan al ser humano la luz y las fuerzas que necesita cuando le faltan las propias”.
Antes de finalizar, el prelado diocesano puso de manifiesto lo valorable y altamente positivo del accionar conjunto de autoridades y entidades locales ante la emergencia: “¡Podemos estar muy contentos y agradecidos por este logro en común! Ciertamente deberemos perseverar en este aprendizaje constante de diálogo y acuerdo, generosidad y sacrificio, desinterés y sacrificio. Vale la pena. Ya palpamos sus resultados promisorios. Esta es la buena senda para superar, remediar y solucionar los problemas que nos aquejan tanto local como globalmente”, sostuvo.
En la oración de los fieles se pidió especialmente por quienes tiene la responsabilidad de liderar y gestionar esta situación, por los agentes de salud y de servicios esenciales, la recuperación de los enfermos, las víctimas y el consuelo de sus familias. Antes de concluir la celebración, monseñor Ariel llevó a cabo una bendición particular para aquellos servidores públicos que, aún a riesgo de su vida, siguen llevando adelante sus funciones y tareas. El oficio litúrgico finalizó con una oración a la santísima Virgen y la bendición del Obispo.