Rubén Darío «Ciruelo» Piaggio arrancó su carrera futbolística en Atlético Villegas. Su abuelo y su padre habían vestido la camiseta de la Academia, así que era casi una obligación para el Ciruelo seguir sus pasos. Pero el fútbol y la vida tenían destinado algo mucho más grande para él: jugar en la primera categoría del fútbol argentino, hacerle esos recordadísimos tres goles a Boca con Ferro, ganarle a River en el Monumental con Gimnasia de Jujuy, jugar en Brasil, en España, en Italia, en Portugal, en Grecia, en México, entre otros destinos.
Todo comenzó con «Pancho» Ferraro, quien lo hizo a debutar en Atlético. La historia los volvería a cruzar luego, pero antes de eso hay que hablar de Gimnasia de La Plata, que fue su primer club en la máxima categoría del fútbol nacional.
Luego de un período en reserva con buen juego y resultados, el DT Fanesi decide hacerlo debutar. Fue victoria por 2 a 1 de local contra el equipo sensación por aquellas épocas: Deportivo Español.
Luego vino su paso por Unión de Santa Fe, Internacional de Porto Alegre (Brasil), Gimnasia y Esgrima de Jujuy (donde lo esperaba un viejo conocido: «Pancho» Ferraro»), Ferro, Tigres de México, Huracán, Deportes Concepción (Chile), Marítimo (Portugal), Ionikos (Grecia), Racing de Ferrol (España), Granada (España), Perolese (Italia) y FC Fossombrone (Italia).
«Gimnasia y Esgrima de Jujuy fue mi mejor etapa, a pesar que la gente me recuerda por los goles en Ferro. Influyó mucho que estaba Pancho, que me conocía de siempre. Era como estar jugando en Atlético. Era un equipo que jugaba muy bien y le jugábamos de igual a igual a todos. Salíamos a atacar y poníamos la pelota contra el piso. Se le ganó a River por primera vez en el Monumental, con gol de Mario Lobo. Hasta el día de hoy la gente lo recuerda. Ese fue el partido que más disfruté, no quería que termine porque estaba disfrutando como nunca», recuerda el «Ciruelo» en diálogo con OVACIÓN.
Otra experiencia fenomenal fue jugar en el Internacional de Porto Alegre y ser dirigido nada más y nada menos que por Falcao. «Con verlo ya te motivabas. Veías cómo le pegaba a la pelota y no podías creer que estuviera retirado. Una vez jugó un partidito con nosotros y nunca agachó la cabeza, el tipo jugaba siempre con la cabeza levantada y no erraba un pase. Fue una maravilla haberlo tenido como entrenador. La motivación que te daba ver a Falcao era algo especial», rememora.
Luego de su paso como jugador vendría un nuevo desafío: ser DT.
Dirigió a Atlético, a Eclipse, a Bunge, a Charlone, a Ameghino, a Rubio Ñu (Paraguay), a Ferro, pero lo que más recuerda es su paso por el banco de Ingeniero de Banderaló, donde ganó la triple corona en el 2010. «En el último partido les dije a los jugadores que teníamos que ganar no solamente para salir campeón, sino para entrar a la historia. Y así fue, porque hasta ahora fue el único equipo en ganar los tres campeonatos», sostiene.
Luego de un largo peregrinar, regresó al Rojo de Banderaló, pero la cuarentena impidió que arranque el campeonato apenas unos días antes.
«Es difícil tener motivación porque no hay una fecha. Estamos esperando que se solucione porque tenemos jugadores de Buenos Aires que entrenan en un departamento», se lamenta Piaggio.
Ingeniero se encaminaba para ser uno de los protagonistas de este año. ¿Habrá que esperar hasta el 2021?