Fernando Ríos (42) es villeguense, médico y trabaja en Mar del Plata. Y nos dejó un testimonio tan contundente como esclarecedor de cómo vive la ciudad balnearia el flagelo del coronavirus y sus consecuencias.
Hermano de la mellizas Pola y Noelia, también sus padres residen en General Villegas. Egresó en 1996 como Técnico Mecánico en la Escuela Técnica, donde tuvo como compañeros a «mi hermano del alma Gustavo Pinedo, Daniel Noda, el ‘Tolo’ Angio, Sergio Tomaselli, Carlitos Guzmán, Martínez», y del lado de Construcciones a «Mariano Balbi, Gasparini, Gonzalito, Franchi… me debo olvidar de muchos, porque también están los chicos que venían de afuera y vivían en el internado, pero más o menos ese era mi grupo».
Tras graduarse como médico en la Universidad Nacional de La Plata Fernando hizo su especialidad en cardiología en un hospital público marplatense y actualmente se desempeña en esa ciudad como cardiólogo intensivista en unidades críticas.
«Desde hace algunas semanas, con este brote que parece incontrolable, estoy abocado al tratamiento de patologías graves relacionadas con el Covid. Mar del Plata tiene un millón de habitantes con el fenómeno particular que el 20 por ciento de su población es mayor de 65 años, o sea más de 200 mil personas de tercera edad. Esto magnifica el problema porque estamos a un paso del colapso del sistema sanitario», le dijo a ACTUALIDAD.
Sin guardarse nada, Ríos dio detalles de la difícil coyuntura que atraviesa la salud marplatense: «Esta semana asistimos a la triste realidad de que el sistema tanto público como privado se saturó al punto de que están ocupadas casi el 100 por ciento de las camas disponibles. Todavía no colapsó, ese punto donde deberíamos decirle a la gente que tiene que volverse a su casa porque no hay lugar, pero la situación es esta. Somos la tercera ciudad, fuera del Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA), en crecimiento y número de casos.»
La ciudad parece haber dejado atrás la relativa calma de 1 a 2 casos semanales de los primeros meses de la pandemia para entrar en una espiral ascendente. «La población se relajó. Acá, cuando los días están lindos, la gente se concentra en la zona costera y en los centros comerciales. Un poco lo que pasa en todo el país. Como en Villegas la gente va a la plaza, al parque o se junta en una peña. En una cuarentena que sabemos, en muchos aspectos, prácticamente no se cumplió. Y hoy estamos pagando las consecuencias con 300 casos diarios, un total de 6 mil casos diagnosticados y casi 120 muertos», lamentó.
El médico villeguense contó que el brote se inició con trabajadores de una pesquera con nexo epidemiológico con unos de los geriátricos más grandes de Mar del Plata. Y no paró más: «Se fue abriendo y ampliando la red de contactos y se hizo una bola de nieve. Esto hizo que día a día quienes estamos abocados al manejo de áreas intensivas relacionadas con el Covid sabemos cuando empieza nuestra jornada pero nunca cuando termina. A veces termina de madrugada. Todo el personal de salud está agotado, con muchas horas de trabajo y un gran cansancio físico y mental. Y en el medio lidiar entre la vida y la muerte de pacientes que bien podrían ser nuestros padres o abuelos. Además, sumemos a eso que tenemos muchos compañeros colegas, ambulancieros, camilleros, enfermeros, administrativos, que están aislados por sufrir la enfermedad, pasandola mal. Esto hace también que los que estén en pie deban trabajar el doble: por sí mismo y por el compañero ausente. Y tampoco estamos exentos que nos pase a nosotros y otro deba hacer nuestro trabajo», resumió la dura lucha diaria para sobrevivir y que otros también lo hagan.
Al hablarle a los villeguenses dijo con claridad que «la pandemia se está comportando como era de esperar. Primero se dio en el AMBA, luego en las grandes ciudades con las que tiene conectividad vial, como Mar del Plata u otras; y el paso siguiente son otras ciudades cercanas a estas. En nuestro caso ya estamos viendo muchos casos en Balcarce, Miramar o Necochea, por citar algunas. Finalmente, en el paso siguiente, llega a las ciudades o pueblos más chicos, como Villegas y pueblos de la zona. Porque lamentablemente, si seguimos comportandonos de esta manera, es lo que va a pasar.»
Fernando está convencido que falló la estrategia general frente a la pandemia: «Estoy en desacuerdo con muchas formas de manejo a nivel nacional y provincial. Creo que en este momento es cuando todos deberíamos estar guardados en cuarentena y no estar planteando fases de liberación progresiva cuando el crecimiento es exponencial. También se deberían haber elaborado y puesto en práctica, mientras no había casos, estrategias y protocolos para que no nos agarre ahora con el agua al cuello, teniendo que liberar. Es que tampoco le podemos cargar toda la culpa a la población, que necesita trabajar. Me parece que estos aspectos se manejaron mal desde un principio».
«¿Qué le puedo decir a la gente de Villegas? Que se cuide mucho. Ninguna estrategia político sanitaria que se implementó desde marzo en la Argentina tuvo en cuenta el elemento más importante, que es la idiosincrasia del ser argentino. Lo que llamamos viveza criolla. A veces pensamos que a nosotros no nos va a pasar. Pero todos tenemos padre, madre, abuelos, familiares con diabetes, hipertensión, cardiopatías, asma… y se pueden contagiar. Acá hemos visto muchas personas asintomáticas, que son por lo general quienes transmiten la enfermedad a estos pacientes de riesgo. Y esos pacientes de riesgo la terminan pasando muy mal, en el mejor de los casos», explicó el médico.
En una larga charla con FM ACTUALIDAD citó que uno de los geriátricos de la ciudad, donde viven unos 130 abuelos, sufrió en solo dos semanas la muerte del 30 por ciento de ellos. «Con solo ver la tomografía y la radiografía de tórax prácticamente teníamos el diagnóstico hecho. Empeoran muy rápidamente, especialmente la función respiratoria. No te dan ni tiempo de asistirlos. Es durísimo ver cómo el virus los pasa por arriba en cuestión de horas. Llegamos a tener dos o tres fallecimientos diarios en solo una institución», detalló, pidiendo tomar conciencia.
De eso se trata. De tomar conciencia de una buena vez. «Imaginemos que podría pasar con los respiradores en una ciudad chica. No es sencillo invadir a un paciente grave colocándole un respirador. Necesita asistencia las 24 horas, genera mucha demanda y desgaste de personal y la verdad es que el respirador al Covid no lo cura. Es un tratamiento más, de sostén respiratorio. Pero no te cura. Y no es una terapia exenta de complicaciones. Tengamos mucho cuidado. Respetemos las normas. Evitemos reuniones, juntadas, lugares comunes. Sé que es redundante, pero hay que contarlo desde otra realidad para que se entienda», volvió a pedir.
Consultado sobre lo mucho que se habla y proyecta de la temporada turística, vital para la vida económica de Mar del Plata, adelantó su temor de que pueda convertirse «en un desastre sanitario. No sé cómo la van a implementar. Anunciaron que va a haber temporada pero no dijeron cómo. Mar del Plata vive del turismo, directa o indirectamente, todos vivimos del turismo. Viene mucha gente mayor a sumarse a la que ya tenemos acá. El principal veraneante que viene es oriundo del AMBA, que es donde hay más casos. Algunos pueden venir inmunizados pero también pueden venir activos o asintomáticos. Va a ser muy difícil implementar hisopados sistemáticos para el volumen de gente que viene cada verano. Y muchas veces el hisopado no te da ninguna garantía de que el paciente no esté infectado, ya que en período de ventana o primeros días, cuando la infección no está activa a nivel de mucosas respiratorias y puede testearse con una técnica de PCR, muchas veces te puede dar negativo, lo que no significa que días más tarde esta misma persona pueda dar positivo.»