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domingo, diciembre 15, 2024
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Rodolfo Larramendy, un ejemplo de solidaridad

Al igual que la ciudad cabecera y otros pueblos del distrito, Bunge está viviendo un momento complicado con respecto al coronavirus. Cada vez hay más infectados y más gente aislada.

Sin embargo, siempre que el panorama se pone negro surgen iniciativas solidarias que marcan el camino. Tal es el caso de Rodolfo Larramendy, propietario del «Imperio del Buen Sabor», quien se ofrece para ayudar a todas las familias que están aisladas.

«En estos días difíciles para todos si alguien necesita algo no tienen más que llamar y lo alcanzamos. Empatía, solidaridad. Todos juntos para vencer a este bichito maligno 15453941-493229», es el mensaje que Larramendy publicó en sus redes sociales.

En diálogo con Actualidad, el dueño de la empresa de catering reconocida en toda la región, explicó el por qué de su iniciativa solidaria: «Por ahí hay una familia que no tiene cómo hacer para que les lleguen las cosas porque están aislados. Me ofrecí, como lo hizo mucha gente del pueblo, a hacer ese trabajo. Les llevamos comida y otras cosas que les hacen falta. Lo menos que podemos hacer en los pueblos es eso, porque acá nos conocemos todos. Tenemos que tener empatía y solidaridad con el vecino. Nos tenemos que poner al servicio de cada uno porque nos necesitamos mutuamente».

¿Cómo afectó la pandemia al Imperio del Buen Sabor?

«Desde el día 13 de marzo que no podemos trabajar bien. Teníamos varios eventos y tuvimos que suspender. Ahora se ha agravado estas últimas semanas porque este bichito empezó a andar por la zona. Estamos peleándola como podemos. No solamente en mi rubro; esto afectó a: fotógrafos, los que pasan música, los que ambientan los salones. Son todos rubros muy castigados», afirmó Larramendy.

El Imperio del Buen Sabor comenzó a trabajar hace más de una década. Empezó siendo algo muy pequeño y poco a poco fue creciendo, cubriendo eventos en todo el distrito y también en la zona.

«En servicios grandes empleaba a alrededor de 50 personas, aunque la media era de 20 personas. Yo salía con un grupo y mi esposa salía con otro. Era constante tener a 20 o 25 personas que iban rotando y trabajando. Se había armado una familia importante. Había chicos de Bunge y Charlone. Era un muy buen grupo de trabajo. Ahora, con la pandemia, no sabemos qué va a pasar», describió.

La imposibilidad de trabajar en eventos lo llevó a adaptarse a la nueva realidad, y ahora se dedica -provisoriamente- a hacer comida. «Vamos sobreviviendo con el delivery. Es difícil porque en una comunidad chica como la nuestra habemos muchísimos que hacemos esto. Más allá de lo económico, esto te sostiene un poco en lo anímico. Nosotros teníamos muchos compromisos y hubiésemos atendido a más de 3.000 personas en estos 5 meses. Había gente que había entregado dinero y no lo ha reclamado, pero en algún momento lo tendremos que charlar. Teníamos proyectadas cosas que quedaron truncas y no sabemos si lo vamos a poder hacer. La situación es crítica», reconoció Larramendy.

La pandemia lo obligó a frenar. Justo a él, cuyo lema es «para atrás ni siquiera para tomar carrera». Sin embargo, fiel a su estilo, ya piensa en el futuro, cuando el COVID sea un mal recuerdo. «Cuando nos abran las puertas, arrancaremos con todo», promete.