«De acuerdo con los analistas, el futuro será exactamente igual al pasado.» «Solo que más caro.» (Mel Brooks)
«Esculpir no es difícil.» «Solo hay que tomar un bloque de mármol y quitarle todo lo que sobra.» (Auguste Rodin)
«Un escepticismo saludable, es la base de cualquier observación aguda e inteligente.» (Arthur Conan Doyle)
«Descubrir algo es fácil; solo consiste en ver lo que ve todo el mundo, pero pensar en lo que nadie ha pensado.» (Albert Einstein)
Casi todo lo significativo a nuestro alrededor es difícil de ser descripto a través del lenguaje; son muchas las cosas que hacemos y supuestamente conocemos, pero que nos resulta complicado describir en forma directa.
Pero si no podemos expresar con exactitud lo que algo es, si podemos decir mucho mas acerca de lo que no es. Este concepto ha sido utilizado en teología para describir a Dios, sin expresar en que consiste, sino sencillamente en enumerar lo que Dios no es.
A través de esta forma de obtención del conocimiento sabemos mucho mas sobre lo que esta mal y no deseamos, que sobre lo que esta bien. El conocimiento crece por sustracción mas que por adición, dado que lo que hoy sabemos puede demostrarse erróneo en el futuro, pero lo que ya sabemos que es erróneo, no podrá demostrarse correcto mas adelante (o por lo menos, no tan fácilmente). Muchas personas califican a esto de pesimismo, cuando solo es un escepticismo moderado que constituye una forma de análisis de los fenómenos y obtención del conocimiento, llamado también vía negativa.
La visión opuesta, es la llamada acción positiva; esto es. hacer. En este sentido se reconoce a los charlatanes porque nos dan consejos «en positivo», en busca de aprovecharse de nuestra credulidad, con recetas que nos impactan por obvias, pero que luego comprobamos que no son tan fáciles de llevar a cabo. Un ejemplo son los libros de autoayuda «como (conseguir lo que sea) en diez pasos», ese «lo que sea» puede ser: dejar de fumar, perder peso, encontrar pareja, tratar de entender el esquema de juego de la selección argentina y otras cuestiones existenciales de escasa importancia. En la práctica, actuamos en negativo: las personas se enriquecen porque eluden la quiebra (sobre todo cuando otros caen en ella); las religiones se traducen principalmente en una serie de prohibiciones actuales para obtener un beneficio futuro no disponible en este mundo; en los deportes se evitan los errores cometidos, ya que impactan negativamente en el resultado final (en tenis se minimizan los errores no forzados por el rival, o sea los que cometemos nosotros sin ninguna ayuda, mientras que en futbol los equipos se arman de atrás para adelante, es decir priorizando el armado de la defensa).
Las predicciones así como el conocimiento tienen características sustractivas, mas que aditivas. Traten de imaginarse un futuro de aquí a diez o veinticinco años, lo mas probable es que la inventiva agregue cosas al mundo presente, cuando en realidad para hacer esa proyección de forma rigurosa habría que proceder quitando cosas del futuro; es decir, cosas que no van a soportar el transcurso del tiempo y desaparecerán reemplazadas por otras.
Consideremos las proyecciones futuristas formuladas en el pasado por Julio Verne, H. G. Wells o George Orwell. Llama poderosamente la atención que herramientas que hoy parecen dominar el mundo como Internet, estén completamente ausentes de esas configuraciones que aunque con exageraciones literarias, eran especulaciones respecto de como sería el futuro.
Si describimos una reunión de amigos en un restaurant, recordando que las tabernas existen desde hace 25 siglos, que todos usarán unos zapatos apenas diferentes de los que se usaban hace mas de 2000 años atrás, que en el restaurant comerán ayudados por cubiertos (una tecnología de la antigua Mesopotamia) y beberán vino o cerveza, líquidos que llevamos siglos consumiendo, podemos decir que las cosas no han cambiado mucho. Si alguien hubiera tratado de predecir esa cita en 1950, probablemente hubiera imaginado las cosas de un modo diferente; pero no será necesario ponerse ningún traje especial de material sintético brillante, ni consumir píldoras optimizadas nutricionalmente, la comida será preparada recurriendo a una tecnología muy arcaica (el fuego), con la ayuda de utensilios de cocina e instrumentos que no han sufrido cambios desde la Antigua Roma y los comensales se sentarán en artefactos de al menos 3000 años de historia, conocidos con el nombre de sillas. El desplazamiento hasta el restaurant, no será en una moto voladora, sino a pie, en taxi o en un medio de transporte público, que se mueven gracias a tecnología de un siglo de antigüedad.
Si bien nadie sabe cuanto tiempo mas tendrán que esperar los hinchas de Independiente para verlo campeón (esperan desde 2002), hay quienes tienen otra configuración respecto del futuro, relacionándolo con significativos cambios tecnológicos donde los algoritmos dominarán un montón de aspectos y tendencias de la vida de las personas (baste mencionar el algoritmo que una vez que elegimos determinada música, película o serie, nos muestra y sugiere similares compositores, grupos musicales, películas o series) y con catástrofes naturales generadas por el cambio climático y débiles políticas ecológicas. Quienes suscriben a estas tendencias, muchas veces no aciertan el marco temporal en el cual ocurrirán esos cambios; habitualmente son mas lentos que la velocidad originalmente proyectada por estos autores; de todas maneras, imaginan un mundo manejado por algoritmos que a través de las redes sociales, el comercio electrónico y otros medios (TV, apps de salud), conocerán como pulsar nuestros botones emocionales, en cuanto a nuestras tendencias políticas y religiosas, nuestras dolencias, nuestras preferencias deportivas y musicales, un mundo sin dinero físico (como van a hacer los narcos ?), con menos trabajo tal como lo conocemos, producto del impacto generado por el cambio tecnológico.
Así pues, el error primordial, cuando se nos pide que imaginemos el futuro, es que tendemos a tomar el presente como referencia, para añadir toda una serie de tecnologías y productos nuevos y de cosas que podrían tener sentido a partir de cierta interpolación de la evolución pasada de los acontecimientos. Es probable que también imaginemos esa sociedad futura influenciados por utopías del momento, de allí que tendamos a «tecnologizar» en exceso y a subvaluar el poderoso valor de elementos muy sencillos. pero cuya permanencia nos acompañará probablemente, durante los próximos milenios (si se siguen utilizando valijas en el futuro, es altamente probable que las rueditas que hacen mas cómodo su traslado, también sigan existiendo).
En realidad para imaginar el futuro, necesitamos un poco de respeto por el pasado, un mínimo de curiosidad por la historia, apetito por la sabiduría de nuestros ancianos y dar una mayor ponderación a aquello que existe desde hace mucho; o sea aquellas cosas que han sobrevivido o resistido al paso del tiempo, sin grandes modificaciones.
Fuentes inspiracionales
Antifragile – Nassim Nicholas Taleb.
El Futuro del Dinero – Bernard Lietaer.
21 Lecciones para el Siglo XXI – Yuval Noah Harari.
(*) Omar Emín es Licenciado en Administración y Contador Público. Colabora en medios de comunicación en temas fiscales, laborales y económicos en general. Socio fundador de Echenique, Emín, Albín & Asociados, firma dedicada a trabajos profesionales de carácter administrativo, laboral, contable e impositivo. Se desempeñó en el ámbito educativo universitario, terciario y secundario, con algunas experiencias en educación a distancia en el nivel universitario.