17.4 C
General Villegas
martes, julio 1, 2025
InicioSociedadMirta Ramírez: "Se está pasando la topadora sobre los más vulnerables"

Mirta Ramírez: «Se está pasando la topadora sobre los más vulnerables»

La referente del grupo «Fuerza en mi Voz» reflexionó sobre el flagelo de femicidios, abusos y hechos de violencia que afectan a la sociedad argentina toda. «El capitalismo va avanzando convirtiendo todo en mercancía, los niños son una mercancía que se vende, son un producto. Tenemos que estar atentos hacia esos avances para evitar el abuso», advirtió.

El caso de Ursula Bahillo -apuñalada por su ex pareja- fue el último y el más resonante, pero es un ejemplo más, una gota más que forma parte de una ola de femicidios que hace años golpea a nuestra sociedad y, específicamente, a las mujeres y a los grupos más vulnerables. En lo que va del 2021, este año tiene más femicidios que días. Cifras que deben alarmar a todos.

Actualidad entrevistó a Mirta Ramírez, referente del grupo contra la violencia de género «Fuerza en mi Voz», quien manifestó que existe un estado de preocupación y angustia porque «los femicidios son un emergente que van desnudando una cadena de falencias que están presentes dentro de nuestro sistema: el sistema familiar y el sistema social. Una cadena de complicidades que se dan entre sociedad y actores del Estado, como policía y Poder Judicial. Es bueno que esto se discuta, que se sepa. Además de los femicidios nos preocupan casos de posible trata. Hay una enorme cantidad de niñas y adolescentes desaparecidas. Hace pocos día se recuperó en Mar del Plata a una chica de Ceres que estaba desaparecida. El capitalismo convierte todo en una mercancía, en un objeto. Los niños y niñas se convierten en mercancía, tienen una apetencia y un precio».

Pero no todo es femicidio en el amplio espectro de hechos de violencia. «Hay algo que suele ser invisibilizado porque se lo considera un mal menor, que es el abuso en la niñez. Ese abuso predispone a la aceptación de un vínculo no igualitario con una futura pareja porque se toma el abuso como algo naturalizado. El policía que mató a Ursula tenía una denuncia previa de abuso a una menor discapacitada, agravado por el vínculo porque esa menor era la sobrina de su pareja. Cuando Ursula denuncia, inmediatamente se tendría que haber tomado ese precedente, pero no se hizo caso de ese antecedente», denunció.

Para Ramírez lo que sucede va más allá de los casos puntuales y específicos, sino que tiene que ver con una cuestión más estructural: «Cuando en los 90 se achicó el Estado lo único que se agrandó fueron las cárceles y el sistema represivo o de seguridad. Yo en ese momento daba clases en un profesorado de historia y muchos de mis alumnos se fueron a la Policía porque en 6 meses estaban en la calle, trabajando y con un sueldo. El poder coercitivo de represión lo tiene la Policía, entonces hay que ver a quién le damos el arma. La formación actual de la policía es insuficiente. Hay, por lo menos, entre un 13 o un 15% de policías femicidas. Ese mundo de los 90 no fue desarticulado. Tiene que haber medidas profundas para reformar esto. Esa matriz no ha sido cambiada», argumentó.

«El capitalismo va avanzando convirtiendo todo en mercancía, los niños son una mercancía que se vende, son un producto. Tenemos que estar atentos hacia esos avances para evitar el abuso. Si no se puede evitar, por lo menos no ocultarlo. Yo trabajé con comunidades originarias y ellos tienen otro sistema, tienen lazos de solidaridad que se mantienen. Tienen más contención y menos sistemas represivos que la sociedad criolla. Tratan de forma diferente las cosas, desde el acompañamiento, desde el diálogo, repartiendo de modo solidario lo que tienen», añadió.

 Justicia por mano propia

Otro caso puntual que sacudió a la región fue la pueblada en Vedia y el intento de linchamiento a un vecino que abusaba de sus hijos (una de sus hijas se suicidó como consecuencia de esos abusos y así fue como se disparó la ira colectiva).

«Cuando no funciona la Justicia se vuelve a un estado previo que es la venganza, el ojo por ojo, la justicia por mano propia. Esto demuestra una falencia de la Justicia. En Villegas tenemos una cantidad de abusos, de madres preocupadas porque si denunciaron los casos no marcharon, están estancados mínimamente desde hace dos años. La Justicia Pericial no funcionó en todo el año. El resto del poder judicial funcionó de forma virtual, pero la oficina Pericial estuvo sin hacer nada, no se hizo ninguna pericia en el año», señaló.

«Desde Fuerza en mi Voz trabajamos con los casos que nos llaman, pero no es fácil. En los pueblos en todo este año de pandemia no le recibían denuncias a las chicas. Los violentos son amigos de la policía, les regalaban lechones y se reunían en pandemia. Esto pasó en los pueblos del partido», denunció.

«Me preocupa que la violencia sea una salida ante la falta de Justicia y ante la inacción de todos los estratos: niñez adolescencia y familia, los casos oscuros en el Hogar de Niños donde se dice que hay abusos encubiertos, Comisaria de la Mujer, falta de atención psicológica, la falta de atención, la falta de denuncias de oficio. Todas esas cuestiones que van haciendo un acumulado hacen pensar a la gente que es buena la justicia por mano propia. Entonces volvemos al código de Hammurabi, a la justicia por mano propia, al escrache en las redes sociales. Donde no hay Justicia hay escrache», afirmó.

Patriarcado y encubrimiento

Para Ramírez la problemática es estructural, es sistémica, y mientras haya complicidad y encubrimiento nunca podrá haber una verdadera solución.

«Acá se dice que todos nos conocemos y eso quiere decir tengo mis afectos, mis amigos, mis conocidos, compañero de la peña, parientes, nos conocemos todos y se fija un entramado que establece el silenciamiento. Aquí tenemos que hablar de un sustrato patriarcal y machista y las mujeres hemos participado de eso, silenciando. Ha habido abuso de niños y niñas desde siempre. No se les está dando el suficiente apoyo a los más vulnerables porque acá, planteándolo desde lo estructural y desde el capitalismo, se está pasando la topadora sobre los más vulnerables. Hay una estructura que tenemos que desenredar», concluyó.