OVACIÓN se dio el lujo de hablar con Norberto «Muñeco» Madurga, el artífice de la vuelta olímpica en el Monumental que se metió para siempre en el corazón del hincha de Boca.
Norberto «Muñeco» Madurga es un ídolo indiscutido de Boca. A pesar de ser un jugador alejado de la idiosincrasia del club de la Ribera -garra y lucha-, Madurga conquistó el corazón del hincha a fuerza de técnica, buen fútbol, títulos y goles, especialmente aquellos recordados dos goles que le marcó a River en el empate 2 a 2 y que le permitieron al Xeneize dar la vuelta en el Monumental en el año 1969.
Era un volante con gol. Se desempeñó como mediocampista por derecha, aunque brilló como volante central.
Supo visitar General Villegas cuando aquel combinado de estrellas del fútbol grande de nuestro país (entre los que estuvieron Artime, Ermindo Onega, Rojas, Marzolini, entre otros) jugó contra la selección local en la cancha de Eclipse.
De chico era hincha y socio de Vélez porque vivía en el barrio de Liniers. Sin embargo, fue a probarse a Racing y fue fichado por el club de Avellaneda. «Me citaban a entrenar y no me ponían. Decidí no ir nunca más. Venía de una familia humilde y me costaba mucho viajar tanto. Mi papá había fallecido cuando yo tenía 5 años. Éramos 3 hermanos y mi mamá se hacía cargo de nosotros. Encima yo estudiaba y todavía no trabajaba. Era un sacrificio demasiado grande bancar eso para no jugar», le dijo Madurga a OVACIÓN.
Desencantado con el fútbol grande decidió apostar por el fútbol del interior. Jugó en el club Villa Francia de Coronel Granada donde aún tiene amigos y sigue siendo muy querido. «Era liga de Ameghino en esa época. Cada tanto voy. Amo ese pueblo y a su gente», reconoció Madurga.
Fue allí donde Bernardo Gandulla -un cazatalentos que descubrió a futbolistas como Antonio Rattín, «Rojitas», Roberto Mouzo, Alberto Tarantini y Ricardo Gareca- lo vio y le dijo si no quería jugar en Atlanta.
De esa manera Madurga desembarcó en el Bohemio, club donde no alcanzó a debutar en la primera división ya que Boca Juniors puso el ojo en él.
«A mediados del 65 los dirigentes de Atlanta hacen un arreglo con Boca: Boca le adelantaba un dinero y a fin de ese año tenía la opción de elegir 2 jugadores profesionales de una lista de 6 y 2 amateurs de tercera a novena división. Justo en el último partido jugamos contra Boca, en cancha de Boca. En tercera ganamos 2 a 0 y tuve la suerte de hacer el primer gol. Terminó el partido y me fui a Granada. Me enteré en Granada que Boca había optado por Abel Pérez y por mí, que éramos de tercera, y por 2 jugadores de primera que fueron Luna y Zarich», recordó.
Cuando llegó a Boca había tantos buenos jugadores que pensó que no iba a jugar nunca más. «Estaban Menotti, Grillo, Marzolini, Roma, Rattin. La perseverancia y las ganas de éxito hicieron que no aflojara y a la larga tuve suerte», comentó Madurga.
La llegada de Distéfano como DT potenció su juego rápido y de buena técnica.
«Tuve la suerte que salí goleador jugando de volante al lado del ‘Rata’ y eso me ayudó bastante. Distéfano implementó un fútbol europeo, rápido en la mitad de cancha, que la pelota no se parara ahí. Era un juego muy vertical. Justo coincidió que se lesionaron varios jugadores y eso le permitió meter jugadores con otras características. En ese equipo había 6 chicos de inferiores y le pudimos dar esa rapidez que Distéfano quería en la mitad de cancha», añadió.
Sin dudas la consagración llegó con los dos goles a River -fue empate 2 a 2- que le permitieron al Xeneize dar la vuelta en el Monumental.
En el club de la Ribera ganó los campeonatos nacionales de 1969 y 1970, y la Copa Argentina 1969. Luego pasó al fútbol brasileño (al Palmeiras) donde también gritó campeón.
En la actualidad trabaja en Boca desde 2009, en el área de captación. Años atrás estuvo haciendo una prueba de jugadores en General Villegas.
«A mí me interesa que la gente que me conozca pueda decir que fui un buen tipo porque eso es lo que importa. La época como jugador ya pasó», dice Madurga, siempre humilde.