Adolfo «el Gringo» Pedrini forma parte de la historia viviente de nuestro fútbol chacarero. Y es una parte importante porque se trata, ni más ni menos, que de una leyenda y uno de los mejores arqueros que alguna vez haya pisado una cancha en General Villegas.
Hoy tiene 85 años, pero su carrera futbolística comenzó cuando tenía apenas 14. Jugó durante 20 años y salió campeón con Atlético, Eclipse y Sport de Tres Algarrobos. «Siempre jugué al fútbol. Mi ambición era llegar a jugar en primera», confiesa Pedrini.
Arrancó defendiendo los colores de Sportivo, aprovechando la ausencia del arquero Rosetto. Luego «Quito» Specogna lo llevó a Atlético Villegas. Allí tuvo un paso ganador (incluyendo el campeonato del 59), como también por el Club Social y Deportivo Tres Algarrobos.
No obstante, es recordado por toda la comunidad futbolera por haber sido el arquero en ese mítico equipo de Eclipse que recibió el apodo de «La Maquinita». Ese equipazo hizo historia en nuestro fútbol chacarero, jugando un fútbol de alto vuelo.
Cuando se le pregunta de qué club es hincha, el «Gringo» sabe despejar el peligro como cuando en sus épocas de arquero descolgaba algún centro envenenado o rechazaba una pelota con los puños: «Soy hincha de todos y de ninguno», dice entre risas.
Tan bueno fue lo suyo que desde la Academia lo fueron a buscar para que ataje un único partido… ¡Cuando ya hacía varios años que se había retirado!
«Me fueron a buscar para que ataje un partido en el 74. Se había lesionado el arquero y jugué. Hice lo que pude», dice el «Gringo» Pedrini con modestia. Pero quienes lo vieron en el vestuario mientras lo masajeaban para entrar a la cancha cuentan que era como masajear a un león enjaulado. «Estaba desesperado por entrar en la cancha. Yo lo sentía como un compromiso», recuerda.
Además de jugar también fue DT. Llegó a dirigir la primera y segunda de Atlético Villegas.
Por último, Pedrini rememoró una de las tantas anécdotas dentro de la cancha; en esta oportunidad fue enfrentando al Pulpo: «Me acuerdo de un penal que pateaba Lago. Me recosté en un poste y le dejé todo el arco libre. Yo amagaba que iba a salir corriendo para el medio del arco, pero me quedé parado. Él pateó adonde estaba yo, pensando que me iba a correr».
Adolfo «el Gringo» Pedrini, un arquero como los de antes.
