«¿Nervioso? No tanto, porque para los hinchas de Racing es una sorpresa estar en la final. Es un torneo raro, con definiciones por penales, a un solo partido. Y de repente te encontrás en la final. Incluso todavía no dimensionamos que eliminamos a Boca y que Independiente no estuvo a la altura con Colón. Nos hubiera gustado jugar con Independiente, al que nunca enfrentamos en una final. Eso sí, nos mandaron a la B, un hito importante», sale a la cancha Omar Emín (h), caracterizado hincha de la Academia.
A horas de la final Omar reconoce no estar siguiendo el día a día de la Copa de la Liga , pero sí se prende en las clásicas «cargadas» del día después con su grupo de amigos.
«Hay que aguantar en las derrotas y disfrutar cuando viene la buena. En este momento me siento el dueño del barrio, donde estoy rodeado de hinchas de Independiente pero hoy están escondidos. Pero también me esquivan los de Boca», disfruta el presente.
Sobre Colón dijo saber que «tiene un buen arquero, de esos que cuando entran en racha no les metés un gol de ningún lado; y al Pulga Rodríguez, al que le ponés la camiseta del Manchester y hace goles igual. Es fenomenal.»
De este Racing que -tras un período de dudas que puso en dudas la continuidad del técnico Pizzi- salió airoso y se metió en la final Emín dijo que «con público en las canchas el DT no hubiera durado más de tres fechas. No hubiera soportado la presión de la hinchada. Era muy inestable su situación.» Cosas del fútbol.
Consultado por el perfil de su club selló que «el ADN nuestro es el sufrimiento. Si jugamos bien mejor, pero… fuí a verlo muchos años, antes del 2001, pero era como que no se podía sacar el peso del gol del Chango Cárdenas, ese que nos dio la Intercontinental ante el Celtic de Escocia, en el ’67. Después, tener un jugador como Rubén Paz le gustaba a cualquiera. Tener a Fillol o a Arias en el arco le gusta a cualquiera. Pero el ADN nuestro es sufrir, ganando o perdiendo.»
La polémica del último clásico ganado ante el Rojo de Avellaneda potencia los cruces. Llegan los mensajes de Whatsapp con chicanas a las que no escapa. «Me gustó ganarles así, con un penal que no existió, sobre la hora», admite.
Siempre campeón en momentos complicados para el país -para muestra basta decir que en plena Crisis del 2001 coronó con Mostaza Merlo de DT después de muchos años-, cabulero al fin ve propicia la oportunidad. Esta vez con Chancalay y Copetti como bandera, Emín quiere volver a festejar. ¿Podrá?