«Los periodistas han construido una capillita de madera que llaman Templo de la Fama donde todo el día clavan y desclavan retratos, con tal escándalo que nadie escucha sus propias palabras» (G. C. Lichtenberg)
«Los políticos son siempre iguales». «Prometen construir un puente incluso donde no hay río» (Nikita Khrushchev)
«Si le mientes al gobierno, es un crimen». «Si el gobierno te miente, es política» (Bill Murray)
En el ambiente futbolístico «jugar para la tribuna» es hacer un juego vistoso y ampuloso innecesario, que no termina de incidir de manera significativa e importante en el desarrollo global del juego, para que los seguidores de un equipo (la hinchada) aplaudan o festejen (lo que no se sabe a ciencia cierta es que festejan; aunque ellos se den cuenta de esa circunstancia mucho después … o nunca).
En la historia del futbol han existido numerosos jugadores y hasta equipos enteros que jugaban «para la tribuna». Los lectores mas fanáticos del futbol como deporte, seguramente podrán armar una lista de jugadores, equipos y también, por que no, de directores técnicos; en el caso de estos últimos, con frases para justificar derrotas o falsas actuaciones de sus dirigidos (recordar «la pelota no dobla»).
Acaso en sus equipos de futbol nunca tuvieron a un «morfón» (así se decía en mi época, aunque el término ha sufrido algunas modificaciones conceptuales con el paso del tiempo) que nunca soltaba la pelota, buscando solo su lucimiento personal en perjuicio del equipo?
Muchas veces estos deportistas, porque no solo los futbolistas están alcanzados por este fenómeno, tienen toda una estrategia de marketing detrás, son nombrados constantemente por los periodistas deportivos, como si estos cobraran cada vez que los nombran; solo falta el sonido de «clink caja» acompañando el apellido del interesado.
La política no está exenta de esta costumbre, solo que para este caso no sería «jugar para la tribuna» (que al menos da una pauta de acción) sino «hablar para la tribuna». En este caso, manteniendo los conceptos anteriores aplicados al deporte, sería la expresión en un idioma vistoso ampuloso (para provocar ovaciones si estamos «en vivo») que no se traduce en acciones que siquiera se acerquen a lo mencionado en palabras; también parece que cuanto mayores son los problemas, las respuestas a los mismos son solo palabras huecas sin ejercer acción alguna, es decir, solo para deleite de los oídos de los militantes, encantados de tener «argumentos» para repetir en alguna discusión política o para colgar en sus redes sociales.
Quien no ha escuchado de cualquier político, sin importar su signo u orientación, la frase «nuestra prioridad son los jubilados», o cambiando la última parte de la frase » …. es la educación» o » …. los sectores marginados»; la prueba evidente de lo vacío de estas sentencias, es el marcado deterioro a través del tiempo de estos rubros que debieran figurar en el tope de la agenda política, cuando en realidad las verdaderas prioridades parecen ser la construcción de poder, la definición de las internas partidarias, la manipulación de otros poderes (legislativo, judicial) y otras cuestiones totalmente alejadas de las prioridades reales.
Así nos hemos encontrado en diferentes épocas con frases que recuerdan o recordaban nuestros abuelos, nuestros padres y también aquellos que hace rato pasamos los 30 años. A fines de marzo de 1989, a 40 días de las elecciones presidenciales, el gobierno hacía agua por todos lados y se nombró como Ministro de Economía a Juan Carlos Pugliese, mas afianzado en las arenas de la política que en la economía, como si esta última pudiera manejarse con «violín y guitarra». El ministro patentó la famosa frase «les hablé con el corazón y me respondieron con el bolsillo»; no era para menos, la inflación rondaba el 20% mensual en esos tiempos y los agentes económicos en cualquier circunstancia y en cualquier parte del mundo racional, responden con el bolsillo.
Unos años antes, cuando asumió la presidencia en 1983, Raul Alfonsin pronunció la recordada frase «con la democracia no solo se vota, sino que también se come, se cura y se educa». El transcurso del tiempo demostró que como frase «para la tribuna» era muy buena, pero como pauta de acción no resultó en absoluto beneficiosa para la población.
En enero de 2002 y luego de asumir como presidente, Eduardo Duhalde marcó a fuego el momento del país cuando manifestó «El que depositó dólares, recibirá dólares y el que depositó pesos, recibirá pesos» y se fue tranquilamente a su casa. Las consecuencias de esto son conocidas por los lectores; circunstancia que exime de mayores comentarios.
Podría seguir buscando momentos históricos y las frases que los acompañaron hasta el infinito, pero vamos a finalizar con un relato siempre apreciado y solicitado por los lectores: El General Perón (un generador constante de frases y slogans dirigidos a los militantes) cuando retornó al país en junio de 1973 y viendo la forma que había adoptado el monstruo que él mismo había ayudado a crear, le confesó al teniente (R) Julián Licastro que el de Cámpora era un gobierno de «putos y aventureros» y que en ese estado de cosas, se haría cargo del poder. Atendiendo a los sucesos de su retorno conocidos por la mayoría; esa misma noche, se dirigió al país a través de la televisión, flanqueado por el presidente y el vicepresidente, enviando un mensaje claro y enérgico a las organizaciones armadas, que entre otros conceptos decía: «Ninguna simulación o encubrimiento por ingenioso que sea, podrá engañar». «Por eso deseo advertir a los que tratan de infiltrarse que, por ese camino van mal». «A los enemigos embozados, encubiertos o disimulados les aconsejo que cesen en sus intentos, porque cuando los pueblos agotan su paciencia, suelen hacer tronar el escarmiento». Esta no fue precisamente, en concordancia con los acontecimientos posteriores, una frase «para la tribuna».
*Omar Emin es Licenciado en Administración y Contador Público. Colabora en medios de comunicación en temas fiscales, laborales y económicos en general. Socio fundador de Echenique, Emin, Albín & Asociados, firma dedicada a trabajos profesionales de carácter administrativo, laboral, contable e impositivo. Se desempeñó en el ámbito educativo universitario, terciario y secundario, con algunas experiencias en educación a distancia en el nivel universitario.