Pasado el Festival Querido Manuel, la gran expectativa que se había creado por la intervención artística de Luciano Garbuio y Gastón Courreges dejó una certeza definitiva: es una obra de exportación que no debe quedar limitada a estos días del Querido Manuel.
Mundo Puig es una puesta de altísimo nivel, a la altura de las más grandes presentaciones de teatro físico con figuras de renombre.
La creación de estos dos maestros que en un par de meses, formaron, pulieron e hicieron brillar a un grupo de chicos y adolescentes de pueblos del partido, es conmovedor.
La expresión del cuerpo en una danza que por momentos apenas se insinuaba, los rostros que se iban convirtiendo a medida que avanzaba la obra y atravesaba la vida del escritor, personajes creados sin la psicología que requiere el teatro convencional, la luz que condujo por los espacios, la música, la creación de los rincones y paso del tiempo, como un hilo conductor que siguió hasta la pila de libros y flores en la salida.
Deliciosas criaturas perfumadas
Quiero el beso de sus boquitas pintadas Frágiles muñecas del olvido y el placer Ríe su alegría como un cascabelNada fue al azar. La alegría de las rubias platinadas que se mantuvo hasta el momento en que se convirtió en la flor que quedaría sobre su legado: los textos que quedaron inmortalizados en sus libros.
Para el director de Mundo Puig, Gastón Courreges, es importante destacar la capacidad y la edad de los niños que formaron parte del elenco, en su mayoría de entre 13 y 15 años. Solo hay dos mayores y son los que representan al propio Manuel adulto y a su mamá Male.
«Fue un hallazgo impresionante de Lore (Lorena Arozarena), porque sucedieron cosas por las que debía aparecer la magia», porque según contó Gastón, «yo estaba con muy poco alumnado y habíamos arrancado complicados con los bailarines, con los actores», a tal punto que casi «se nos desmoronó el castillo de naipes y hubo que salir a buscar chicos.»
Fueron seis meses de trabajo intenso y para Courreges, «los aplausos se lo tienen que llevar los artistas que son niños jóvenes de un pueblo y son nuestros.»
Durante ese recorrido sorpresivo e inquietante, porque es imposible imaginar lo que te vas a encontrar y a lo que irás enfrentando, invitado amorosamente, se va atraviesa la vida de Manuel Puig desde inicio y hasta el final de su vida, con un lenguaje poético de palabras apenas hilvanadas, música y luz.
Es como espiar el mundo que se fue creando, por una ventana dentro del alma del propio Puig, tan intensamente que nos traspasa la emoción, la ansiedad, la alegría, la ternura, la ironía y la tristeza del final.
Gastón aseguró que ese deja vu es «magia del coreógrafo Luciano Garbuio y de mucho trabajo de los chicos», porque «nada se consigue de la noche a la mañana, todos sabemos que se necesita de mucho sacrificio.»
Todos han trabajado todos los días de la semana desde las ocho de la mañana y «la devolución de la gente es el premio de toda esa vorágine de trabajo» con la que estos actores amateurs han explorado un mundo que se abre para ellos», destacó.
«Disfruto a morir porque veo niños y adolescentes desde un lugar artístico, es un proceso de aprendizaje creativo de un niño, que es realmente hermoso», señaló.
Obra de exportación
Esta intervención o puesta de teatro físico necesita ser exportada, traspolada a otros escenarios en los que la magia se extienda. Mundo Puig necesita cruzar fronteras artísticas.
Sobre esta necesidad de trascender, Gastón Courreges expresó que «la idea está, pero depende Las ideas siempre están todo depende de una pata muy importante, porque nosotros estamos como empleados municipales y la realidad es que esto depende de alguien superior.»
«Sería la frutilla del postre que los chicos pudieran llevar esto que empezó donde Puig forjó su infancia a otros lugares», pero más importante es que ellos aprendieran que «son caminos lentos y que a veces todo sucede y otras, puede no suceder. Para nosotros, el cometido está logrado.»
Hete aquí, el proceso de evolución de una obra artística que se permitió explorar emociones y sensaciones que se fueron cruzando en un ambiente delimitado por la luz, el movimiento, el sonido Y la profundidad del tiempo, para medir la vida de un hombre que trascendió su propios límites.