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domingo, octubre 6, 2024

Poemas para leer bajo el sol o la lluvia, en Un mes de pájaros | por Celina Fabregues*

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Para Federico García Lorca, la poesía es la unión de dos palabras que uno nunca supuso que pudieran juntarse, y que forman algo así como un misterio.

Algo de misterioso tuvo el mensaje que recibí de Paula Fumagallo, que anunciaba la venta anticipada de su primer libro de poemas, Un mes de pájaros.

«Estoy a punto de cumplir cuarenta años.
Renuncio a un trabajo. Tres meses después, tomo un retiro voluntario y dejo el otro.
Salto al vacío, sin plan. Salgo del sistema.
Me quedo en casa y me ocupo de las tareas domésticas.
Tengo tres hijas, casi cuarenta años.
Cada quince días, Vero envía consignas de escritura por mail.
Afuera del sistema, la vida se mueve al ritmo de la naturaleza. La observo, me detengo a escucharla.
Desayuno cada día sola, una hora, en silencio. Soy una mujer de cuarenta años, sin trabajo, con tres hijas: lavo ropa, voy al mercado, preparo la comida.
Alrededor brotan poemas.»

Hasta fin de mes se realiza la preventa de «Un mes de pájaros», editado por Halley Ediciones. El libro estará disponible la primera quincena de marzo. Para aquellos que quieran comprarlo, aquí está el link: https://halleyediciones.com.ar/productos/un-mes-de-pajaros-de-paula-fumagallo-preventa

En cuanto leí el texto a través de Whatsapp, la llamé por teléfono para que nos contara sobre este hermoso trabajo en el programa de radio que producimos los sábados en la mañana por FM Villegas, Cuidarte Más.

Siento una rara mezcla entre admiración y envidia por ese salto al vacío que Paula decidió dar. Un salto que me recuerda al que dio Lucila Picco cuando abandonó la seguridad de un trabajo para probar la libertad, en medio de circunstancias personales, tras la pandemia.

Recuerdo que Lucila habló de la sensación que sintió cuando se descubrió tomando un café en un bar de Buenos Aires, en medio de lo que era su horario de trabajo.

Cuando comenzó a escribir desconocía que esa necesidad de palabras se iba a convertir en un poemario. Fue una sucesión de acontecimientos. Renunció primero al trabajo en municipalidad, en la Dirección de bibliotecas. A los tres meses tomó un retiro voluntario en INTA, donde se desempeñaba como bibliotecaria.

Para Paula, «hay momentos en la vida en que uno siente que ya no está conectado. Me parece que no hay sentido permanecer, sobre todo porque uno se niega a encontrar el lugar en el que sí conecte.»

«Cuando uno se queda forzosamente en determinados lugares, termina no aportando nada. Uno se apaga, pero va apagando también los que están alrededor y no hay nada peor para los equipos de trabajo, que alguien que trabaja en piloto automático», manifestó.

Resolver dejar su trabajo en INTA fue una «decisión bastante difícil porque estaba en planta permanente, tenía antigüedad, había hecho una licenciatura en bibliotecas para hacer carrera dentro de la institución. Pero yo ya no estaba ahí. Había algo. Yo no sabía dónde estaba, pero ahí no», aseguró.

Recordó que cuando le contó a su mamá que había aplicado al retiro voluntario, lo primereo que le preguntó fue ¿qué vas a hacer? El entorno le hacía la misma pregunta. Se cuestionaban si le pasaba algo, si pasaba por una crisis. Pero ella solo les respondía que «siento que por acá no es, esa era la única expresión. Y entonces, había algo en el gesto del otro que me daba la idea de que me entendía.»

Probablemente esos otros que entendían habían sentido más de una vez que por ahí no era, pero nunca se animaron a dar ese salto hacia lo imprevisible.

Empezó un taller de escritura con una escritora y comenzó a trabajar poesía. De a poco fue armando su metodología de escritura, de hecho contó que escribo diariamente y ahora, mirando hacia atrás, todas esas palabras «tienen que ver con este registro de lo cotidiano que antes no podía detenerme a mirar», deslizó.

Agregó que «de ese registro de lo cotidiano y de las cosas que realmente me preocupaban o me llamaban la atención, surgió este compendio de poemas». Pero no fue sencillo, hubo de por medio dos años de escritura y un año más de clínica de obra, «donde se trabajó sobre lo que un poema quería decir, porque en realidad primero uno escribe lo que registra, pero después hay que encontrar lo que el poema quiere decir.»

De esa manera «se va depurando, se despersonaliza para que también haga resonancia. A veces la escritura dice tanto que no deja lugar para que el otro entre.» Ese es el momento de edición, de quitar palabras, cosa que a Paula no le preocupa porque «soy muy desprendida, tengo incorporado el desapego y no necesito aferrarme a la palabra.»

Limpiar, dejar ir, soltar. Todo para abrazar la poesía, un género que se había abandonado, que hasta hace unos años en que resurgió y ha vuelto a leerse, era considerado un género menor y los libros de poesía estaban destinados a los últimos lugares en la organización de una librería.

Un mes de pájaros

Sobre la razón del título del libro, Un mes de pájaros, la autora explicó que «es parte de un poema. El título sale de un verso y también tiene que ver que soy fanática de los pájaros, los miro mucho, trato de identificarlos. En el patio de la casa donde vivimos hay muchos nidos de colibríes y he visto muchos nacimientos.»

Dejar de trabajar afuera quizá estuvo asociado a volver al nido, a volver a casa. El retorno al hogar tiene algo de introspección, pero también de amorosidad, de disfrute del tiempo, de la observación de las horas.

John Lennon dijo una vez que “ la vida es eso que pasa mientras estamos haciendo otros planes”. Y es tan cierto como simple. El tiempo se nos va corriendo entre obligaciones que cumplimos para pagar otras obligaciones que adquirimos.

Así nos quedamos sin tiempo para mirar detenidamente, escuchar el sonido de la cucharita en el pocillo de té, sentir el aroma del café de la mañana, ver salir el sol y recostarse al atardecer. Sentir la lluvia en el techo en invierno y las chicharras cantar bajo la ventana abierta en verano. Todas esas cosas que perdemos en la vertiginosidad de la vida que llevamos.

Paula dijo que «recién a los 40 años, me di cuenta que me gusta levantarme a las seis y media de la mañana. De hecho, desde que dejé de trabajar, me despierto prácticamente todos los días a las seis y media mañana y me levanto. Es un hermoso horario en mi casa.»

Cuando hablábamos de prestar real atención al entorno, recordó que un ejercicio que les propuso la escritora con la cual trabajó durante dos años, era que durante una hora había que «detenerse en un mismo sitio y registrar cada cosa que escuchaba. Se  escucha el latido corazón, el ruido al respirar, si hay un pájaro afuera, si suena una alarma.»

Esa conciencia plena de lo que somos y lo que nos rodea, nos hace capaces de descubrir la mayoría de las cosas que cruzamos todo el tiempo y que ignoramos. Estar presente, volver a registrarnos para encontrarnos y poder encontrar verdaderamente todo lo demás.

La preventa

La preventa de Un mes de pájaros, estará disponible hasta el 25 de enero en la página web de Halley, una editorial independiente «que tiene una una selección de poesía muy linda. La editora es Mariana Cruz, que es una poeta impresionante y tiene un modo colaborativo de imprimir que a mí me gusta mucho», aseguró Paula.

Además, planteó que «cuando empecé a buscar editorial, necesitaba que cumpliera determinadas cosas. Para mí, la ganancia de la escritura fue el proceso de escribir, pero cuando llegué a la instancia de corrección, la escritora que la había acompañado en toda esa etapa la convenció de que «el trabajo se termina cuando se publica.»

Lo que en un principio fue un proceso individual, «por una necesidad propia y con otro objetivo, a partir de esa intervención termina siendo otra cosa», señaló.

A partir de allí, la búsqueda de editorial. Hay muchas editoriales que cobran la publicación y por otro lado, la pandemia ralentizó mucho los procesos de edición y publicación, por lo que las editoriales tienen hasta tres años de publicaciones cubiertas, porque durante dos años prácticamente no se pudieron sacar títulos.

«Justo me enteré de la convocatoria que hacía Halley con la apertura de búsqueda de una línea de autores con poemarios ya cerrados y corregidos. Lo mandé y enseguida me contestaron que les interesaba, que cumplía con la línea editorial y que tenían este modo colaborativo de imprimir. Se hace una preventa y con eso se financia la impresión», detalló.

Además añadió que «es interesante poder contar con la estructura de lo que es el trabajo de la editorial, con la instancia de corrección como si fuera un cualquier editorial. Eso también es muy cuidado.»

Antes de dejar el estudio y finalizar la entrevista con un abrazo, Paula nos regaló uno de sus poemas.

Hoy fui testigo del vuelo
del colibrí
y fui también un colibrí
en ese miedo amarrado al borde
del nido
la mirada desatada
buscando un hueco de cielo.

Voy a contarle
pronto
a las niñas
que un colibrí pequeño
ha superado el miedo
y abandonó, hoy, el nido.

Yo fui testigo
del vuelo
del colibrí
y ahora soy un ojo que no entiende
qué será de ese nido
en el universo vacío
de nuestro patio.

No se me ocurre otra manera más perfecta para cerrar esta nota que citar al inolvidable poeta y cantante canadiense Leonard Cohen, sobre lo registros de cada escritor: «La poesía es sólo la evidencia de la vida. Si tu vida arde bien, la poesía sólo será la ceniza.»

 

*Celina Fabregues es periodista. Conduce Cuidarte Más por FM Villegas, los sábados de 9,30 a 12 horas, programa que se repite a las 19 del mismo día.

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