María Paola Molteni es profesora de Educación Física, pero hizo especializaciones en Ciencia del Bienestar y Educación Positiva. Estuvo en General Villegas y en su paso por la ciudad dialogó con ACTUALIDAD.
«Mi trayecto ha sido a través de alrededor de 25 años, desde que me fui de Argentina a Emiratos Árabes. Los últimos 15 años estuve trabajando en una escuela australiana. Los australianos son muy progresistas en todo lo que tiene que ver con la educación y teníamos el problema de conducta, adaptación de los chicos y de los maestros. De ahí surge la conexión con el Instituto de Educación Positiva en el territorio de Victoria, escuela pionera en ese tema. Hice una capacitación durante una semana intensiva y luego lo continué. A mí me pareció fantástico», sintetizó Molteni sobre su formación.
Y mencionó que a la Educación Física llegó «como un medio para mejorarle la vida a los chicos, no para que sean atletas de elite. Ese fue mi camino, mi elección. Cuando me encuentro con los elementos de la educación positiva dije ‘esto es lo que yo buscaba, a lo que apuntaba’. No sabía que existía, que se llamaba así, que se estudiaba y que se aplicaba. O sea, no solamente se quedaba en el dominio de las escuelas, sino que también se expandía al ámbito laboral».
«Esto es una ciencia que tiene un único objetivo: vivir una vida plena, apuntando a conseguir la felicidad, que no es algo que se encuentra, sino que se construye. Y se destruye también, entonces hay que seguir en el camino. Para hacerlo y encontrar la motivación, están las herramientas que nos provee la educación positiva, una rama de la psicología positiva», agregó.
¿Qué es la educación positiva?. «Básicamente trabajar en la motivación y en visualizar el propósito que tiene cada uno en lo que quiera alcanzar. Por supuesto que a este propósito hay que ponerle una fecha y hay que ir adaptándolo a medida que se va haciendo el camino», comentó.
«Somos grandes supervivientes»
Molteni se refirió también a la sociedad actual, que parece estar inmersa en la intolerancia, la impaciencia y las reacciones, no precisamente positivas. «Creo que tiene que ver con algo que nos pasa mucho en Argentina y me atrevería a extenderlo a América Latina. Somos grandes supervivientes, pero mientras uno sobrevive no tiene tiempo de crecer. Se está muy ocupado en satisfacer las necesidades básicas. Eso hace que se creen períodos largos de estrés y allí no hay tiempo de pensar en lo positivo, sino que se enfocan en lo negativo porque es lo que hay que solucionar».
«Ahora -continuó- los que piensan diferente a mí pueden ser una amenaza a mi solidez, a mi bienestar muy frágil y me frustra que alguien trate de cambiar mi camino, mi relato, mi plan, lo que yo creo que está bien. Es muy difícil tomar distancia y mirar las perspectivas de otros. La tolerancia se pone a un lado cuando uno está ocupado en sobrevivir», agregó.
«Que no se confunda con el ‘somos felices y vamos a vivir felices siempre’, tratando de obviar lo que realmente pasa. No pasa por ahí, sino por tener herramientas para recuperar la motivación o encontrarla; y fijarse los objetivos que van más allá de sobrevivir. Se puede, son pasos diarios que hay que hacer y hay que tener el compromiso con uno mismo», sostuvo Molteni.