«Cuando los precios se elevan, el público piensa que las mercancías se han encarecido y no ven que es el dinero que se ha abaratado» (Ludwig Von Mises)
«La inflación, pues, no proporciona ningún beneficio social de carácter general, en lugar de eso, lo que hace es redistribuir la riqueza en favor de los que llegan primero y a expensas de los rezagados de la carrera» (Murray Rothbard)
En la entrega anterior, pusimos, bajo análisis las causas que llevaron a la hiperinflación en Alemania hace 100 años, si bien el motivo fundamental era la financiación de las reparaciones de guerra, los mecanismos pergeñados para la citada financiación son los mismos que los implementados por los gobiernos populistas para «distribuir la riqueza», «mejorar la calidad de vida de la gente» y otras consignas que si bien en principio, pueden exponer un propósito favorable, terminan siendo solo pautas de acción que mejoran la situación económica … pero de los políticos y su círculo de influencia («asesores», parientes, amigos).
Para eliminar la hiperinflación no existe una variedad de recetas que permiten llegar al objetivo a través de diferentes caminos, tampoco se conciben decisiones en forma gradual y menos aún medidas con escaso apoyo político.
La única experiencia que eliminó la hiperinflación fue la alemana hacia finales de 1923, aunque también lo fue la convertibilidad en nuestro país, cuyo fracaso fundamental fue la falta de apoyo político del gobierno en 2001 (Alfonsín padre y Duhalde querían seguir gastando viste … !?), mucho menor que la que se le había dado en sus inicios, 10 años antes.
En Alemania, hacia octubre de 1923 el Parlamento aprobó una ley en la cual se le concedieron poderes especiales al gobierno central; siendo autorizado este, a tomar las decisiones financieras, económicas y sociales que considerase necesarias para superar la caótica situación imperante. Las medidas, entre otras fueron las siguientes:
Prohibición a los Bancos de emisión (lo que sería como nuestro Banco Central) de conceder créditos al gobierno, incluyendo a las empresas y demás dependencias del Estado; eliminándose la vía a través de la cual el gobierno obtenía dinero prácticamente sin límite a cambio de títulos de deuda a corto plazo. Como consecuencia de estas decisiones, las instituciones oficiales solo podían gastar una suma equivalente a sus ingresos.
Revisión de todas las erogaciones del Estado. En ese sentido, numerosas reparticiones fueron eliminadas y las tareas útiles que realizaban fueron derivadas a otras áreas (en nuestro país Massa perdió la escoba, no sabemos si alguien se la afanó en el último Hallowen o que).
La velocidad y profundidad con la cual se adoptaron estas medidas de austeridad permitieron no solo obtener efectos inmediatos, sino que posibilitaron al gobierno enfrentar en mejor situación la presión ejercida por la burocracia estatal y los sindicatos. Así los gobiernos central, regionales, municipales y directorios de empresas y otros servicios administrados por el Estado aplicaron diversos regímenes de jubilación anticipada, retiro voluntario indemnizado o directamente el despido de personal.
Para recomponer los ingresos del Estado se reorganizó totalmente el sistema impositivo.
Se creó una nueva moneda y para respaldarla el Estado impuso una hipoteca sobre las tierras dedicadas a la actividad agropecuaria y sobre el patrimonio de la empresas comerciales, industriales y financieras. En efecto, para respaldar la emisión de una nueva moneda se instituyó una hipoteca sobre cierta proporción de los bienes raíces de la población.
Se fundó un nuevo banco emisor al cual se le concedió el monopolio de la emisión de moneda. Los dueños de este banco eran los propietarios de los bienes raíces y empresarios cuyos patrimonios fueron gravados con las hipotecas del punto anterior.
Los rígidos sistemas de control de precios y racionamiento fueron anulados y se reconoció amplia libertad a la actividad económica privada.
La severidad de las decisiones generó significativas tensiones políticas, económicas y sociales, como es de esperarse cada vez que se implementan cambios tan significativos. El plan aplicado tuvo éxito porque la difícil tarea de reducir el gasto público y de aumentar los ingresos, se realizó en forma simultánea con la reforma monetaria.
Para cumplir con los compromisos para el pago de las reparaciones de guerra, impuestas por el tratado de Versailles, se aprobó y discutió el denominado Plan Dawes que permitió ir cancelando las citadas reparaciones de guerra, al menos hasta la llegada del Partido Nacionalsocialista al poder, pero esa ya es otra historia …
La experiencia alemana muestra que una decidida reducción del gasto público y el reconocimiento de una amplia libertad para la actividad privada, dieron fundamento a una política exitosa.
No hay muchas medidas a considerar, mas que las indicadas. Máxime ante el fracaso de todas las alternativas ya implementadas, no solo una sino varias veces (controles de precios, cepos varios, restricciones al comercio, etc.) y que los economistas saben, ya en forma anticipada de sobra que no van a dar resultado, aunque los políticos sigan creyendo en ellas (tanto en Alemania 1923 como en Argentina 2023) y las sigan aplicando repetidamente, esperando resultados diferentes.
Para finalizar, hace algunas semanas se publicaron los salarios de las empresas y organismos del Estado que en promedio rondaban los $ 1.000.000,- aproximadamente; si pensamos que el salario promedio del convenio colectivo de Empleados de Comercio – el sindicato con mayor número de afiliados del país -, rondaría los $ 78.370,- aproximadamente; de acuerdo a los últimos ajustes convenidos, creo que hay pocas dudas acerca de donde hay que empezar la reducción del gasto público.
*Omar Emin es Licenciado en Administración y Contador Público. Colabora con Actualidad en temas fiscales, laborales y económicos. También suele compartir sus opiniones y semblanzas sobre deportes, educación, historia, política y viajes, entre otros temas de interés.