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General Villegas
miércoles, diciembre 11, 2024
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Bacanales | por Carolina Walser Oddone*

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Noviembre ha transcurrido con fechas especiales del vino.

El pasado 24 se celebró en todo el país el Día nacional del vino argentino, y hubieron diferentes eventos para festejar y degustar.

Pero General Villegas tuvo su propia celebración a lo grande, que fue la Experiencia Bon Vivant, el 11 de noviembre, a la que yo llamo “la gran bacanal villeguense”. Pero permítame distinguir entre el concepto mitológico e histórico del término bacanal, muy distante del concepto que le otorga la Real Academia Española.

Desde la mitología griega, que veneraba a Dionisio, que para los latinos se llamó Baco, quién es el dios de la agricultura, pero en especial de la vid y el vino, como su descubridor y promotor entre los mortales. Pero también es el dios de la fertilidad, de la música y el teatro, y como consecuencia, también el dios de la libre expresión del ser.

Baco, hijo del dios Zeus y de la mortal Sémele, fue víctima de los celos de Hera, esposa de Zeus, quién engañó a la mortal que ya llevaba en su vientre su hijo, retándola a exigir a Zeus mostrarse en su máxima expresión. Hera logró que al hacerlo, la amante de su esposo ardiera en el fulgor del dios. Zeus apenas pudo salvar a Baco injertándolo en su muslo hasta que estuviera listo a para nacer, y luego se lo dejó bajo el cuidado de las ninfas de la naturaleza, siendo Nisa su niñera, y todas ellas sus seguidoras y primeras bacantes. Es a partir de esta historia que las celebraciones al dios Baco, las llamadas bacanales, fueron en un principio celebraciones exclusivamente femeninas.

En la sociedad de la antigüedad las labores agrícolas estaban mayormente destinada a las mujeres, quienes también simbolizan la fertilidad y a las musas del arte, y quienes eran excluidas de las celebraciones de los hombres. La naturaleza femenina llevó al plano etéreo la celebración a un dios que proveía alimentos y sostenía la economía, además de brindarles la más salubre bebida de esos tiempos. Estas bacanales al principio de la primavera, significaron veneración, gratitud por las cosechas pasadas, encomendar la cosecha más próxima. Pero también permitieron a muchas mujeres tener un momento en el que se disfrutaban placeres tan humanamente necesarios como la música y la libre expresión de los cuerpos.

Como desde la mitología las ninfas son perseguidas por los sátiros, también seguidores de Baco, quienes tras una máscara y haciendo abuso de la bebida para justificar los excesos, el sentido original de las bacanales fue modificándose. Las actuaciones de los sátiros dan origen a la sátira, por lo que se le considera a Baco dios del teatro, y también el origen del carnaval.

En Roma las bacanales se extendieron primero entre las clases más altas, hasta luego difundirse por toda la sociedad, y los que inicialmente eran celebraciones que realizaban las bacantes (sacerdotisas) en la primera luna llena de enero y el 16 de marzo, previo al equinoccio de primavera en el hemisferio norte. Pero luego cuando se popularizaron y siguieron el camino de los excesos,  se realizaban semanalmente.

Si pienso en las sorprendentes coincidencias, el 16 de marzo de este año, me encontraba dirigiendo una degustación en el restaurante Raíces de Emilio V. Bunge, gracias a la invitación de Mónica Spertino y Bernardo Ferreyra, siendo ellos los promotores de que reencarnara en mi rol de bacante; volviendo a celebrar rituales ancestrales tan sublimes como el de venerar la naturaleza y elevar una sutil copa de vino con la cual brindar.

Por más momentos míticos, celebrando la ocasión o deidad que usted prefiera, les deseo: ¡Salud!

«Baccanal con el laudista» de Nicolas Poussin
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