¿Son las metaleras cómplices de los robos del bronce? Dicen los garantistas que es por la subsistencia de los que nada tienen. Cuántos miles de picaportes, cuántas miles de bocas de tormenta, de medidores de gas, de porteros eléctricos, campanas de escuelas y tantos otros metales en la mira.
Pero la gran pregunta es si se sabe o no quiénes son los que compran el bronce robado, y qué pasa con estos compradores impunes, que se sostienen y sostienen a rateros con hambre con algunos pesos para las birras y la droga. Cientos de jóvenes y no tan jóvenes, enfermos en su mayoría, sin una salida a sus adiciones.
¿Cuántos de éstos mirarán la cúpula del Congreso? O en Luján, cientos de cencerros, o las campanas de la basílica, con ojos de cocodrilos. Ay, si te pudiera arrancar.
En nuestra ciudad, este año han robado algunos cableados de la zona urbana y cilindros de molinos en los campos.
Pero esto ya pasó hace unos años, cuando un grupo de menores robó placas y floreros del cementerio, a plena luz del día.
Aquella vez fueron interceptados por la patrulla rural cuando volvían caminando por el acceso Padre Wesner, con las bolsas llenas de lo robado. Fueron absueltos, eran menores. Pero el daño estaba hecho y la paz violentada.
Ahora hasta se roban las bolsas de consorcio que contienen pasto cortado en los patios o jardines. Las vacían en las veredas y se las llevan. Roban todo lo que pueden, ya no solo bicicletas o motos.
Esto jamás tendrá fin porque son cuatro generaciones de anárquicas costumbres, de ilícitos sin resolver, de muchos que no denuncian, de trabas burocráticas. Somos Argentina y vamos por la banquina.
La justicia debe centrar su atención en la responsabilidad parental: Los padres deben responder por los delitos de sus hijos.
Ultima noticia, de un medio televisivo. El 11 de febrero un joven de 20 años que intentaba robar cables en Rosario sufrió quemaduras en el 90 por ciento de su cuerpo. Murió poco después.
Las clases sociales pobres tienen la libertad para elegir entre trabajar o morirse de hambre. Pero el trabajo nos aleja de tres males: la vagancia, los vicios y las carencias.
*José Luis Azurmendi es un asiduo lector de Actualidad. Trabajador de la construcción, veterano deportista, lector desde siempre, gusta volcar al papel sus vivencias y opiniones. Y compartirlas.