22 C
General Villegas
jueves, octubre 10, 2024

La Cámara de Comercio, una larga y fecunda historia | por Raquel Piña de Fabregues*

spot_img
spot_img

Hay una pregunta que no creo que la gente se haga muy a menudo.

¿Qué son las entidades intermedias? ¿Cuál es el rol que cumplen en la sociedad? Son instituciones intermedias la escuela, los clubes, las iglesias, las cooperadoras, los centros de jubilados, las bibliotecas populares, los centros culturales, las cámaras locales de comercio.

Todas ellas cumplen un rol importantísimo haciendo de enlace con el Estado, pues les da a los ciudadanos la posibilidad de participar en forma efectiva y poder así cambiar aquello que disgusta o desarrollar lo que se advierte como muy positivo,

Esto hecho en orden y dentro de un marco institucional que otorga fuerza y credibilidad cuando están bien organizadas.

Son el refugio donde se puede cultivar la política social no partidaria con reglas claras, porque el desorden es la no política, es la negación de la libertad responsable.

La Cámara de Comercio de General Villegas tiene una larga y fecunda historia que arranca de hace casi un siglo con la antigua Asociación de Comercio, Propiedad e Industria, que reunía a los comerciantes e incipiente industriales, verdaderos alma mater de la transformación de nuestro pueblito pampeano en una ciudad.

El latir del pueblo marchaba al ritmo de aquella sociedad, que no poseía sede fija pero que sin embargo tenía un enorme poder de convocatoria y actuaba como una sociedad de fomento, impulsando obras necesarias desde la nada y funcionando muchas veces como gestoría de trámites para sus asociados o para la gente común.

Según consta en el libro de Enrique Specogna “General Villegas, pampa, pujanza y progreso”, nuestra  actual Cámara de Comercio  se fundó el 30 de enero de 1927 por iniciativa de numerosas firmas comerciales del lugar, bajo la denominación de “Asociación de comerciantes e industriales de General Villegas” y su primera comisión directiva estuvo conformada de la siguiente manera:

Presidente: Constantino Gómez Ortiz
Vicepresidente: César Scotto
Secretario: Tomás Rolleri
Prosecretario: Marcelino Méndez García
Tesorero: José Méndez
Protesorero: Constantino García
Vocales: José Di Carlo; Avelino Rosada; León Bittón; Manuel Pardo; Olindo Bitti; Andrés Eraso; Andrés Noya; José Gubau; Manuel Villar.

Esta asociación nació con múltiples objetivos, entre los que se destacaban: propiciar toda iniciativa en pro del bien común; defender por medios legales los intereses de sus asociados; concurrir en demanda de justicia ante los poderes públicos en caso de verse afectados los intereses del sector o de un miembro en particular.

A su accionar de años y años se debe la concreción de una escuela de comercio que constituyó un primer paso hacia la enseñanza media; la apertura de los pasos a nivel del Ferrocarril Oeste (hoy Sarmiento); la intervención para la mejora del servicio eléctrico; el apoyo para la creación de la Escuela de Artes y Oficios (actual Escuela Técnica), y otros muchos emprendimientos para la comunidad.

En mis tiempos de niñez, en la calle Belgrano 380, la “Sociedad de Comercio, propiedad e industria”, como se denominaba en ese momento, se reunía todas las semanas, sin excepción, en los altos de nuestro mismo edificio, donde vivía con su familia Don Vicente Ghigliotto, secretario del Colegio Industrial. Esas reuniones se llevaban a cabo de noche, cuando habían terminado otras obligaciones.

No olvido ver a mi padre, agobiado al final del día por muchas horas de trabajo, sacudirse el cansancio para asistir a esas reuniones que solían extenderse por horas.

Como yo era habitué en lo de Ghigliotto porque era muy amiga de su hija Nora, recuerdo a los asistentes de esas reuniones: los hermanos Mateu, don Constantino Gómez y su hijo Mario, Don Agapito Riopedre, José García (padre del Dr. Carlos García) mi padre, Germás Toyos y muchos más. La lista no es pequeña.

Nadie faltaba a la cita porque el compromiso era real y se tomaba con la seriedad que merecía.

Por los años cuarenta y cincuenta la adquisición de mercaderías a mayoristas se hacía exclusivamente a través de los viajantes, que representaban a cada una de las empresas. Eran agentes comerciales muy importantes para los pueblos y ciudades del interior, porque además daban movimiento permanente a la actividad hotelera.

Por esa razón, la Asociación de Comercio les ofrecía cada año un gran agasajo en el salón de actos de la Municipalidad, evento que se conocía como “Baile del Viajante” y no era un tema menor.

Se contrataban orquestas importantes y se coronaba a la Reina del Viajante, todo un honor para la elegida. Los chicos de la familia comercial bailábamos el vals. De vestido largo las nenas y de riguroso smoking los chicos.

Más adelante el accionar de esta asociación puso al servicio de sus asociados servicios de seguros de vida, turismo, jubilaciones y en general asesoramiento para toda clase de trámites y coronó sus esfuerzos con la compra del edificio propio de la calle Castelli 555 a la sucesión del señor Olindo Bitti, donde funciona actualmente bajo la denominación de “Cámara de Comercio e Industria”.

Los hermanos Bitti eran constructores tradicionales de Villegas y eran dueños del edificio donde antes funcionara la Escuela Industrial y hoy ocupan el CEAM y la Biblioteca Municipal.

Allí, en la planta alta, se encontraba la vivienda y en la planta baja funcionaba una mosaiquería donde se fabricaron los hermosos pisos que lucen en los edificios más antiguos, verdaderos encajes con los que no ha podido el tiempo.

Junto con los Bochi mantuvieron una industria local que lamentablemente desapareció.
Cómo testigos mudos guardo en mi casa un mueble de comedor, un escritorio y algunas sillas que hace casi cincuenta años compré en el remate de la casona de la calle Castelli. Un tesoro.

Si realmente nos consideramos una comunidad, un conjunto de vecinos que aspiran a vivir y crecer juntos, mantener y propiciar estas organizaciones intermedias equivale a dar solidez a los cimientos, que nos sostendrán, firmes y seguros antes situaciones difíciles y cambios repentinos.

 

*Raquel Piña de Fabregues tiene 87 años. Es docente jubilada, escritora, trabajó como periodista y tiene varias ocupaciones como madre, abuela y bisabuela. Escribe desde que lee y aún lo sigue haciendo. Durante algunos años, fue columnista del programa de radio de su hija Celina, con sus Historias de Mamá, que se vieron interrumpidas por una caída y el estrés que eso significó en medio de la pandemia. Este es otro de esos textos de sus tantas historias.

spot_img