La vida de los villeguenses en otras tierras se encuentra caracterizada por desafíos, aventuras y travesías. «GPS» revive cada momento que tuvieron que atravesar los protagonistas en su extenso camino.
Y si de experiencia en el exterior se trata, esta vez fue la oportunidad de una especialista en el tema. Maqui Pivotto llega para sorprendernos y contarnos toda su trayectoria desde los distintos puntos del globo terráqueo.
Cinco países, variados idiomas, multitud de gente conocida y más de dos décadas por el mundo. La villeguense se mantiene firme como el primer día y nos emociona con sus testimonios, en el programa número 63, bajo la conducción de Esteban Mutuberría.
Primeros pasos
Con 49 años, la villeguense contó sus primeras incursiones en la vida. La historia se comenzó a escribir luego de su egreso, en 1993, dentro del Instituto María Inmaculada (IMI).
A partir de allí, tomó camino rumbo a La Plata, dónde estudió y se recibió en la carrera de Profesorado en Ciencias de la Educación en la Universidad Nacional.
Luego se mudó a Capital Federal, aunque fue por sólo por un tiempo, porque la tentación de viajar por el mundo ya estaba instalada. En suelo porteño complementó sus conocimientos con otros estudios y tuvo sus primeros trabajos.
Una vida del otro lado del charco
Corría el año 2001 cuando Maqui tomó la decisión de emigrar por primera vez, sin darse cuenta de que ese primer viaje sería el comienzo de una historia que tendría miles de capítulos por escribir.
Maqui tuvo su primera hija con un joven holandés. Es por eso que el primer destino fue Países Bajos, un país del noroeste europeo conocido por su paisaje plano de canales, campos de tulipanes, molinos y ciclovías. Se mantuvo en el país «naranja» durante cuatro años.
Con otra perspectiva acerca de su entorno, se trasladó a la fría (en todos los aspectos) Suiza, un país montañoso de Europa Central, con varios lagos, aldeas y las altas cimas de los Alpes. Vivió en territorio nórdico por seis años.
Vuelta a las raíces
Si bien no regresó a Argentina, Maqui optó por retornar a Sudámerica. En primera instancia, su hogar fue Chile, durante un lapso de tres años. «Fue una experiencia muy bonita», dijo la protagonista.
Sin conformarse, siguió recorriendo nuevas culturas y tierras. Esta vez, la villeguense se asentó en suelo colombiano, más específicamente en Bogotá; capital y ciudad más grande del país.
Es punto de convergencia de personas de todo Colombia, así que es diversa y multicultural, y en ella se combina lo antiguo y lo moderno. Su vida estuvo radicada en tierra cafetera por un período de tres años.
Las razones que derivaron en las constantes mudanzas de la protagonista fueron exclusivamente laborales. Al trabajar en una empresa, fue removida permanenteme de países. «La experiencia fue muy bonita. El aprendizaje de idiomas y culturas ha sido interesante», agregó.
Un círculo que se cerró
Luego de esta larga travesía por el continente americano, Maqui volvió a los aires europeos. El lugar elegido fue nuevamente Países Bajos, en donde se mantiene hasta la actualidad.
El sitio preciso donde vive se llama Breda, una ciudad y municipio de la provincia de Brabante Septentriona, a 45 kilómetros de Bélgica. «Es una ciudad relativamente pequeña, que queda a una hora y cuarto de Ámsterdam, la capital del país. En sí, Países Bajos es chico y es fácil el traslado de un lugar a otro», explicó.
Planes para el futuro
Si bien está muy satisfecha y cómoda con su vida en Países Bajos, la planificación de Maqui es seguir viajando y recorriendo el planeta. Significa que las ganas de instalarse de diversos países, a su edad, aún persiste.
Esto implica que, luego de tantos viajes y aventuras por distintos sitios, le gustaría volver a Argentina para envejecer en sus tierras. «Espero que sea pronto. Todavía no hay nada decidido, pero sería lindo para estar cerca de la familia. Mi idea es regresar, veremos qué hacen mis hijas», dijo.
Con más incertidumbres que certezas acerca de su futuro, manifestó su deseo de retornar en algún momento a General Villegas. «Me veo envejeciendo en mi ciudad. Habrá hora para volver a las raíces», expresó.
Un estilo de vida peculiar
Una de las pasiones de Maqui es la reflexión y el análisis constante de los sucesos. Se caracteriza por ser una persona que trata de explicar todo lo que acontece. «Esto lo vi mucho en la gente después de la pandemia, cuando estuvimos en el filo de la muerte. Hay muchas disciplinas para hacer. El aspecto psicológico ha dado un vuelco», expresó.
Y también opinó que estos pensamientos estuvieron opacados, durante mucho tiempo, por «prejucios injustos» e «ignorancia» sobre los cuestionamientos hacia las religiones tradicionales y ancestrales. Hoy, Maqui ve una mejora en este sentido.
El argentino, un ser aparte al extranjero
Mirando para atrás y evaluando lo vivido, Maqui aseguró que los afectos familiares fueron una contención que extrañó y extraña. De hecho, lo consideró el factor que más le costó asimilar; estar lejos de su familia. «Más que nada es por el contraste. La cultura holandesa es muy distinta a la nuestra. Reunirse no es tan habitual, extraño eso», dijo Maqui.
La espontaneidad es algo que, de alguna manera u otra, caracteriza al pueblo argentino. A lo largo de los programas, la gran mayoría de los protagonistas han reafirmado la tendencia de que el argentino es diferente al extranjero por su naturalidad y sencillez en la vida cotidiana. Maqui no fue la excepción.
Cada país tiene una visión propia de nuestro país. Por cada lugar donde ha transitado Maqui, se ha encontrado distintas opiniones acerca de nuestro país. «En Países Bajos nos relacionan con la reina Máxima enseguida o Messi, en el último tiempo. Dentro de Latinoamérica hay muchos prejuicios. En Suiza viven en su mundo, es un país bastante cerrado que no conoce mucho el exterior».
Por el lado de Sudamérica, la villeguense recopiló versiones diferentes de Colombia y Chile. «En el país trasandino existe un amor y odio. Por suerte tuve una bonita experiencia con los chilenos, pero eso existe por la historia, aunque en lo cotidiano no sea así. Mientras que los colombianos aman a los argentinos en general, les encanta el acento. Igual siempre está ese complejo del argentino arrogante y agrandado. El colombiano vive el momento, lo que surja en el ahora».
Con tantas desemejanzas entre los países, lógicamente que la adaptación no fue sencilla, mucho menos si se trata de cambios constantes y bruscos. En este sentido, Maqui dijo que «siempre me costó acostumbrarme a un país, mucho más si se maneja otro idioma. Fue difícil la integración, pero al final lo terminé haciendo. ¿Alguna tradición argentina que haya mantenido? El mate, aunque en Colombia me enamoré del café».
A pesar de tantos años afuera, las raíces de Maqui seguirán siendo villeguenses. Ella misma afirmó que, la última vez que visitó la ciudad, se le vinieron muchos recuerdos a la cabeza, como los paseos por la Plaza Principal, las clases de Natación en el Club Atlético o las visitas a La Lucila. De eso se trata, de recordar con nostalgia. «Yo me siento en casa cuando voy a Villegas. Cada lugar me recuerda a mi infancia», sustentó.
Análisis del recorrido
Esa primera vez que se subió al avión rumbo a una nueva aventura, fue difícil tanto para Maqui como para su familia. «Fue complejo moverse por el mundo sin tanta tecnología. Era más dificultoso comunicarse. Pero teníamos entusiasmo, luego de la crisis que vivimos en 2001. Para mis seres queridos fue difícil la situación, pero entendieron perfectamente», expresó.
Maqui se mostró conforme y orgullosa por todo lo que ha aprendido, tras hacer un balance sobre su travesía por el mundo. «Me he movido siempre en una comunidad internacional. Encontré amigos por todas partes el planeta, eso es enriquecedor. Abre la cabeza. Uno nace en una cultura, pero cuando se va de ese país encuentra mucha diversidad», detalló.
Pero con el paso del tiempo, todo se fue facilitando por medio de la digitalización, que fue un factor fundamental para la adaptación a tantos kilómetros de los seres queridos: «Los tiempos han cambiado positivamente para las personas que estamos lejos. Hay más posibilidades».
Pese a tanto tiempo en el exterior, nunca se arrepintió de la decisión tomada y siempre estuvo convencida. De todos modos, dijo que le hubiese gustado que sus hijos tengan mayor contacto con la familia.
Colombia se proclamó como el lugar que más sorprendió a Maqui, de forma positiva. Las razones son los paisajes, las comidas, su historia y la comunidad. «Me enamoré de Colombia, me parece un país maravilloso a pesar de todo lo que han vivido», respondió. También destacó al norte chileno y contó que se aburrió de Suiza por su orden extremo.
Pueden pasar las semanas, meses y años, pero Maqui se seguirá sintiendo villeguense. Porque es un sentimiento que no tiene explicación y que va más allá del tiempo transcurrido en el exterior. A 22 años de aquella primera vez en la que aterrizó en suelo europeo, Maqui nos emocionó con su historia, relatos y dificultades del camino.
Porque de eso se trata, levantarse y seguir. El tiempo pasó y de que manera, pero el sentimiento por su querida ciudad se mantiene como aquel lejano día de 2002. Villeguense nació, es y será hasta el último instante.