El Negro, el Loco, el personaje. El que tiene una página más que el libro. Lo escuchan en Actualidad, cada día de la semana. Todos saben de quién se trata. Pero ¿conocen a fondo al conductor de Buenas Tardes en Familia?
Se considera un buscavidas. Y así fue, desde los 13 años que comenzó a trabajar porque eligió no estudiar. Cómo es, a sus 77 años, el día a día de un «pionero del micrófono», como gusta presentarse.
Fernando Nicanor Sienra ¿cómo se define?
Considero que soy un buen tipo, que trato de no tener problemas y a esta altura de mi vida los pateo para afuera. No son problemas grandes, vivo medianamente bien, tengo mis hijos grandes, nietos; y ando todo el día en la calle con libertad.
¿Fue un buscavidas?
Considero que sí, porque trabajé desde muy chico. Si bien hice toda la primaria, cuando fui a la secundaria no me gustaba… suspensiones hoy, suspensiones mañana. Un día me agarra mi viejo, Eduardo Sienra, y me pregunta si me gustaba la escuela. Dije que no, me preguntó si no quería ir más y dije que no. Me dijo que no fuera más. Pero ‘a esa que está ahí arriba (había una olla en la cocina) hay que ponerle plata todos los días. Acá en casa, vagos no quiero, así que a laburar’. Tenía 13 años.
¿Tuvo una infancia feliz?
Muy feliz, muy de la calle. Junté huesos, vidrios, plomo después de los carnavales porque venía los pomos de ese material, lustré zapatos, acomodaba a la gente en el cine. No sé si era porque me gustaba el trabajo, la moneda o la calle, que al día de hoy me encanta.
¿Qué no cambiaría por nada del mundo?
La libertad que tengo.
¿Se arrepiente de algo?
De ciertas cosas sí, de otras no. No soy el dueño de la verdad, he tenido mis errores. Pero cuando choqué con una piedra, después la esquivo.
¿Tiene un sueño por cumplir?
Poder ver más grandes a mis nietos. Y la felicidad de mis hijos.
Si le digo familia ¿qué imagen se le viene a la mente?
Mis hijos, mis nietos y ciertas amistades que me hacen sentir como de su familia.
Entre muchas anécdotas por contar ¿con cuál se queda?
No te alcanzaría el diario para poner todas. ¿Una? Cuando salgo del servicio militar lo que yo hacía, la publicidad rodante, quedó prohibida por decreto del gobierno. Entré a trabajar en una firma comercial de Villegas y a los dos meses me largaron con una responsabilidad tremenda: un camión cargado de mercadería. Había que vender, cobrar, pesar, hacer las cuentas y seguir viajando. Para mí esos 20 años fueron una facultad que no tiene título. Aprendí muchísimo.
¿Cómo es un día de Fernando Sienra?
Hoy no es un día, es medio, porque a la mañana no me sacan de la cama. A la tarde, ando continuamente. Por ahí me dicen ‘qué vida te tirás vos. Laburás dos horas y media por día y descansás el resto’. No es fácil. Yo ando de gusto y adonde voy molesto, porque están todos trabajando. Yo trabajo del día 3 hasta el 12 de cada mes, cuando salgo a cobrar. Hago tres por día, porque me quedo hablando tres horas con cada cliente.
¿Y su momento preferido del día cuál es?
Cuando se esconde el sol y se prende la luz artificial.
¿Tiene alguna debilidad?
El cigarrillo. Yo felicito y aplaudo a la persona que lo deja.
¿Qué hace en su tiempo libre?
Tantas cosas. Hablo con uno, con otro. Hay días que las horas de la tarde no me alcanzan. Y hay días que no sé cómo gastar la tarde.
¿Dulce o salado?
Salado, pero no puedo consumir. Lo tengo prohibido.
¿Cuál es su estación del año preferida?
Antes pedía el invierno y ahora no veo la hora que llegue el verano.
Una fecha especial…
Los cumpleaños de mis tres hijos. Me tiene que avisar Fernanda (su hija).
Mirando atrás, ¿qué ve Fernando Sienra?
Qué veo y qué pienso. Lo digo cuando me voy todos los días de la radio: «si mañana Dios me da permiso, aquí estaré». Soy antiguo, rezo a la noche cuando me acuesto y a la mañana cuando me levanto. Dios me ha dado todo.
¿A qué le tiene miedo?
Hoy… a ir viajando y tener un accidente, cosa que no me ha ocurrido. Pero a esta altura de mi vida ¿miedo?, a nada.
¿Qué es la radio para usted?
Muchos dicen que es un cable a tierra. Yo no me identifico como locutor. Soy un pionero del micrófono. Arranqué a los 13 años y a los 14 me largué por cuenta mía. La radio es mi puntal, porque tengo diálogo, llegada a la gente. Son dos horas y media en las que, según como esté con la salud, se me hacen re largas. Y otros días se me pasan volando. En síntesis, la radio es todo; y es mi puntal para vivir como vivo.
¿Haría algo diferente?
Me gustaría hacer algo más, pero me miro, pienso y digo: ¿para qué?. Voy a disfrutar hoy.
¿Qué extraña del Fernando de otros tiempos?
Antes me faltaban horas para poder descansar, hoy me sobran.
Háblenos de sus hijos.
Son todo para mí. A Guillermo y a Javier los llamo todo el tiempo; y sé que les hago mal porque van viajando y no pueden hablar, pero yo quiero saber cómo están. Fernanda, mi puntal. Es hija, amiga, hermana y sería mucho decir madre, porque está permanentemente encima mío.
A sus 77 años ¿tiene algo pendiente por hacer?
En este momento no lo puedo responder. Siempre lo que me he propuesto lo he logrado. A lo mejor puede ser -esto es algo que pienso hoy- no haber cuidado un poco mi salud.
Se mira al espejo ¿y qué ve?
Pienso, me miro las arrugas, me acaricio el pelo y digo: ‘se te cayó el almanaque Fernando’.
Una comida, una prenda de vestir, una infusión…
Comidas varias. El viejo asado al horno con toda la carne, las papas y las cebollas, todo junto. Y la pasta. La ropa que uso para trabajar la uso para salir. No soy el que tiene una para salir y otra para trabajar. ¿Una infusión? Café todo el día. Hasta hace dos semanas atrás se me iba buena parte de mi jubilación en café. En una estación de servicio, en los clubes… Eran cuatro por día, pero hace tres semanas bajé un cambio.
¿Practicó deportes alguna vez?
¡Antes! Antonio Bron estaba en la cancha de Atlético. En esa época vivía enfrente de la cancha. Yo iba como todos los chicos del barrio y cuando quedaba un ratito libre pateaba al arco de zurda. Un día, un señor de apellido Fontaine, de ese mismo barrio, La Madreselva, me llama y me pregunta si me gustaba jugar al fútbol. A la noche, en el boliche, habla con mi viejo mientras tomaban Cinzano, y le dice que me va a fichar en Atlético. En esa época nos mandaban la citación para jugar. Al otro sábado me llegó esa citación para que me presentara a jugar en segunda. Y jugué, no recuerdo si uno o dos años, hasta que se me dio por las motos y dejé de jugar al fútbol. Tengo fotos de aquella época. Le pegaba fuerte.
¿Qué no puede faltar en su casa?
En mi casa hay de todo. El que falta soy yo, que si se cae el techo no me aplasta.
¿Un aroma que lo transporte a algún lugar?
Los buenos perfumes. Es otro presupuesto que tengo. Me baño en perfume día a día.
¿Vale la pena estar vivo?
A mí me encanta. Uno está vivo y todos los días aprende algo, porque si no sé, pregunto. Incluso también aprendés a conocer a la gente.