GPS es mucho más que un simple programa de ACTUALIDAD. Reúne sentimientos, emociones y recuerdos, mediante una comunicación a corazón abierto con sus protagonistas.
Más de 80 historias y aventuras en otras tierras, de algún villeguense que, por algún motivo, decidió cambiar el rumbo y, ya sea por necesidad o deseo, emprendieron viaje y recopilaron miles de experiencias y vivencias. De eso se trata la vida.
En esta oportunidad, el protagonista es un joven villeguense que hace apenas once meses radica en el corazón europeo. Se trata de Matías Bianchi, de solo 22 años, quien nos cuenta su vida en el sur de Italia, donde forja sus propios capítulos. Esteban Mutuberría cruza el charco y encuentra un alma joven y villeguense, brillando con la bandera de su ciudad.
Razones de la emigración
Fueron varios detonantes los que impulsaron a que Matías pueda emigrar. La principal razón fue el deseo hacer el trámite de la ciudadanía italiana. «Quise encarar el viaje en este momento porque soy joven. Cuando uno va creciendo, empieza a tener otras responsabilidades ya apuntar a otras cosas, que a los 20 años no piensa. No dudé en elegir Italia, porque se abrieron puertas laborales», explicó.
Otro de los factores fue el deseo de viajar, conocer y explorar distintos puntos del planeta. «Hasta que no viajás, uno no sabe qué es lo que hay en el mundo para mostrarnos. Se trata de ver qué nos puede ofrecer la tierra del otro lado», agregó. En ese momento, el joven estaba trabajando en General Villegas.
En cuanto a la recepción y respuesta de su familia por la decisión, el joven manifestó: «En una charla con mi madre, le hablé de mis ganas de viajar. Ella me dijo por qué no averiguaba para hacer la ciudadanía italiana, por mis antepasados. Me puse en campaña para investigar y fue un camino de ida. Cada vez quería saber más, hasta tomar la decisión. Lo que me costó fue cuando compré el pasaje. Cuando me dieron la fecha concreta del viaje, fue difícil. Ahí estuvo el impacto».
San Giovanni in Fiore, el desconocido destino
El lugar por el que se decantó es un pequeño pueblo de la provincia de Cosenza, en la región de Calabria. «Es un sitio muy chico, al sur de Italia. Deben ser 15 mil habitantes. Es más chico que General Villegas. Es un pueblo en la montaña, con todas casas antiguas y calles angostas. Es el típico lugar de Italia. Hay subidas y bajadas que cansan», reveló.
Pero más allá de los paisajes y la geografía, lo que más rescata Matías del pueblo es la calidez social. «Me encontré con gente maravillosa. No sé si fui afortunado, pero sacando una o dos personas, me contacté con gente que me hizo sentir en casa», añadió.
Matías envió más de 200 correos a distintas comunas y regiones del sur de Italia, para asegurar la aceptación de alguna localidad. Dentro del mail, presentó sus intereses, los requisitos y su trayectoria. La mayoría no respondió y otros manifestaron que no hacían este tipos de trámites o se realizaba con demora. «Me quejaba de algunas cosas que pasaban en Argentina, pero en Italia son peores», expresó.
Uno de los pocos que contestó de forma positiva fue San Giovanni in Fiore. Los papeles y requisitos coincidían con los de Matías. «Una vez que respondieron, tomé la decisión, aún sin saber donde quedaba. Después me informé un poco. Era más o menos lo que buscaba yo. No quería una ciudad grande ni tampoco tan pequeña. Es hermoso. Hay vistas espectaculares y rincones pintorescos. Me acostumbré y ya no estoy más en el papel de turista», comentó.
El viaje de la ilusión
Una vez que eligió el lugar, se puso en marcha para programar el viaje, que se terminó de concretar un 5 de octubre de 2023. «Para eso, soy bastante ordenado, más en este sentido, donde me estaba yendo a otra parte del mundo. Siempre traté de tener todo bajo control, más allá de que siempre hay imprevistos. Reservé en Roma, donde estuve dos noches. Me planteé conseguirme casa sí o sí. Cuando llegué, fue duro», aseveró.
Todavía con chip argentino, muchas dificultades para conseguir casa y casi desorientado en las calles italianas, pidió el teléfono a unos locales, que asociaron a Argentina con Messi y Maradona. «Cuando uno está en el sur italiano, parece que se encuentra en Buenos Aires. Abundan las camisetas de la Selección Argentina. Es una cosa de locos el amor que nos tienen», sostuvo.
El villeguense debió llamar a la persona con la que se contactó de San Giovanni in Fiore, quien dejó todo lo que estaba haciendo y pasó a buscar a Matías, que estaba en Roma. «Fue muy amable», dijo. Con respecto a la ciudadanía y el documento, terminó todos los papeles entre junio y julio del año corriente, pero aún debe obtener pasaporte.
Proceso de adaptación
Matías aclaró que en varias ocasiones se puso a pensar en su decisión y, sobre todo, en el lugar elegido: «Muchas veces miro la montaña y me pregunto qué hago acá. No lo pienso en el mal sentido, ni por quejarme. Solo que me sorprendo. Uno tiene la rutina y vive en automático. Pero cuando me tomo dos segundos, medito sobre lo que elegí. Nunca se me pasó por la cabeza volver definitivamente a Argentina, ni me arrepentí de venir. Hay días donde uno extraña mucho, por ejemplo en Navidad. Echo de menos a los míos. Pero siempre se aprende la lección, porque yo lo elegí. Por suerte estuve rodeado de personas maravillosas».
Nunca tuvo ningún tipo de problema con el idioma, debido a que se preparó y formó durante un año con estudios acerca del italiano, por lo que emprendió viaje con una base de la lengua. El motivo que lo llevó a estudiar el idioma fue la facilidad que le propinaría a la hora de buscar trabajo y relacionarse. Asimismo, contó que ambos idiomas -italiano y español- se parecen mucho, por lo que aprendió rápidamente. Pero confesó que cada uno de los habitantes tiene su propio dialecto, lo cual dificulta la situación.
Muchas personas, en la opinión popular, opinan que los argentinos son muy parecidos a los radicados en el sur italiano. Matías confirmó esta visión, desde su propia perspectiva y experiencia. «Si no fuese por el idioma o los paisajes, diría que me siento en un ambiente muy familiar, por cómo es la gente y me tratan. Quedé encantado y me hicieron sentir cómodo y querido», expresó.
El joven trabajó dos semanas en un restaurant, pero luego prefirió desarrollarse en una fusión entre un bar, pastelería, cafetería y heladería. Empezó allí en noviembre del año pasado y se mantiene hasta la actualidad.
Chiara, un ángel de la guarda
Sin lugar donde vivir, el joven ingresó a un negocio y preguntó por casas para alojarse. A través de un familiar del dueño de la despensa, Matías pudo vivir durante un mes en un hogar donde no fue el mejor, por la amplitud para una sola persona, el lugar alejado del centro y algunos detalles especiales del propietario de la casa.
Ese mismo día en el que ingresó al negocio, Matías conoció a Chiara, una mujer mayor con quién entabló una conversación sobre su historia, su vida y la decisión de vivir en Italia. Luego de estar casi media hora hablando, incluso afuera del local, la mujer le ofreció dar una vuelta por la ciudad a la tarde. El joven aceptó. «Me llevó a pasear por todos lados con su vehículo. Luego me invitó a la casa. Hubo mucha confianza y no nos conocíamos», recordó.
El joven se encariñó mucho con la mujer. «Siento que me adoptó como un nieto. Me invitaba a comer todos los días. Me decía que no me preocupe por los gastos. También me motivaba a buscar trabajo y casa. Fue y es un gran sostén para mí. Si no fuera por ella, no sé que hubiese sido de mí. Conocerla fue el comienzo de cosas lindas», contó.
Conoció a la familia de la italiana y, gracias a ella, consiguió la casa donde vive actualmente y el trabajo dónde se desarrolla hoy en día. «Ella es así con todo el mundo. La mayoría me dice que tuve suerte de encontrarla en mi vida. Es muy amable y generosa con todos. Hizo muchas cosas por mí. A mí familia también le dio mucha tranquilidad que esté con una persona así cerca. Agradezco que haya sido así», aseveró.
Planes para el futuro
El próximo objetivo es terminar el pasaporte europeo, lo cual le abre muchas más posibilidades. También contó que desea volver a Argentina para fin de año, con el fin de pasar las fiestas con su familia y disfrutar el verano con amigos, en General Villegas.
Luego tiene pensado regresar a Italia en marzo, para seguir alojado allí, pero en el norte del país, alejado de San Giovanni in Fiore. En caso de que el pasaporte llegue antes de esa fecha, la ilusión de Matías es probar suerte en Suiza, al cual considera un destino ideal por su idioma. «De todas formas, todavía no tengo nada concreto», aseguró.
Conclusión
Una corta pero emotiva historia de un joven que fue detrás de sus sueños. Porque se pueden planificar y preparar los objetivos para la vida. Pero a veces, hay que salir de la zona de confort y resignar muchas cosas por ello. En este caso, el amor y el cariño de sus seres queridos. Eso seguirá estando toda la vida. Pero en este momento, a 12 mil kilómetros de distancia.
Matías, ese joven que se la jugó por su estabilidad y nos demuestra que todo es posible con esfuerzo, dedicación y pasión. No todo es color de rosas ni perfecto. Hay que estar preparado. Hay que tener vocación. Como la tuvo, en esta ocasión, Matías. Apenas 22 años y un largo camino por recorrer. Menos de un año en el exterior. Pero muchas páginas y capítulos por escribir. Y donde quiera que vaya, allí estará su luz villeguense.