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viernes, enero 31, 2025
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Crónica de un viaje inolvidable: Cristina Cumella y su travesía a la Antártida y Malvinas

En una comunicación telefónica desde Puerto Madryn, Cristina Cumella, una mujer de 60 años oriunda de General Villegas, compartió con emoción y detalle su experiencia en un viaje que marcó un hito en su vida: un crucero de 15 días que la llevó desde Buenos Aires hasta la Antártida y las Islas Malvinas. Este viaje, que cumplió un sueño largamente acariciado, no solo fue una aventura turística, sino también un profundo encuentro con la historia, la memoria y la identidad argentina.

Cristina, quien recientemente celebró su cumpleaños número 60, decidió que este año quería hacer algo especial. «Solo me faltaba conocer la Antártida y Malvinas», relató. Fue así como, tras ver una propaganda de una agencia de viajes Trenque Lauquen, decidió embarcarse en esta travesía. El crucero partió de Buenos Aires, navegó hacia Ushuaia y desde allí se adentró en las aguas del sur, con paradas en la Antártida y Malvinas.

El viaje estuvo cargado de emociones encontradas. La Antártida, con su majestuosidad y su fauna única, fue un espectáculo impresionante. «Estuvimos dos días en la isla Elefante y en Bahía Paraíso, avistando ballenas, pingüinos y los inmensos glaciares», contó Cristina. Sin embargo, el momento más impactante del viaje fue, sin duda, la llegada a Malvinas.

Para Cristina y los otros 800 argentinos a bordo, Malvinas no era solo un destino turístico, sino un lugar cargado de significado histórico y emocional. «Nadie más en el barco sabía realmente qué era Malvinas», explicó. La mayoría de los pasajeros eran norteamericanos, japoneses, chinos y europeos, cuyo interés principal era la Antártida. Para ellos, Malvinas era simplemente una parada más en el itinerario, pero para los argentinos, era un lugar de memoria y homenaje.

El momento más emotivo del viaje fue la visita al cementerio de Darwin, donde descansan los soldados argentinos caídos durante la Guerra de Malvinas en 1982. «Fuimos en una combi, derecho al cementerio», relató Cristina. «Es un lugar solitario, en medio de la montaña y el campo. Ver esos nombres, esas cruces, y saber que ahí están nuestros chicos… fue muy fuerte». Cristina se trae consigo un poco de tierra del cementerio, un gesto simbólico que refleja el profundo respeto y la conexión que siente con aquellos que dieron su vida por la patria.

El cementerio de Darwin «es un lugar solitario, en medio de la montaña y el campo», dijo Cristina

La visita al campo de batalla fue igualmente impactante. «Ver las trincheras, los montes donde ocurrieron los combates… te das cuenta de la crudeza de lo que vivieron esos jóvenes», dijo Cristina. El guía, un argentino que vive en Malvinas desde hace 20 años, les contó detalles de la guerra que los ingleses no mencionan. «Para ellos, la guerra no es parte de su historia. No la estudian, no la recuerdan», explicó Cristina con indignación.

El recibimiento en Malvinas no fue cálido. Carteles en las ventanas de las casas cercanas al puerto decían: «A la Nación Argentina y sus ciudadanos, serán bienvenidos en nuestros país cuando dejen de reclamar su soberanía v reconozcan nuestros derechos». A pesar de esto, Cristina y sus compañeros lograron recorrer el lugar, visitar el cementerio y rendir homenaje a los caídos. «Es un lugar que te hace sentir muy argentino», expresó.

El viaje también tuvo sus desafíos logísticos. El clima inestable del Atlántico Sur hizo que la posibilidad de desembarcar en Malvinas fuera incierta hasta el último momento. «Pasamos noches sin dormir, preocupados por si podríamos bajar», recordó Cristina. Además, la comunicación con el exterior estuvo bloqueada durante gran parte del viaje, lo que añadió una sensación de aislamiento.

A pesar de las dificultades, Cristina no duda en afirmar que este viaje fue un sueño cumplido. «Es una experiencia que hay que vivir», dijo. «No es solo turismo, es algo mucho más profundo. Te conecta con la historia, con la memoria, con la identidad». Para ella, este viaje fue también una forma de honrar a los héroes de Malvinas, aquellos jóvenes que dieron su vida en una guerra que muchos prefieren olvidar.

Al regresar a Argentina, Cristina sintió una renovada conexión con su país. «Cuando vimos la bandera argentina en Puerto Madryn, nos emocionamos todos», contó. «Es increíble cómo, al estar fuera, valorás más lo que significa ser argentino».

Este viaje, que combinó la belleza natural de la Antártida con la carga histórica de Malvinas, dejó en Cristina una huella imborrable. No solo cumplió un sueño personal, sino que también reafirmó su compromiso con la memoria y la soberanía argentina. «Es un viaje que te cambia. Te hace sentir más argentino que nunca», concluyó.

Cristina Cumella regresó a General Villegas con una mochila llena de historias, emociones y recuerdos. Su relato no solo es un testimonio de un viaje inolvidable, sino también un llamado a no olvidar la historia y a honrar a quienes dieron todo por su país.