En medio de montañas cubiertas por un manto de humo y cenizas, Emmanuel Chiapello, bombero voluntario de Bunge, relata desde el polideportivo municipal de Aluminé la lucha titánica contra los incendios que azotan la Patagonia. Con 35 años y 16 de servicio, su voz transmite tanto cansancio como determinación: “Hoy nos tocó un día libre, pero a la fuerza… el móvil tenía una rueda frenada por la tierra tipo talco del camino”. El vehículo, recurso escaso en esta misión, obligó a una pausa para reparaciones, aunque el descanso es relativo: “Lavarlo bien y ya para mañana estar bien”.
Coordinación en tierra hostil
En este punto estratégico, a 10 kilómetros de San Martín de los Andes, 95 combatientes -entre bomberos, policías y defensa civil- conviven en un operativo que Chiapello describe como “una coordinación impresionante”. Fuerzas del ejército, Parques Nacionales, y tres federaciones de bomberos se entrelazan en una logística militar: “Se junta a la mesa de comando y se diagrama el día siguiente… designamos grupos de trabajo en tres zonas del Parque Nacional Lanín”. La geografía, cercana al volcán homónimo, es un laberinto de valles y montañas: “Una hora y media esquivando obstáculos… hasta llegar a un valle entre dos montañas”.
Herramientas y técnicas: Más allá del agua
Mientras el agua es vital, las limitaciones exigen ingenio. “En un parque nacional está prohibido prender fuego… trabajamos con zapa, rastrillos especiales y motobombas”, explica. La cadena de bombas conectadas a arroyos forma una red crucial: “Se suben mangas por la montaña… si falla una motobomba, todo se complica”. Aun así, la naturaleza juega en contra. Chiapello detalla un fenómeno crítico: “El cinturón térmico… a las 4 de la tarde, el calor acumulado en la montaña desciende y reinicia los focos”.
Equipamiento y realidad
Sobre la preparación de Argentina, reconoce avances pero también vulnerabilidades: “Hemos mejorado en equipamiento… pero un fallo en una motobomba puede desequilibrarlo todo”. Con siete vehículos especializados y trajes de protección, la experiencia prevalece: “Filmamos y documentamos para entrenar a otros… esto no puede quedar solo en nuestras retinas”.
Vocación y comunidad
La misión, inicialmente de 10 días, podría extenderse. Chiapello agradece el apoyo de su pueblo: “Al cuartel de Bunge por el móvil… y a las familias que entendieron nuestra necesidad de venir”. Entre mensajes de aliento, subraya el espíritu bomberil: “Venimos a colaborar y, sin duda, aprender”.
Mientras el sol se oculta en Aluminé, Chiapello y sus compañeros se preparan para otra noche de guardia. Las llamas no descansan, y ellos tampoco. En cada bombero, como resume el relato, late un compromiso que trasciende fronteras: “Poner el pecho de manera desinteresada” ante la emergencia. La Patagonia arde, pero en sus manos hay esperanza -y herramientas- para apagarla.

La recuperación de los bosques nativos podría tardar dos siglos
Un reciente informe de la organización ambientalista Greenpeace advierte sobre la magnitud de los incendios forestales que afectan a la Patagonia. Según el documento, se trata de los incendios más devastadores registrados en la región en los últimos 30 años.
Desde mediados de diciembre de 2024, el fuego ha arrasado más de 37.000 hectáreas de bosques nativos en las provincias de Chubut, Neuquén y Río Negro. «Los bosques andino-patagónicos de Argentina están sufriendo una crisis sin precedentes. La extensión de la superficie afectada es alarmante, comprometiendo seriamente dos parques nacionales. La recuperación total podría demorar hasta 200 años», advirtió Hernán Giardini, coordinador de la campaña de Bosques de Greenpeace Argentina.
El informe también subraya la falta de preparación ante este tipo de desastres. «La crisis climática incrementa la frecuencia e intensidad de los incendios, y es fundamental que la dirigencia política deje de minimizar esta realidad. Se requiere una estrategia de prevención más sólida, con mayor cantidad de brigadistas e infraestructura a nivel nacional y provincial. Factores como el viento, la sequía y la proliferación de especies exóticas como los pinos agravan el problema», agregó Giardini.
Según los datos de Greenpeace, entre octubre de 2023 y marzo de 2024, el área afectada por incendios forestales en los bosques andino-patagónicos alcanzó las 7.747 hectáreas, de las cuales el 90% corresponden a la provincia de Chubut.
En cuanto a las causas, los especialistas señalan que el 95% de los incendios forestales en la Patagonia son consecuencia de la acción humana, ya sea por actos intencionales, negligencia o accidentes, como fogatas mal apagadas, colillas de cigarrillos, preparación de zonas de pastoreo con fuego o la quema inadecuada de residuos forestales.