“Vamos, vamos a mejorar, vamos”, repetía el Dr. José Rogelio Lamas al entrar en una habitación. No hacía falta que recetara nada todavía: su sola presencia bastaba para que el enfermo empezara a sentirse mejor. Así lo recuerda Román Alustiza, más conocido como Goyo, cada jueves en su columna «Goyo, el Memorioso» que se emite por FM Actualidad, dentro del programa De Qué Se Habla.
En una nueva entrega de este ciclo tan querido por los oyentes, Alustiza dedicó su evocación a una figura legendaria de la medicina local: el Dr. Lamas, a quien muchos recuerdan simplemente como «el petiso», aunque en la comunidad fue mucho más que eso. “Para todos era el Dr. Lamas. Para los íntimos, el tordo o el petiso”, contó Román, entre anécdotas que hicieron revivir a quien dejó una huella imborrable en Villegas y más allá.
De O’Brien a Villegas: un camino de vocación y servicio
Nacido en marzo de 1910 en O’Brien, partido de Bragado, el Dr. Lamas fue anotado un mes más tarde, como era costumbre en aquellos tiempos. Estudió medicina en la Universidad de Buenos Aires, y realizó prácticas en los hospitales Fernández, Rivadavia y Rawson, especializándose en ginecología, obstetricia y cirugía.
Su primer destino profesional fue Aguas Buenas -hoy Coronel Hilario Lagos- en La Pampa. “En 1936 se fue a más de 500 kilómetros, en caminos de tierra paralelos a las vías del tren. Era una odisea llegar”, recordó Goyo. Allí permaneció cuatro años, atendiendo también en pueblos cercanos como Sarah, Larroudé y Van Praet. Pronto, los medios pampeanos comenzaron a hablar de aquel médico diferente que se convertía, sin buscarlo, en prócer de la región.
Una de las historias más impactantes fue cuando operó a un joven con una hernia estrangulada, Restituto «Tutto» Fredes, en una fonda. “Dos mesas de bar, un farol, una ventana abierta, un médico de Realicó y un farmacéutico como ayudantes. Era una escena de película. Le salvó la vida”, relató Alustiza.
El salto a Villegas y el nacimiento de un referente
En 1940, luego de una decisión personal que ni siquiera compartió de inmediato con su madre, se radicó en General Villegas. “Le dijo a la madre que necesitaba crecer. Ella no le creyó al principio, le preguntó si tenía ‘un pocito en la frente’. Después se dio cuenta de que era verdad”, narró entre risas Román.
En Villegas, su capacidad y carisma lo convirtieron rápidamente en un referente. Impulsó la creación de instituciones fundamentales: gestionó la Casa del Niño (hoy Centro Educativo Complementario), participó activamente en la fundación del Hogar de Ancianos, trabajó por el Colegio Nacional y el Hotel Rucalén, y fue clave en el Sanatorio Modelo, que luego derivó en la Clínica Modelo.
Pero su visión iba más allá. “Cuando fue presidente del Aeroclub, comprometió su patrimonio para comprar un avión ambulancia”, recordó Goyo. En la década del 40, eso era casi ciencia ficción. “Fue una gran desilusión para él cuando lo vendieron poco después de dejar la presidencia.”
Un médico de todos y para todos
Su entrega era absoluta. Viajaba constantemente a donde lo necesitaban. Fue médico ad honorem en Ameghino durante 17 años. “Una vez, con Marcelino Méndez García, se quedó encajado en un camino de tierra rumbo a Ameghino. Tuvieron que remolcarlos en tractor para llegar a operar de urgencia, y luego volver a Villegas… también en tractor”, relató Goyo, con admiración.
Casado en 1948 con Ana María Ladaga -a quien él llamaba “el timón de mi barco” y también “Ana Estrategia”- formaron una familia de tres hijos. “Ana María lo esperaba cada noche con la cena, y aunque el día hubiera sido difícil, en la casa estaba todo bien”, recordó con ternura.
El médico que también era amigo
Goyo compartió anécdotas que pintan al Dr. Lamas como un hombre cercano, cálido, y con un humor agudo. “Mi papá era muy amigo de él. Yo lo veía entrar con su maletín cuando tenía fiebre, y ya me sentía mejor antes de que me atendiera”, dijo.
Era también un tipo de peñas. Fundó “La Pedernera”, un grupo que reunía a vecinos de distintas edades y pensamientos. “Allí no se hablaba de política, pero sí de River y Boca, de Ford y Chevrolet, de Fangio y Gálvez”, recordó entre risas.
Lamas, hincha de River y de Atlético, atendió gratis a los jugadores de Atlético durante toda su vida. “Julio Dublanc le regaló un lechón con la foto de Perón en la cabeza. El doctor, lejos del peronismo, lo tomó con humor… pero en su casa no se comió la cabeza”, contó Goyo entre carcajadas.
El dulce de naranja y el último adiós
Cada año, su vecina Rufina le preparaba un dulce de naranja con cáscaras en un recipiente Pirex. “Para él era un manjar”, dijo Román, evocando esos gestos que hablan de una vida vivida con afecto.
El Dr. Lamas falleció en 1981 en Buenos Aires. Su hija Cristina, compañera de escuela de Román, le recordó: “La última foto de mi papá fue en tu casa”. Y así, entre recuerdos y emociones, se cerró una nueva entrega de Goyo, el Memorioso.
Un homenaje sentido, cálido, sincero. De esos que nos recuerdan que hay personas que trascienden su tiempo, porque hicieron del servicio una forma de vida.