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martes, abril 22, 2025
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«Goyo el Memorioso», la radio como puente entre el recuerdo y el legado de Chiquita Uriarte

«Goyo el Memorioso» es mucho más que una sección radial de los jueves por la mañana. Es, ante todo, un homenaje semanal a la memoria colectiva de General Villegas. Un espacio donde las historias personales se entrelazan con las raíces del pueblo, y donde los nombres propios se cargan de sentido, de anécdotas, de legado. En ese rincón de evocaciones, que ya se ganó un lugar en la rutina de muchos oyentes, Román Alustiza se sumerge cada semana en los recuerdos para traer al presente a personas y personajes que marcaron la vida local.

Esta vez, la protagonista fue Hebe “Chiquita” Uriarte de Gómez, una mujer que dejó una huella imborrable en la historia cultural de General Villegas. Educadora, investigadora, gestora cultural, apasionada por el pasado y comprometida con el futuro, Chiquita representa cabalmente el espíritu del ciclo: rescatar del olvido a quienes construyeron comunidad desde el conocimiento, el trabajo silencioso y el amor por lo propio.

Una vida dedicada a la memoria

Chiquita Uriarte nació en General Villegas. Su padre, Jesús Uriarte, había llegado desde el País Vasco tras una infancia marcada por la orfandad y el desarraigo. Esa historia familiar, llena de esfuerzo y superación, marcó también la impronta de Chiquita, que desde muy joven se destacó por su inteligencia, su sensibilidad y su empuje.

Docente de inglés, estudió Filosofía y Letras, dio clases en Piedritas, se casó con Roberto Gómez —un personaje entrañable y carismático— y crió a su hijo Rafael. Pero además de su rol familiar y educativo, fue una ávida lectora, una buscadora incansable de datos, documentos, testimonios. En 1983, convocada por Susana Cañibano, comenzó a trabajar ad honorem en la Biblioteca, y tres años más tarde fue una de las fundadoras del Centro de Historia Regional, una institución que hoy guarda buena parte del alma de Villegas.

Hebe «Chiquita» Uriarte
Investigadora apasionada

Quienes compartieron proyectos con ella destacan su meticulosidad y su entrega. Chiquita no dejaba nada librado al azar. Se comunicaba con archivos nacionales, solicitaba mapas, organizaba charlas en escuelas, vestía a los alumnos de indios para acercarlos a los pueblos originarios, preparaba mazamorra y hasta filmó videos sobre cómo elaborarla. Tenía un grito de guerra que la pintaba de cuerpo entero: “¡Lape, lape!”, el grito de combate de los ranqueles.

Su relación con la historia de los pueblos originarios de la región fue tan profunda que llegó a contactar al Instituto Geográfico Militar para rastrear la ubicación de antiguos fortines. Así descubrió la existencia del Fortín Gainza, ubicado en una estancia de Santa Regina propiedad de la familia Rocca. Junto a su hijo Rafael y Susana Cañibano, fue hasta allí, y aunque a Rafael lo hicieron esperar en el auto por creerlo un chofer, Chiquita no se ofendió. Entró, conversó, tomó el té con Agostino Rocca, y regresó con datos valiosos que luego nutrirían sus libros.

Una obra que perdura

Chiquita escribió textos fundamentales para comprender la historia villeguense. Entre ellos, Hechos que no se llevó el tiempo -junto a Nieves Castillo y con prólogo de Patricia Bargero-, Villegas versus Elordi, Ralph y Jorge Newbery, Doña Clara, Eduardo Clark, pionero de estas tierras; y Mar de Pastos, escrito con Luis Ballari.

Su tarea no se limitó al archivo o al aula. Fue también una anfitriona generosa. Muchos villeguenses recuerdan las meriendas en su casa, los vasos grandes de Vascolet, la pileta de cemento donde sólo se podía nadar después de las cuatro de la tarde, y la simpática tortuga Titina. Para quienes la conocieron, fue como una tía entrañable; para el pueblo, una auténtica guardiana de la memoria.

Un legado que sigue vivo

Chiquita falleció en 2023, a punto de cumplir 95 años. Pero su espíritu sigue presente en quienes compartieron su pasión por la historia: Sandra Moreno, Nieves Castillo, Susana Cañibano, Luis Ballari y tantos otros que hoy continúan su labor en el Centro de Historia Regional. También en cada charla que Román Alustiza rescata en “Goyo el Memorioso”, porque si hay algo que Chiquita enseñó, es que el pasado nunca muere del todo cuando alguien se toma el trabajo de recordarlo.

Así, con respeto, con ternura y con admiración, el ciclo suma otro nombre a su galería de memorias. Y General Villegas, ese pueblo que alguna vez disputó con Elordi la cabecera del partido, reafirma que su historia está hecha de mujeres y hombres como Chiquita Uriarte, que supieron ver más allá de su tiempo y sembrar para los que vendrían.