En su tradicional espacio, Goyo volvió a traer al presente la figura de un villeguense que dejó una marca imborrable en la comunidad: David Jorge López Oleaga. Profesor, deportista, aviador, funcionario público, escritor y, por sobre todo, un caballero, su vida estuvo signada por el compromiso, la generosidad y una intensa actividad social y cultural.
Aunque nació en Buenos Aires en 1916, Jorge –como se lo conocía– fue el menor de los nueve hijos de Silverio López y Fermina Oleaga. Su padre, primer farmacéutico de General Villegas, tiene hoy una calle que lleva su nombre, igual que su hijo, como reconocimiento a una trayectoria honorable.
Deporte, docencia y liderazgo
Jorge López Oleaga cursó la primaria y la secundaria en la capital, y luego estudió Educación Física en La Plata. Se radicó definitivamente en Villegas tras casarse con Nelly López Ortea en 1948. Tuvieron tres hijos: Pipi, Julio y Didi.
Desde entonces, su figura se hizo familiar en el ámbito escolar. Fue docente en escuelas primarias y secundarias –como el Colegio Nacional y el Industrial– y es recordado especialmente por su impronta en las competencias intercolegiales y en los tradicionales desfiles patrios, donde se destacaba la disciplina y prolijidad de los alumnos del Industrial bajo su conducción.
Su influencia fue más allá del aula. A través de la amistad con Arturo Navarro, a quien impulsó a hacerse cargo del Colegio Nacional, mostró un gesto de generosidad pocas veces visto: cedió horas de clase para que su colega pudiera ingresar al sistema educativo.

Promotor del deporte y pionero en el aire
El deporte fue una constante en su vida. Fomentó la actividad náutica en el balneario, promovió la natación en la pileta de Atlético y organizó actividades vinculadas al esquí acuático. Más adelante, fundó Talú junto a Lito Uriarte, y fue uno de los primeros egresados del curso de piloto del Aero Club de General Villegas.
En 1953 participó, junto a Beto Formica, de una competencia aérea de regularidad que incluyó 15 etapas en distintas ciudades del país. A bordo de un Piper PA-12, la dupla villeguense alcanzó un destacado tercer puesto entre casi un centenar de pilotos. Fue una verdadera hazaña para la historia de la aeronáutica local.
López Oleaga también fue presidente e instructor del Aero Club. Viajó a Estados Unidos en varias ocasiones para traer aviones, y sobrevivió a dos accidentes, uno de ellos mientras fumigaba. Después de eso, su esposa le pidió que no volara más, y él aceptó. “Como en todas las parejas, la última palabra la tenemos nosotros: ‘sí querida, sí querida’”, ironizó Goyo.
Una vida de compromiso comunitario
La intensa actividad de Jorge López Oleaga no se limitó al ámbito educativo o deportivo. Fue comisionado municipal, integró el Concejo Deliberante, fue delegado del Automóvil Club Argentino y miembro del Rotary Club. También participó activamente del Centro Vasco, y más adelante incursionó en la escritura, con narraciones como El reloj o Mi vuelo, algunas de las cuales fueron publicadas por Diario Actualidad.
Incluso en sus últimos años participó de competencias de los Juegos Bonaerenses para adultos mayores, obteniendo premios. Falleció en 2008, a los 92 años, dejando un legado que se prolonga en sus hijos –como Julio, también aviador– y en todos aquellos que lo conocieron o fueron sus alumnos.
Goyo lo definió como un hombre recto, diplomático y educado. “Caballero” fue el adjetivo que eligió para resumir su figura. El recuerdo de Jorge López Oleaga se sostiene no solo por sus logros, sino por los valores que supo transmitir. Como se dijo en el cierre del programa, si una calle lleva tu nombre, algo importante hiciste. En el caso de Jorge, fue mucho más que eso.